27 agosto 2010

Al fin es viernes...


1.- No pude averiguar si el maestro #3 era capaz de pronunciar el impronunciable nombre "Jörg" porque fui plantada en la impronunciable calle Tlacoquemécatl por el así nominado... Aún así, sin mi criterio fonético, de todos modos resultó que el maestro #3 es muy chido... lo que me obliga a hablar con la maestra #2... cosa que no quiero hacer porque me cayó demasiado bien... en fin. Ya veremos, dijo un ciego.

2.- Le pedí a mis alumnos que reconstruyeran un argumentito que viene en el De ente et essentia. Lo hicieron dos, dos... o sea, dos lo hicieron. Les quedó bien. Tenían algunos errores (pero ¿pos para qué estamos los maístros?). Lo que me sorprendió es que uno de ellos reproducía el argumento ¡de Avicebrón!. Esto de la docencia es extraño: fue gracias a esa tarea que, en un rapto de iluminación divina (acarreada por la intuición bajo la cual mi alumnito desarrolló su argumento), comprendí qué carajos hace del ente y la esencia un texto tan original...

3.- Y pasando de especies inteligibles a especies animales, el curso de Filosofía de la Biología. A ver, la cosa está así. Resulta que un buen día Darwin encontró el modo de explicar el complicadísimo diseño de las substancias vivientes (perdonen mi escolástico lenguaje) sin apelar a la aristotélica división entre materia-forma.
O mejor dicho.
En Physica B, el buen Aris distingue (asegún yo) entre dos órdenes del mundo: el mecánico y el ordenado. Es decir: el mecánico es de las substancias simples: tierra, cuyo lugar natural es hacia abajo, fuego hacia arriba, agua y aire intermedio pa'bajo y pa'rriba respectivamente. Y describe dos tipos de movimiento: natural y violento. Así, el comportamiento de todos los cuerpos inanimados se explica con estas pocas reglas. Y ya: es un orden simplísimo.
Pero hay un segundo orden: el de la vida. Estos cuerpos vivientes son aquellos que poseen, a modo de materia, un cuerpo compuesto de formas simples y materia (la forma del fuego + la materia prima; o una mezcla entre la forma del fuego y la tierra + la materia prima = carne); y a modo de 'forma' un principio de orden: el alma.
El alma es sólo el principio del orden del cuerpo. Pero un principio de orden que posee un fin: un τέλος. Este principio es, digamos, el diseño del viviente: que tenga ojos y vista, oídos y audición, etc, etc, etc.
Y Aristóteles explica que sólo su gran descubrimiento de la relación entre materia, forma y finalidad es capaz de explicar el diseño de los organismos vivientes. Recuerden: ὄργανα en griego quiere decir instrumento: los seres vivos son 'orgánicos' porque tiene instrumentos que les permiten cumplir diversos fines. Eso es la vida: el diseño. Y critica duramente a Empédocles por haber considerado sólo la causa material: ¡claro! él creía que era por mero azar que un día, de pronto, aparece un animal organizado.
Con todo, el argumento parecía incontestable (digo, había otros argumentos contra Empédocles que no lo fueron... como la tontería empedocliana de que la luz ¡se mueve rapidísimo!... ¡qué barbaridad! decía Aristóteles)
Pero el de los organismos sí parecía dificilísimo de vencer: ¿cómo explicar el diseño sin apelar a una causa no material?
Y ahí entra, 2500 años después don Darwin... la Selección Natural.
Ahora bien: el lenguaje nos traiciona. Por 'economía' es útil no abandonar el lenguaje aristotélico: 'el ojo sirve para...', 'tal pájaro es pardo para confundirse con los árboles'... y es fácil hablar de la sabiduría de la Madre Naturaleza. Pero un hábil evolucionista sabe que si no ha de caer en la trampa, debe ser capaz de reducir su lenguaje al mero lenguaje de la física... de la mecánica... de la causa material.
El problema es que, a mi parecer, el profe de esta clase no tiene la suficiente pulcritud. No me alargaré más (luego les cuento con más detalle en un post ad hoc), pero el asunto es que, tal y como nos presenta las cosas, el proyecto adaptacionista está en profunda crisis... y si está en crisis, ¿por qué, entonces, la parodia contra los creacionistas de Kansas al crear el malvado Monstruo del Espaguetti?
No... pero no... es el tícher el que es poco pulcro al momento de presentar el problema. No. Contra lo que yo esperaba no hay tal crisis en el seno de la biología ni estamos a punto de presenciar un cambio de Paradigma... es sólo una mala lectura de las Enjutas de la Catedral de San Marcos, una mala lectura sobre un texto mala leche... en fin... luego les cuento con detalle...
Así que no... pueden estar tranquilos... no tendremos que convertirnos en masa al Pastafarismo.

(y lo que sí me cagó del Pastafarismo es el modo en que parodian el Argumento Ontológico de San Anselmo... bola de Gaunilones babosos... es más, para que se les quite: acá está el análisis que hace Ascombe del argumento de Anselmo. No, Gaunilón sí era un perfecto idiota... bueno, no para tanto, pero sí un simplón)

4.- Se siente raro que sea viernes... porque iré a mi primera clase del De inventione de Cicerón... latín de adeveras (¡glup!... con ablativos absolutos y toda la cosa)... nada de latines 'idiotas' (llenos de idiotismos, pues... porque son latines que dicen cosas demasiado inteligentes). En fin... ahí nos vemos...

5.- Finalmente el del nombre barbárico, helénico e impronunciable deshízose en disculpas firmando con su cantarino, helénico y castellano nombre... no es la primera vez que un maestro me planta... pero es la primera vez que se disculpa uno... o sea... la calidá de la melcocha es otra, muy otra...
Y el helenista del nombre germano castellanizado (¿o lusitanisado?) ya mero se va... ya mero... snif...


La esponjita de muy vulgar nombre castellano (de niña odiaba tener un nombre tan evidente: Paloma=pájaro cagón. Envidiaba a aquellos que poseían nombres de ocultos y arcanos significados)

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