
De nuevo, el pequeño higo fue a buscar un médico apropiado para él. Y ahora el higo buscó no un médico sino un analista. Listo, iba el higuito buscando un simpático cuchillo de cocina (no se me ocurre otro modo de analizar a un higo... mas que haciendo ficudisección)
(sí, ejem... ficus es higo en latín... sikós en griego).
No es que sea un higuito aventurero y quiera probar todo de una vez. En realidad es que su Tía Blanca le consiguió desde hace tiempo al sicoanalista y ya tenía cita con él, cuando su mamá le consiguió al siquiatra. Y, bueno, la experiencia fue interesante.
Primero como que a higuito le costó menos trabajo echar su rollo (claro, en parte fue más fácil porque se la pasó escribe y escribe, como ya les había contado). Además, algo que sabemos vox populi los filósofos es cómo procede el sicoanálisis. Uno habla y habla como tarabilla, asocia ideas, y luego el analista de higos hace una pregunta muy certera justo en el momento preciso. Bueno, eso, además, nos sale muy bien a los filósofos cuando leemos o escuchamos a otro: en cierto punto hay que hacer cierta pregunta para entender el meollo del argumento. Así uno no se siente todo como que se va perdiendo y como que no sabe por donde va: hay un 'entrevistador' del otro lado. El chiste, supongo, es que a uno le van cayendo los veintes del por qué hace tal o cual... pero... he ahí el asunto.
Una palabra de esperanza que escuchó el higuito de voz de la siquiatra fue que el proceso es limitado: en cierto momento la pastillita será prescindible.
Sí, sí: sé cuál es exactamente el papel de la pastillita: conseguir una 'ataraxia' parcial que le permita a uno pensar (o actuar, digo, según sea el caso). La virulencia de las crisis emocionales son aplacadas de un zarpazo.
Y por testimonio de alguien a quien quiero mucho, así debe funcionar la cosa: primero se alcanza una ataraxia, aunque esta sea artificial (pues se equilibra el desmadre químico en el cerebro), y luego se inicia el proceso de psicoanálisis. Así procedió el analista de quién les hablo: primero lo mandó al psiquiatra, y luego ya podría iniciar el psicoanálisis.
Por supuesto: el chiste del asunto es entender que la 'ataraxia' es, hasta cierto punto, artificial... o ¿qué tanto? ¿cómo saber si el desmadre con Daniel, por ejemplo, comenzó por el desequilibrio, y no, digamos, por factores meramente 'espirituales'?
Aquí mis amados estoiquitos y el Filósofo Aristóteles juegan un papel muy importante, y hacen pensar al higuito sobre la pertinencia de tomar o no el sicoanálisis (HIGUITO IRÁ CON SIQUIATRA, EN ELLO NO CABE DUDA... pero higuito continúa).
Higuito le dijo al ficusdiscernente que a él (al higuito) le parecían demasiado racionalistas las premisas del psicoanálisis en general: ¿Basta conocer las causas de una determinada emoción, o reacción emocional, para que ésta desaparezca ipso facto? Sería tomar, digamos, una postura platónica: nadie desea el mal, quien lo hace es porque no lo conoce.
¿O será que el análisis obra de otra manera? Qué se yo... digamos... el proceso resulta, quizás, supra racional (o a-racional, porque pues irracional no puede ser), y el ir ahondando en los discursos propios lo que hace es que el alma se vaya acoplando y 'educando' (en sentido aristotélico) y adquiriendo hábitos nuevos...
Pero... ¿el hábito tiene algún tipo de importancia en el psicoanálisis?
La siquiatra habla mucho de hábitos. En su página de internet, donde los pacientes 'anónimos' dan su testimonio, todos aquellos parecen agradecer el haber adquirido nuevos hábitos y férrea disciplina. Y, recordemos, el hábito no es algo racional. No se puede adquirir racionalmente. La educación es casi conductista (more aristótelico). Obviamente el siquiatra no pretende que los hábitos se obtengan con las pastillitas: éstas sólo sirven para lograr la ataraxia lo más rápido posible. El proceso de la terapia, me sospecho, es más bien educativo.
Y ¿qué es el análisis entonces?
Uno comprende, supongo, las raíces del propio carácter. Porque en el carácter algo hay, digamos, de corpóreo: ¡hasta de genético! Pero lo otro es producto de las interacciones del paciente, digamos, de su historia personal. Bueno, sabemos el chisme de Freud: que si con mamá te fue así, entonces ahora te relaciones con el mundo asá, y que si papá fue tal, entonces tú te relacionas cual con tal y, etc.
Pero entonces hay que notar que todos los elementos del carácter son 'racionales'. O, mejor digamos, lógicos (de lógos): todos están, finalmente escritos en palabras y por palabras pueden ser conocidos y luego transformados.
No sé, no tengo idea. Hay dos factores de índole meramente práctica los que tienen que ser considerados. No, el sicoanalista no es más barato, en absoluto, que la siquiatra. La sesión de la siquiatra es el doble de cara, pero basta con una vez a la semana. El sicoanalista pretendía que higuito lo visitara ¡tres veces por semana!
¡tres!
