Pues ya ven: el hebreo (y peor el árabe) tienen un montón de guturales. Que una suavecita, que otra como la jota mexicana, que otra como la j española, que otra más profunda, y el árabe tiene además una que vibra allá casi a la altura del esófago... o algo así. Por eso dudé.
Bueno, lo importante del Reporte Tesístico de hoy ya lo dije en el interludio. Y no, invertí el orden del plan, así que todavía no empiezo con Wirmer. Bueno... en fin...
Y luego, eso de los sueños bajo el influjo de la gripa. ¡Ay esos sueños! Si Victor Caston tuviera razón sobre la fantasía en Aristóteles (o, mejor dicho, si Aristóteles hubiera tenido razón, y lo que hubiera querido decir hubiera sido lo que dice Caston), lo que me ocurrió anoche fue que una reciente impresión en mis sentidos se me apareció, en sueños, transformada y alterada por mis 'calenturas' (sí... en cuantos sentidos lo quieran leer.... además, ocurrió que la alteración no hizo de una salamandra un Dragón, sino que volvió a mi fantasma muy complaciente).
Y sí... desperté con esa sensación de ¡maldita sea la realidad!... Y en la mañana me hice pan francés, y jugo de naranja, y avena de Cuáqueros instantáneos, y tacita de café (¡pero con qué hambre desperté!) y me trataba de acordar del sueño, cada detalle, cada centímetro cuadrado de la piel soñada.
*sigh*
Dice el Paco que tengo "mal de ausencia". Pero bien sé (y lo saben y sabemos todos) que esos fantasmas me atacaban con mucho mayor fuerza cuando era novia del Danilo (¡y cuando vivía conmigo!). ¿Por qué? no, ahorita no tengo ganas de psicoanalizarme. Lo que sí me queda claro, es que desde que estoy solita conmigo y mi'alma, cuando vienen esos fantasmas a visitarme (fresquísimo fantasma adquirido el martes), ahora vienen más humanos. Como que estamos pasando de Plotino a Alcibiades... pero ya, dejemos el tema en paz.
(Lo que sí me queda claro es que, en aquellos times de la calentura mayor, mis celos eran pacíficos y me descargaba escribiendo cuentos sobre mi "rival de amores" y de ahí no pasaba. Pero con otro fantasmita, por ahí, –también fantasma de calenturas pasadas– los celos eran arranques de rabia inaudita, dolorosa, se me abría el pellejo en dos. Y en una de esas me largué a Puebla. Y en otra de esas quise agarrarlo a trancazos –y, arrepentida, pedí disculpas que, al final de cuentas, ni se entendieron a qué demonios venían, y me comencé a hacer mi fama de deschavetada– y, si no me equivoco, la última vez simplemente me quedé dormida. Total que mi psique ahora está toda echa bolas... pero no me voy a poner a desenredarla. Me voy a poner a acabar la tesis. Y luego, ya titulada, haré mi propio Banquete, y vendrá Esponja a decirle a Alcibiades que qué poquita cosa era su sufrir: los míos son bellos por dentro y por fuera, y las plumas fédricas que quieren volar hacia la belleza, a veces, son deseo pero a veces son ira. Supongo que hay que ser una mujer de fuerza inaudita para soportar amar tantísima belleza sin destruir al mundo de un zarpazo enamorado... es que, esa belleza en particular, duele).
Ya me voy... Wirmer... Versio Parisina... intentiones...
Iracundas intenciones...
Y fue la tarde y la mañana, día ח (o sea, jet pero con 'j' baturra).
Video de hoy... Silvio Rodríguez, pues evoca mi edad puberta. Esta canción me gusta muchísimo. La primera vez la escuché en un disquito de vinilo de 48 rpm. (¡nos costó un trabajo encontrar el aditamento! ¿recuerdan? los tocadiscos traían una especie de tapa para esos discos, cuyo centro era gordo y no sólo un hoyito). Luego la traté de tocar en la guitarra. Creo que pude una vez: si un acorde en séptima era algo común, aquella canción tenía en novena y en octava y no sé cuánto más... era rarísima. Y la letra... tan simple (e inteligible, cosa rara en Silvio). En fin. Ahí se los dejo. Yo ya vine a curarme aquí de mis calenturas y me regreso a la tesis... ciaito, mua, mua.
PD: Hoy se murió Nazar Haro. Hoy mismo comprendí por qué mi obsesión con los tiempos de la KGB y la Stasi... fue algo así como descubrir que los perseguidos por Nazar Haro soñaban un mundo comunista porque no sabían que allá había muchos Nazares Haro también... nos parecíamos tanto...
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