19 septiembre 2010

¿Elsa?


Asedio de la Memoria, Elsa Brondo

Hace algunos ayeres, mientras cursaba Letras Clásicas me inscribí a una clase sobre Teoría Literaria. Fue mi primer contacto con la teoría literaria, con el estructuralismo, con el círculo de Praga. Pero antes del segundo semestre -que también me ganó muchos enemigos- hubo un primer semestre. Y, curiosa cosa, si la primera vez que leí la Ética Nicomaquea fue el Letras Clásicas (¡horror! ¡escándalo!) el primer libro de Aristóteles que leí en mi vida fue la Poética. Y ahí me enamoré del Estagirita.
Bueno... no me distraeré más. La historia es la siguiente. Mi profesora de Teoría Literaria se llama Elsa B. Y con ella leímos la Poética. Pero ocurre que existe un prejuicio muy raro contra Aristóteles. Sabido es que para él la mujer es menos que el varón. Y ello lo explica ampliamente en varias obras. La razón la da claramente: aunque una mujer pueda ser igual de inteligente que un hombre, es moralmente débil. Eso es todo. ¿Las consecuencias políticas? ¡¡Ufff!! ya se las imaginarán.
Ahora bien, de tal postura aristotélica se deriva el mito mal fundado: que como la mujer es menos que el hombre, no es un ¡personaje trágico!...
Esa fue la lectura de Elsa. Y todo el grupo estuvo de acuerdo con ella: Aristóteles consideraba a la mujer indigna de ser, no se diga ya una heroína trágica, sino un personaje trágico. ¿Dónde dice tal barbaridad el mismo que considera Antígona, junto con Edipo, LA TRAGEDIA????
Me infarté... Aquello era propio de una PÉSIMA lectura de la Poética. Busqué la cita exacta, las palabras exactas con las que Aristóteles se refiere a la mujer y la tragedia. Y cometí mi barbaridad: envié el resultado a la lista de correo del grupo de Teoría Literaria I.
Ello ofendió tremendamente a Elsa: estaba minando su autoridad. Medio grupo me aborreció, el otro medio grupo me apoyó... en silencio, como ocurren ese tipo de apoyos en México.

La cosa empeoró el siguiente semestre. Ahí me encontré por primera vez al círculo de Praga, a los hermosos rusos, a los franceses... ¡qué cosa más extraordinaria!... A Elsa le agradezco aquella introducción a ellos. Pero... bueno... yo era filósofa de formación y eso me permitía leerlos en toda su extensión. Elsa no. Elsa no les entendía bien. Y yo, en un ataque de soberbia (que debí darme muchos años antes) me extendí en mi interpretación de asunto y, sobre todo, en cómo ella estaba errando al leer.
Quiso desquitarse: mi número de faltas era superior al permitido. Negocié. Cometió el error de negociar: la enredé en su propio lenguaje democrático, de libertad de pensamiento, de tolerancia. Debió mantenerse firme, debió negarme derecho a calificación. Pero cuando uno sostiene principios que van contra la Institución ¿cómo defenderse de ellos? Me permitió quedarme en el grupo pero me negó la voz. Me impidió participar.

Hace poco la encontré en Feisbú. Le mandé una invitación... desde hace meses no me ha respondido. La entiendo... la lastimé.
Pero ¿Qué poder hacer? ¿cómo mantenerme impávida ante falsedades y malas interpretaciones? ¿callar?
Si algo aprendí en Letras Clásicas es cuándo callar y cuándo hablar. Cuando se trate de conocimientos técnicos hay que mantener el pico callado hasta que uno aprenda bien cómo funciona la cosa. Cuándo uno se encuentra con alguien que no sabe dialogar, no vale la pena iniciar disputa. Cuándo el que habla comete pequeños errores pero enseña grandes cosas, hay que buscar el momento preciso para hablar, pues es más importante aprender lo que sí sabe.
Pero, hasta la fecha lo pienso, en el caso de Elsa era urgente hablar.
¿Debí hacerlo de otra manera? ¿Debí evitar el arranque de ira y no utilizar la lista de correos?
No sé... pero hasta la fecha el infundio contra Aristóteles se me hace un pecado, no contra la filosofía ni el filósofo, sino contra lo que se supone que uno aprende en Letras Clásicas: contra la correcta interpretación de un texto, la lectura cuidadosa, la paciencia ante las letras.

***

Hace poco encontré este Blog, a través del blog de Mari Huele a Mejorana. ¿Acaso es la misma Elsa B.? y es más... en ese blog encontré este OTRO...
¡¡¡Pero qué cosa más extraordinaria!!! ¡¡Qué bellísimas ilustraciones!! ¿Será la misma Elsa?
Amé esas ilustraciones, quise guardarlas todas en mi computadora, enseñarlas, escribir un cuento a propósito de ellas... ¿Es acaso la misma Elsa?

No tendría nada de raro. La habilidad en un campo (el alto arte, no simple habilidad) nada tiene que ver con la incompetencia en otras cosas. Pero... ¿cómo explicarle a esa Elsa, si fuera la misma, que admiro lo que hace?

2 comentarios:

Idalia dijo...

Querida Esponjis, Es la misma Elsa que imparte teoría literaria en la Facultad. Yo antes de saber que daba clases de teoría la conocí por sus ilustraciones porque estamos metidas en el mismo gremio de literatura infantil que es pequeñísimo. Y me gustó mucho leer esta anécdota de su clase. No me parece el tipo de mujer que guarde ningún rencor contra los alumnos, de hecho siempre pienso en ella como una mujer muy simple con la que se podría discutir cualquier cosa aunque ella no esté de acuerdo.
Besitos iluminados de la que mira el sol.

Chío Padilla dijo...

Hola Esponja, yo tengo la suerte de conocer a Elsa dentro del mundo de la ilustración infantil, sé que es una gran maestra y amiga y comparto tu gusto sobre su trabajo, es sensible e inteligente. ¡¡Saludos :D!!