¡tres!
¡tres!
Es decir, hagan las cuentas, que a higuito le dieron tremendos calambres en el codo. Lo más espantante fue que quizás, después de un año, la cosa se reduciría a dos veces a la semana...
¡Ok! ¡Higuito lo sabe! ¡El sicoanálisis es un proceso que lleva muchos años! Higuito sabe que le tienen que sacar cada semillita y volvérsela a meter. Si ya lo sabe..
Digamos, más bien, que Higuito comprendió que sus planes de psiquiatra+psicoanalista no eran económicamente plausibles. Pobre higuito. Pero le comenzó a caer gordo que, después, que le vendieran el psicoanálisis como la última moda en Argentina y Europa. Y que le dijeran, muy bajita la mano, que los psiquiatras son chafas porque sólo curan los síntomas y no el 'verdadero' problema.
¡Y no se diga la referencia a que el psicoanálisis trata del ser! y al ser el higuito filósofo ANALITICOFÍLICO... eso le cagó un poco la madre. Es decir: no era necesario venderle nada a Higuito. Higuito es tan escéptico, que la publicidad por sí misma comete el cometido contrario. Higuito es inteligente: sabe leer cuándo le están hablando de publicidad.
Por eso a higuito le pareció muy sana la postura de la siquiatra: ésto es lo que cuesta la consulta, éstas son todas mis reglas, y así se hacen las cosas.
¿Qué tendría que objetar higuito? ¡No le vendan falsas libertades!
Higuito cree que Freud tiene razón, que, en el fondo, las críticas de san Agustín al Estoicismo son las que podría hacer el psicoanalista filosófico a la psiquiatría positivista. ¡Ok!
Pero también Higuito se cansó de tratar de resolver su situación vital por sí mismo. No puede. Acepta el primero de los 12 pasos: higuito solito no puede. Requiere, agustinianamente, de la gracia divina, o la pastillita anti-angustia (anti nudo en el estómago). Higuito es aristotélico: los hábitos no se adquieren mediante la razón. Higuito necesita una ayuda a su voluntad, y un tratamiento no-racional.
Higuito está confundido. Pero la Higuera (o sea, la mamá del higuito) le dijo con la phrónesis que la caracteriza: primero que te saquen de la crisis, y después el análisis.
Ok. Es prudente. Y no sólo eso, sino que eso le permitirá a higuito terminar la tesis, entrar al doctorado, conseguir trabajo y, luego, pagarse su análisis de muchos, muchos años...
Hecho, pues.
Higuto que no va a comer higos hasta que pase por su curso de maniquieísmo-pitagorismo intensivo
PD: ¡Ah! ¡sí! ¡Los espejos cóncavos!... voy a la Wiki... nos vemos después.
(sí, ejem... ficus es higo en latín... sikós en griego).
No es que sea un higuito aventurero y quiera probar todo de una vez. En realidad es que su Tía Blanca le consiguió desde hace tiempo al sicoanalista y ya tenía cita con él, cuando su mamá le consiguió al siquiatra. Y, bueno, la experiencia fue interesante.
Primero como que a higuito le costó menos trabajo echar su rollo (claro, en parte fue más fácil porque se la pasó escribe y escribe, como ya les había contado). Además, algo que sabemos vox populi los filósofos es cómo procede el sicoanálisis. Uno habla y habla como tarabilla, asocia ideas, y luego el analista de higos hace una pregunta muy certera justo en el momento preciso. Bueno, eso, además, nos sale muy bien a los filósofos cuando leemos o escuchamos a otro: en cierto punto hay que hacer cierta pregunta para entender el meollo del argumento. Así uno no se siente todo como que se va perdiendo y como que no sabe por donde va: hay un 'entrevistador' del otro lado. El chiste, supongo, es que a uno le van cayendo los veintes del por qué hace tal o cual... pero... he ahí el asunto.
Una palabra de esperanza que escuchó el higuito de voz de la siquiatra fue que el proceso es limitado: en cierto momento la pastillita será prescindible.
Sí, sí: sé cuál es exactamente el papel de la pastillita: conseguir una 'ataraxia' parcial que le permita a uno pensar (o actuar, digo, según sea el caso). La virulencia de las crisis emocionales son aplacadas de un zarpazo.
Y por testimonio de alguien a quien quiero mucho, así debe funcionar la cosa: primero se alcanza una ataraxia, aunque esta sea artificial (pues se equilibra el desmadre químico en el cerebro), y luego se inicia el proceso de psicoanálisis. Así procedió el analista de quién les hablo: primero lo mandó al psiquiatra, y luego ya podría iniciar el psicoanálisis.
Por supuesto: el chiste del asunto es entender que la 'ataraxia' es, hasta cierto punto, artificial... o ¿qué tanto? ¿cómo saber si el desmadre con Daniel, por ejemplo, comenzó por el desequilibrio, y no, digamos, por factores meramente 'espirituales'?
Aquí mis amados estoiquitos y el Filósofo Aristóteles juegan un papel muy importante, y hacen pensar al higuito sobre la pertinencia de tomar o no el sicoanálisis (HIGUITO IRÁ CON SIQUIATRA, EN ELLO NO CABE DUDA... pero higuito continúa).
