
Tú, Hércules de los cristianos, transformado sincréticamente en apóstol, Tú, que todo lo puedes, con tu hacha, con tu mazo, con tu báculo poderoso, Tú, que acarreas más fe que la incomprensible trinidad, que la escolástica disputa sobre la inmaculada concepción de la virgen, que la sospechosa encarnación del absoluto,
Tú, que todo lo puedes y llevas en el sayo el color de la esperanza, A ti, en este día tuyo que llenan los peregrinos y hacen intransitable la estación Hidalgo, A ti, que de todos los puntos de monstruópolis todos te visitan ahítos de fe, A ti, que rivalizas con la santa Isis transformada en Tonanzin, A ti, que despojaste de su templo a otro santo tan romano como tú, al bueno de san Hipólito, que a la vez es padre de la Iglesia y que abominaba del De Anima de Aristóteles, y que es un santo militar, A ti, que todo lo puedes, te invoco. Y te pido con mi conjuro que en este tu día, recuerdes a tu sierva, y le permitas curar su alma de la procrastinación, de los celos y de la debilidad. Y te pido que la auxilies en su búsqueda de los secretos misterios del alma, la mente, y las palabras que son capaces de tocar lo que está afuera... si es que hay un afuera y no es todo una ilusión de palabrejas...
PD: hay que tener cuidado de hacer peticiones a los santos en forma de condicional, si es que éstas dependen de la verdad del antecendente.
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