06 septiembre 2011

Spieglein

"Spieglein, Spieglein an der Wand,
Wer ist die Schönste im ganzen Land?"


La mitad de los chistes que hago cuando estoy frente al higoanalista* los hago para sacarle una sonrisa. Cuando sonríe siento la endorfina de un pequeño triunfo.

Me ocupo solamente del fantasma que dejo impreso en los demás. Son como mi espejos: si los hago sonreír es que me veo hermosa. Solo puedo amarme en sus ojos. Narciso

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Diálogo sobre Valerio

Para efectos prácticos ha vuelto Valerio.
Jamás había tenido un espejo de esas proporciones.

—Importa el tamaño y la calidad del espejo
—¿En el fondo no habrás creado una oda a Valerio en este blog porque necesitabas que tu espejo fuera extraordinario y maravilloso?
—Momento: para eso cree al Demiurgo (¡vaya! ¡yo creando Demiurgos!)
—¿Y quién querías que te quisiera? ¿Valerio o Demiurgo?
—Si te contestara con mi aparato autojustificatorio, diría que quiero que el Demiurgo me admire. Pero quiero que me quiera Valério. O a Valerio lo quiero. Pero el maldito Demiurgo se interpone. No... no es cierto
–¿Cómo te sentiste hoy en el seminario?
–Mal. Mi mente estaba ocupada en muchas cosas. Me senté detrás de uno que era a la vez dos. No es que fuera y no fuera. Era ambos...
–¿Quienes eran?
–Primero era Valerio. Y entonces descubrí que todavía me gusta. Y eso estuvo malísimo porque en vez de ocuparme sobre si eran matemáticos o manzanas, me ocupé de sus manos y sus ojos, y me morí de celos pensando en que veía que la única estúpida ahí era yo, y que hay muchas muchachas listas e inteligentudas y trabajadoras y...
–¡Momento! ¿qué eso no es Demiurgo?
–No... ahora que lo pienso Demiurgo es algo mucho más abstracto. Es al pedacito al que le dedico un pedacito de mi tesis. Pero no, no le quiero dedicar a ese pedazo la tesis. O bueno ¿sí? ¿Quién es Demiurgo?
–ejem... yo hago las preguntas: ¿quién es Demiurgo?
–Demiurgo es al primero que conocí. Aquél al que aborrecí por presionarme cuando entré a la maestría. Aquél que me pareció buen Sen Sei para imitar. Su modo de trabajar, su modo de dar clases...
–¿Qué ése no es Valerio?
–No, Valerio es... es algo visceral... es el que me gusta. Es el que platica conmigo...
–Lo siento: ése con quien platicas no es Valerio ni Demiurgo.
–¿Entonces?
–Ése se llama Ricardo. Y ése no es un personaje tuyo. Y es al único que se le puede querer. Los otros dos son tus espejos...
–De ese no quiero hablar aquí.
–Haces bien, porque a él es al que hay que hablarle. Es de carne y hueso.
–A ese lo quiero de amigo. De amigo real... pero Valerio no me deja.
–Pues a ver qué haces con Valerio
–Un cuento...

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*Higoanalista: dícese del médico de higos. Gracias a la RAE que se ha empeñado en desterrar la psi, ahora los higos enalmados podemos acudir al análisis. (Sikós, en griego, es Higo)

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Ok... de todo esto me queda una cosa clara: Dennett está mal. ¡Por supuesto que somos un teatro cartesiano! (cartesiano estaba mal: el que se inventó esa metáfora fue Símaco y luego Cicerón. Agustín le dió el toque que más reconocemos como Cartesiano, y de Lulio salió la versión Leibniz) Pero, digo, Dennet está mal. Obviamente todos somos un teatro... sin espectador, eso que ni qué...

sin espectador...

(o quizás sí lo haya, pero no es un homunculo, sino esa facultad misteriosa del alma (encontrada y descrita por los cientistas (sic) cognitivos, que contempla, sin decidir nada, cómo reacciona este pobre cuerpo sin alma)

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