20 septiembre 2011

Si Tacuisses...


1.- Voy a comenzar a leer a Boecio en latín. A ratitos. Chiquitos. Total: algún día tendré que presentar los extras de latín (no, no en esta ronda) y es significa latín clásico. Además ¿qué clase de medievalista sería yo si no leyera al maravilloso Boecio en latín?

2.- Y esto viene a cuento del Tacuisses. No viene al caso el por qué me aprendí la frase (y toda la paranóia que traigo al respecto). Pero el asunto es que hoy callé. Y cuando mis amigos me urgieron una respuesta de por qué no opiné ni traduje ni discutí, les contesté: pues estamos leyendo sobre cómo el que niega el ppo. de no contradicción simplemente no puede razonar. Y asumí, por mor del argumento, la apuesta. Y le di razón a Aristóteles: callé. Pero en realidad callé porque, como dice el dicho, es mejor callar y parecer tonto que hablar y demostrarlo.

3.- Hoy la linda de linda e inteligente de inteligente Federica me escuchó todo el rollo de la tesis. Fue entonces que pude plantearle todo. Creo que al fin tenemos capítulo...

4.- Defiéndase de su higoanalista. Es decir: usted le dice que tiene un problema para cumplir compromisos. Él te dice que es quizás porque no te haces cargo de tí misma. Tú le dices que siempre te sientes culpable, como con el cigarro, como el alcohólico por no beber. Que te sientes impotente. Entonces tú, pequeño higuito, piensas que pagarle más de lo que ganas es quizás no hacerte cargo de tí misma. Que quizás hacerte cargo de tí misma es ir a Higuitos Anónimos, que es gratuito. Porque, finalmente y algo en lo que el higoanalista no se equivoca, es que acabaste con él porque te rompiste y dejaste que todos tus pedacitos los recogieran mamá y papá. Te quebraste higuito, te quebraste. Pero ya estás más recompuesto higuito.

Y ¿recuerdas, higuito? ¿cuando cambiaste de asesor? Entonces veías al Demiurgo como el ordenador y proveedor de todas las cosas. Y lo llegaste llegar esa mañana –del mismo día en que decidiste irte con el Lobo– y lo viste como un enorme árbol cuya frondosidad te protegía. Pero ya lo habías decidido: aunque todo fuera más difícil, aunque todo se veía más oscuro. Pero sabías entonces, higuito, que primero es lo primero, y que lo primero era dedicarle toda la vida a aquello que arrebataba pasiones nouménicas. Y le dijiste al Demiurgo que te irías (también lo hiciste en el orden que consideraste correcto: primero hablaste con el Demiurgo). Y después, esa misma tarde, le mandaste un correo al Lobito preguntándole en tono muy hipotético si te dirigiría la tesis... y luego resultó que tu Lobito también te ha procurado, a su manera. Y en octubre estarás albertiando frente a los gringos. No Higuito, no. No erse un cobarde. No esperas que te lo resuelvan todo. Sólo que te quebraste en Enero. Pero ya, ya están soldando tus piezas. Paciencia Higuito. Y defiéndete de tu higoanalista.

5.- Sea paciente con su higoanalista.
Fuiste a ver a tu abuelita. Todo comenzó cuando tu tío, el que se hacía cargo de ella, enfermó. Tu otro tío se quedó sin carro y, de pronto, nadie podía ir a acomodarle en las cajitas sus medicinas. Entonces tú te preocupaste pero pensaste "no es mi rollo". La relación con tu abuelita siempre ha sido tensa. O comenzó a serlo en tu adolescencia. Pero entonces tu primo, entre asustado por lo que le ocurría a su padre, y con un gran sentimiento de impotencia por no poder resolver la situación dijo que si tu papá y tu otro tío no se hacían cargo de ella, la meterían a un asilo.
Tú, al principio te indignaste. Ya estabas harta de ver cómo la gente saca a rastras a los ancianitos de sus casas para quitarse de preocupaciones (y, en este caso, además aprovechar la casa).
Luego comprendiste que tu primo tenía razón: era la única manera en que él podía resolver la situación. Valoraste las cosas: no se te exigía sino un domingo a la semana. Fue curioso. Tu papá se ofreció a correr con los gastos (ultimadamente en este momento él te mantiene, así que era una especie de "servicio" a la comunidad). Pero entonces tu mamá, la ex-nuera de abuelita, te prestó carro y te dotó con 500 pesos para gasolina y comidas. Y tu amigo Paco se ofreció a acompañarte por primera vez.
Íbamos muertos de miedo. Mi tía, la nuera que pasaba por un momento de gran angustia al ver enfermo a su marido, habló cosas horribles de la abuelita. Y de veras temimos encontrarnos a una viejita resentida y horrorosa.

Pero no.

Mis dos abuelitas son mujeres extraordinarias y especiales. Y ella no nos defraudó. No se quejaba en tono lamentoso. No. A pesar de sus limitaciones trató de ofrecernos casa y ambiente agradable. A pesar de que le falla la memoria y no recuerda que nos acaba de contar hace cinco minutos lo que ahora repite, son historias divertidas contadas con el ánimo de alegrarnos. Y poco a poco Paco se fue encariñando con ella. Y ella con él. Y los domingos se han vuelto nuestros domingos de abueliar.

Y tú ee encontraste a la abuelita de mi infancia. La que se desvive por hacernos su casa divertidísima, contarnos chistes, ofrecernos café. Y todo ha ido alegrándose y volviéndose feliz.

Tu tío ya está bien. Tu tía te pregunta si vas a seguir yendo, porque ellos ya pueden hacerse cargo de nuevo. Tú insiste en seguir yendo: nadie se había preocupado por su salud, y al fin tu papá aceptó pagar un especialista y no obligarlos a todos a formarse en las filas del IMSS. Además ya le están arreglando sus papeles (*aquí me ahorro un comentario de mi tía por el cual ya jamás la podré volver a ver como antes*), y su casa. Para que ella la disfrute muchos años todavía.

Este domingo (Todo esto viene a cuento por lo de este domingo) abuelita te dijo que estaba orgullosa de ti por seguir esforzándote en tus estudios.

Y entonces tu te das cuenta de que ese reconocimiento, por alguna razón, te ha calado más que todo y todos. Y decides ponerte a redactar, al fin, el capítulo de Aristóteles.

*lagrimita*

6.-

Spiritus

רוח

πνέυμα

Así te llamas hoy, quizás mañana te llame simplemente amigo :-)

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