04 abril 2011

Ç

¿Saben? durante 4 horas estuve escribiendo un post. Trataba sobre mi tesis. En realidad les iba a contar cómo descubrí a un director de orquesta y su relación con un director de cine. Pero luego pensé en que aquél encuentro fortuito se parecía a cómo descubrí a Garçeau en el libro de Nuchelmans y terminé tratando de explicarles de qué iba mi tesis.
Y aquello terminó en 7 cuartillas sobre cómo pasar de la affirmatio vel negatio al Speculum Animatum. Por ahora lo único que les voy a decir es que el Speculum Animatum es un espejo cóncavo.
No sé. La libertad que me permite el blog, la informalidad con la que me permito escribir (que a veces quizás sea un insulto para mis lectores) me quitó la glaucopapirofobia gravísima que me acometía estos días. Y en esa serie de ideas inconexas que iba de los lektá estoicos a las intentiones de Avicena, y de la teoría de los dicta de Abelardo a las intentiones de Alberto, por fin pude ver algo.
Todavía estoy asustada ¿y si estoy diciendo un montón de sandeces por mi pésima formación analítica y mi incipiente formación medievalosa? Bueno, pues para eso tengo el asesor que tengo ¿no? para eso sirven los asesores que son especialistas en el tema que una eligió. Es más: una eligió ese tema con carita de "quiero aprender, enséñame". Por eso una decidió no hacer la tesis de Avicena sino de Alberto: porque el asesor es especialista en Alberto. Y una hace caso a su Sen Sei y lee a Rogelio Tocino y a Nuchelmans. Y descubre a Garçeau. Y le manda una un correo preguntándole por el libro, porque una revisó la bibliografía del tomo de su libro que aparece en Google Books y vio que lo cita. Y sí: él contesta que tiene el libro (y escribe el nombre con cedilla "Garçeau" y una se avergüenza toda por la falta de ortografía, hasta que recuerda que la dichosa cedilla no aparecía en la bibliografía de Nuchelmans. La vergüenza no cede, porque ni modo de echarle la culpa a Nuchelmans de la propia falta de atención. Si una se metió a la Wikipedia para no escribir mal Guillgermo de Auvernia, y todavía pone "Auvergne" entre paréntesis, no fuera ser que hubiera dos Guillermos de Auvernia y sólo uno fuera William of Auvergne, y... y...).

4 horas y de pronto sale la posible conexión. 4 horas y una se hace ilusiones de poder decir algo nuevo sobre un tema que no era tan evidente. 4 horas y una reza porque Anzulewicz no haya ya tirado su hipótesis en sus textos en barbárica lengua. 4 horas y una se ríe de Di Martino por las conclusiones que extrae del De Homine: "se trataba de hacer concordar un montón de fuentes diferentes; pero ahora se ha preparado el terreno a Tomás". No. Di Martino ha subestimado demasiado a Alberto. Claro: ella trabajó con la edición de Borgnet. Y aunque ella lea árabe al momento de tratar con Avicena, yo tuve la grandísima fortuna de trabajar con la edición de Anzulewicz, que indica con pulcritud dónde Nemesio es confundido con Gregorio Niceno, o dónde Averroes es tomado por Al Gazali. E indica que hay una obra llamada De forma resultante in speculo, e indica que el mismo Anzulewicz la editó y escribió un enorme estudio sobre ella. Eso sí: en alemán. Sí: Di Martino vive en primermundilandia y lee árabe. Pero yo, acá, en nopaltitlán de las tunas y mis agujeros formativos, tuve la fortuna de encontrarme con un Eón que comunica la luz de las Oiropas a esta mollerita de barro cocido, a esta calaverita de azúcar barroca. Un Eón cuya lengua materna es a la vez el barbárico dialecto de la metafísica y la cálida voz castellana. Realmente mucha suerte. Y también suerte tener la mollerita que tengo: capaz de recibir.

Eso sí. He de admitir una cosa. Le tengo mucha envidia a Di Martino, y por eso cada error que comete me provoca una gran satisfacción. No sólo porque lo identifico, sino por la mala leche que pulula en todas las envidias. Pero a la vez me identifico mucho con ella. Los agradecimientos que escribe se parecen mucho a mis transferencia asesoril-paternal que escribo en estas líneas.

No me hago muchas ilusiones. La bibliografía secundaria pende como una espada sobre mi cabeza: de un momento a otro mis super hipótesis pueden venirse abajo por no conocer bien el tema. Pero tengo la secreta confianza en que estoy descubriendo algo que quizás no sea tan evidente. Algo que quizás no sea tan estudiado. Estoy poniendo un granito de arena. Algo puede resultar de todo esto. Y en todo caso, confío en la brújula del Eón ése, ese mismo que me corrige, discreto pero firme, cuando omito la ç en un apellido francés.

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