02 mayo 2011

el alemán, los ex, la tesis

1.-Aunque venga de vez en cuando a hablar pestes de la germánica lengua, debo hacer unas aclaraciones... no se vaya a ofender la lengua y se haga aún más impenetrable... juar juar... no, no es cierto: justo eso es a lo que he venido. A decir que el Alemán-Tedesco-German-Deutsch es Wunderbar. Y si alguien pretende venir a burlarse de cómo suena, lean en voz alta el griego y ése no suena golpeado: suena ridículo... (lit: produce pequeñas risitas); pero eso no le quita lo hermoso. Además: el alemán entero es como sinfonía de Bétofen. Va desde el susurro melancólico hasta el grito iracundo. Y eso es bueno para una lengua que hace metafísica.

2.- He tenido dos novios. Y puedo decir, guardando las proporciones de cada historia, que ambos han sido, cada uno, el amor de mi vida. Y yo me pregunto si a estas alturas, demasiado vieja para amar por vez primera, demasiado joven para no volver a amar, si a estas alturas de la vida, yo me pregunto, acaso el prodigio habrá de repetirse por tercera vez... o más bien es hora de guardar silencio y dejar de pensar en aquello.
De todo esto, sólo algo me queda claro. Puede que cambien, puede que en 10 o 15 años vuelva a encontrarlos. Entonces podrá ser que olvide su rostro, que la forma de su cara haya cambiado, que la estatua que son represente otra cosa. Pero jamás, jamás habré de olvidar la textura del mármol que los constituye.
(el marinero sube de regreso al barco y yo, detenida por la inmensidad del mar, comienzo a albergar la incómoda sensación de ser una mujer a la espera en su propio puerto)

3.- Perler. Sí, Perler. Para Perler la investigación sobre la intencionalidad no trata del "mapa fenomenológico" simplemente, sino de encontrar los procesos que hacen efectivo el relacionarse con el mundo de dicho mapa. Bueno: por ahora lo único que tengo es el mapa. Y es un mapa ligeramente diferente al de cierto artículo que ayer volví a revisar con cuidado, donde la intentio no sólo se hermana con la aviceniana (tema ya discutido), sino que se confunde un poco (según mi humilde punto de vista) y se pasa por alto que, en realidad, su función es semejante a la de la especie de Tomás: por eso es distinta que la forma. La forma no es signo del compuesto, no podría serlo pues ¡es parte! ¿cómo siendo componente podría significar lo compuesto? Pero la intentio sí significa al todo. Ahora bien: ahí está la respuesta que busqué en Nuchelmans: para poder ser signo del todo, la intentio es producto ¿de qué? del compuesto... o mejor dicho: de la actividad activa del alma que compone y divide. Y de nuevo Perler: el capítulo 1 de De Interpretatione, donde passione animae también es traducido por intentiones, crea un vínculo que, de hecho, no es obvio... por último: la analogía del intelecto con los sentidos ya es célebre y la hace Aristóteles. Ahora bien: Alberto, creo, usa la analogía al revés, y en vez de explicar al intelecto en función de la pasividad del alma sensible, explica la percepción sensible en función de las operaciones intelectuales.
Hasta ahí el mapa fenomenológico. Donde la cosa se pondrá difícil es en de De homine... porque ahí el asunto ontológico (la naturaleza ontológica de esse naturale et esse spirituale vel intentionale) es asás diferente del De anima, merece toooooooodo un capítulo aparte: el speculum animatum en el De anima no viene al caso porque Alberto, por alguna razón desconocida (para mi), vuelve por la senda aviceniana... ¿por qué?


Esponja redactando en chinga...
(esponja, en secreto, quiere que la inviten a un curso en la UAM I sobre intencionalidad. En secreto le reza todas las noches a San Alberto Magno, Patrono de los Científicos Naturales, por que la inviten)

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