Globitos Verdes o de Sísifo

Uno de los temores más temidos en estos asuntos de la tesis es que el asesor (nótense las minúsculas) devuelva una y otra vez el mismo capítulo con más y más y más correcciones. Yo nunca había experimentado algo similar a tal negra leyenda. Y en realidad aún no la experimento. Simplemente he recibido la segunda tanda de correcciones... ahora en globitos verdes.

Las correcciones ahora son distintas. Abundan otra vez los '¿?' cuando esponja usa términos tropicales (esferidades, sin ton ni son, etc), dos o tres precisiones sobre el latín... ¡¡¡tres faltas de ortografía!!! (acá esponja oculta la cara entre las manos llena de vergüenza) y, a estas alturas, lo más temido: dos nuevas recomendaciones bibliográficas. Pero que estuvieron bien: ¡no puedo creer no haber revisado ese artículo para el capítulo de Aristóteles!

En general la tesis va adquiriendo más y más aprobación del Asesor (nótense las mayúsculas). El índice al fin ganó gracia ante sus ojos (verdes, como los globitos) y la tesis le parece cada vez más convincente. La hipótesis detrás del Perihermeneias se va fortaleciendo y, para gratísima sorpresa de la esponja, hasta ahora parece absolutamente original. Y el Asesor dijo unas palabras que agradaron mucho a esponja: "yo también estoy aprendiendo". ¿No es el mejor asesor que puede haber? :-)

El tiempo se nos viene encima. Esponja de plano llevó el plan de trabajo con las fechas en blanco. Asesor firmó primero el plan y luego, haciendo cálculos de tiempos y ocupaciones (las millones de ocupaciones que se vienen para octubre) rellenó los espacios en blanco. Esponja hubiera deseado no deprimirse para que esa tesis quedara más y más y más... ¿y más qué? Ya bien lo dijo J.M. (je, por cierto, citado en mi bibliografía): las tesis no se terminan, se abandonan. Y en algo tiene razón el asesor: ahí viene la de doctorado, y algo de trabajo ya está adelantado. Pero sí necesito más tiempo porque hay que leer aún a Averroes y quisiera que no se quedaran afuera Damasceno y Costa ben Luca. Sobre todo Damasceno, que mete un asunto estoicotototote sobre teoría de la acción, de donde se agarra Alberto en el De homine para explicar cómo funciona la Estimativa.

Y hablando de depresiones... ¿cómo explicarle a la novia del danilo que su deber y obligación de cristiana bautista es disculparme por lo burra y patana que me porté al principio? ¡Ja! ¡qué tramposa soy! ¿su obligación?

Bueno, será su obligación cuando la persuada (porque incluso de la verdad hay que ser persudadido) de que mi arrepentimiento es sincero. Es decir: no se trata de que me justifique: "entiende, estaba muy dolida", "entiende, debes entenderme, ¿acaso jamás te han destrozado el corazón?", o quizás así: "lanzaba palos de ciego cegada por el dolor, y ni siquiera era el dolor de perderlo, sino otro dolor que aún no comprendía y que punzaba desde más allá de las profundidades del vientre y los padres simbólicos". No. No se trata de que me entienda o comprenda. Se trata de que vea clara y distintamente que mi arrepentimiento es sincero. Que en mi mora el 'no debió haber sido así'. Que el hubiera del arrepentimiento es sincero.

Eso me recuerda las largas pláticas con Xésira. Entonces ella me decía que yo como novia debía odiarla a ella como exnovia. Y yo le decía que no, que para nada (y en silencio pensaba: es obvio que es al revés), y que yo comprendía que más bien yo no pudiera caerle bien. Y bueno, es que Xésira hizo un esfuerzo sobrehumano por hacer amistad conmigo. Y yo comprendí todo lo que de doloroso tenía eso. Pero aquí es diferente: yo me lancé con todo contra la ahora novia del danilo. Pero ¿por qué contra ella? Bueno: a ella jamás la ataqué. Ataqué su relación. Eso. Y eso es atacarla a ella.

Eso sí, si ella no puede vencer la repulsión que le provoco, pues ni modo. Es decir: es no darse cuenta del enorme poder que otorga la amistad. Y no lo digo ñoñamente, lo digo maquiavélicamente. Es, digamos, una buena manera de neutralizar las debilidades.

Y hablando de debilidades, yo les dejo el inicio de la tercera intempestiva de Nietzsche. De malora le comenté al danilo ahorita en la noche: "disfruta tu relación perezosa". Soy mala, su relación tiene muchas cosas buenas, encontró la ternura que tanto buscaba, y a alguien capaz de sostenerlo como yo no fui capaz. Y lo último catártico que haré en contra de ellos (y un poco en el tono de "al fin que estaban agrias, dijo la zorra") serán estas palabras de Nietzsche. De acá pa'lante todo será buena vibra para ellos dos.

Al preguntársele cuál era la característica de los seres humanos más común en todas partes, aquel viajero que había visto muchas tierras y pueblos, y visitado muchos continentes, respondió: "la inclinación a la pereza". Algunos podrían pensar que hubiera sido más justo y más acertado decir: "son temerosos". Se esconden tras costumbres y opiniones. En el fondo todo hombre sabe con certeza que se halla en el mundo una vez, como un unicum, y que ningún otro azar, por insólito que sea, podrá combinar otra vez una multiplicidad tan diversa y obtener con ella la misma unidad que es él; lo sabe, pero lo oculta como si le remordiera la consciencia. ¿Por qué? por temor al prójimo que exige la convención y en ella se oculta. Pero ¿qué obliga al único a temer al vecino, a pensar y actuar como lo hace el rebaño y a no sentirse dichoso consigo mismo? El pudor acaso, en lo menos; pero en la mayoría se trata de la incomodidad, la indolencia, en una palabra, de aquella inclinación a la pereza de la que hablaba el viajero. Tiene razón: los hombres son más perezosos que cobardes, y lo que más temen son precisamente las molestias que les impondría una sinceridad y una desnudez incondicionales.

Frederich Nietzsche

Tercera Intempestiva

tr. Luis Fernando Moreno Claros

Esponja siempre desnuda

PD: ¡jajajaja! acabo de entender por qué estos globitos son verdes...