Valerio:
¡¡¡¡¡¡CÓMO TE EXTRAÑO CARAJO!!!!!!!!!
¿Alguien podría decirle a ese caballero, de los rizados cabellos y las estilizadas manos, que lo estoy extrañando a morir?
Hoy te estuve recordando mucho. Cuando nos conocimos. Cuando te odiaba. Cuando me enamoré de ti perdidamente. Cuando no hacía otra cosa que oír Bossa Nova. Cuando esperaba, religiosamente, todos los martes para verte. Cuando me hacía mensa, en las tardes, para verte salir y despedirme de ti. Y cuando, al verte, no sabía que decirte, y una vez regresaste a ver qué quería decirte, y no supe qué decirte...
Cuando mi pluma fluía cargada de deseo y sublimada en poesía.
Ahora, en estos momentos en que mi psique muestra lo frágil que es, me hundí en los recuerdos que tengo de ti. Y un bálsamo comenzó a recorrer mis venas y mi linfa. Y con todo lo que de imposible tiene mi enamoramiento, no hubo dolor sino suave sanación.
Aún tu intenso fuego conserva algo de lo cálido, a pesar de la distancia. De los meses, de los kilómetros, de la nieve y la lluvia que me separan de ti. Y viene a mi memoria el olor de la hojita del limonero, y el sol de la última tarde en que te vi, y en que debí darte un fuerte abrazo...
Me debes un abrazo, Valerio...
(Hoy, pensar en ti, me ha devuelto la salud)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario