17 abril 2013

enferma

Estoy enferma. No sé de qué. No sé si sea un malestar pasajero o el principio de un fin prematuro. Estoy dramática, sí. Ayer vi a alguien que, asumo, está molesta conmigo. O soy una paranóica. No me saludó. En el fondo, es la culpa lo que alimenta la paranóia. Me gustaría explicarle muchas cosas. Pero tampoco tiene caso: no entendería que, como suele ocurrir en estos caso, soy incapaz de enojarme con quien debería y me enojo con quien no debo. No entendería. Es una persona noble: la gente noble no entiende las pocas nobles acciones de quienes no lo somos. 

Estoy enferma. Extraño esa época en que leía muchas novelas. No debí leer muchas novelas, debí hacer la tesis. Pero estaba atorada y aterrada, y las novelas eran un descanso de todo. Un viaje. Necesito viajar, ir a los mundos de Truman Capote, o a la guerra de Vasili Grossman, o al invierno del hambre de Kapuscinsky y de Mulisch, o a Dresde de Uwe Tellkamp (acá el nombre de pila es fundamental, ¡Oh omnisciente buscador de Google!), o ir al futuro medieval de Walter Miller (acá el nombre de pila también es fundamental, pero por la razón inversa: no hablo de Henry, ni de Arthur, sino de Walter). Necesito salir. 

Estoy enferma. Pero aún hay muchas cosas que hacer. El que se haya acabado lo que en realidad no se acabó (cada vez que pasa el tiempo se me ocurre mejor como defaçer el entuerto de esa pobre tesis), no quiere decir que haya en realidad acabado todo. Se me sigue haciendo un mundo todo. Enorme, imposible de escalar. Tengo que salir, pero no sé con qué energías. Tengo ochenta años. Si hubiese una frase para cada uno de ellos, el de uno sería "ni que tuvieras ochenta años" y la del otro "primero lo primero". Y las leerían grabadas en el corazón... en el mío, ese corazón de cera peluda del Teeteto

Estoy enferma... y me iré a dormir. Espero despertar que hay mucho que hacer todavía... 


2 comentarios:

luciana Rubio dijo...

Vamos al doctor.

Anónimo dijo...

Acuda al doctor

M.