Higuito le dijo al ficusdiscernente que a él (al higuito) le parecían demasiado racionalistas las premisas del psicoanálisis en general: ¿Basta conocer las causas de una determinada emoción, o reacción emocional, para que ésta desaparezca ipso facto? Sería tomar, digamos, una postura platónica: nadie desea el mal, quien lo hace es porque no lo conoce.
¿O será que el análisis obra de otra manera? Qué se yo... digamos... el proceso resulta, quizás, supra racional (o a-racional, porque pues irracional no puede ser), y el ir ahondando en los discursos propios lo que hace es que el alma se vaya acoplando y 'educando' (en sentido aristotélico) y adquiriendo hábitos nuevos...
Pero... ¿el hábito tiene algún tipo de importancia en el psicoanálisis?
La siquiatra habla mucho de hábitos. En su página de internet, donde los pacientes 'anónimos' dan su testimonio, todos aquellos parecen agradecer el haber adquirido nuevos hábitos y férrea disciplina. Y, recordemos, el hábito no es algo racional. No se puede adquirir racionalmente. La educación es casi conductista (more aristótelico). Obviamente el siquiatra no pretende que los hábitos se obtengan con las pastillitas: éstas sólo sirven para lograr la ataraxia lo más rápido posible. El proceso de la terapia, me sospecho, es más bien educativo.
Y ¿qué es el análisis entonces?
Uno comprende, supongo, las raíces del propio carácter. Porque en el carácter algo hay, digamos, de corpóreo: ¡hasta de genético! Pero lo otro es producto de las interacciones del paciente, digamos, de su historia personal. Bueno, sabemos el chisme de Freud: que si con mamá te fue así, entonces ahora te relaciones con el mundo asá, y que si papá fue tal, entonces tú te relacionas cual con tal y, etc.
Pero entonces hay que notar que todos los elementos del carácter son 'racionales'. O, mejor digamos, lógicos (de lógos): todos están, finalmente escritos en palabras y por palabras pueden ser conocidos y luego transformados.
No sé, no tengo idea. Hay dos factores de índole meramente práctica los que tienen que ser considerados. No, el sicoanalista no es más barato, en absoluto, que la siquiatra. La sesión de la siquiatra es el doble de cara, pero basta con una vez a la semana. El sicoanalista pretendía que higuito lo visitara ¡tres veces por semana!
¡tres!
¡tres!
¡tres!
Es decir, hagan las cuentas, que a higuito le dieron tremendos calambres en el codo. Lo más espantante fue que quizás, después de un año, la cosa se reduciría a dos veces a la semana...
¡Ok! ¡Higuito lo sabe! ¡El sicoanálisis es un proceso que lleva muchos años! Higuito sabe que le tienen que sacar cada semillita y volvérsela a meter. Si ya lo sabe..
Digamos, más bien, que Higuito comprendió que sus planes de psiquiatra+psicoanalista no eran económicamente plausibles. Pobre higuito. Pero le comenzó a caer gordo que, después, que le vendieran el psicoanálisis como la última moda en Argentina y Europa. Y que le dijeran, muy bajita la mano, que los psiquiatras son chafas porque sólo curan los síntomas y no el 'verdadero' problema.
¡Y no se diga la referencia a que el psicoanálisis trata del ser! y al ser el higuito filósofo ANALITICOFÍLICO... eso le cagó un poco la madre. Es decir: no era necesario venderle nada a Higuito. Higuito es tan escéptico, que la publicidad por sí misma comete el cometido contrario. Higuito es inteligente: sabe leer cuándo le están hablando de publicidad.
Por eso a higuito le pareció muy sana la postura de la siquiatra: ésto es lo que cuesta la consulta, éstas son todas mis reglas, y así se hacen las cosas.
¿Qué tendría que objetar higuito? ¡No le vendan falsas libertades!
Higuito cree que Freud tiene razón, que, en el fondo, las críticas de san Agustín al Estoicismo son las que podría hacer el psicoanalista filosófico a la psiquiatría positivista. ¡Ok!
Pero también Higuito se cansó de tratar de resolver su situación vital por sí mismo. No puede. Acepta el primero de los 12 pasos: higuito solito no puede. Requiere, agustinianamente, de la gracia divina, o la pastillita anti-angustia (anti nudo en el estómago). Higuito es aristotélico: los hábitos no se adquieren mediante la razón. Higuito necesita una ayuda a su voluntad, y un tratamiento no-racional.
Higuito está confundido. Pero la Higuera (o sea, la mamá del higuito) le dijo con la phrónesis que la caracteriza: primero que te saquen de la crisis, y después el análisis.
Ok. Es prudente. Y no sólo eso, sino que eso le permitirá a higuito terminar la tesis, entrar al doctorado, conseguir trabajo y, luego, pagarse su análisis de muchos, muchos años...
Hecho, pues.
Higuto que no va a comer higos hasta que pase por su curso de maniquieísmo-pitagorismo intensivo
PD: ¡Ah! ¡sí! ¡Los espejos cóncavos!... voy a la Wiki... nos vemos después.
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