28 abril 2013

Guardapelo (segunda versión)


Verán ustedes, en tiempo real, cómo se hace un pinche cuento ñoño, luego se desbarata y se vuelve a hacer para ver si se le baja lo ñoño... 


***

Paso uno: tachar y corregir:


Ayer compré un guardapelo. Desde que entré a trabajar a la escuelita no me había comprado nada, ni un libro. Estoy ahorrando se supone, aunque no lo consigo con gran eficiencia. Pero al fin y al cabo pude ahorrar lo suficiente para poder comprar el guardapelo sin sentir que muerdo demasiado los ahorros. 

Y entonces me pregunté ¿Para qué quiero un guardapelo? ¿qué puedo guardar aquí?  ¿Para guardar pelos? Y hubiera querido decirte ¡Vamos! puede decirse de otra manera menos pedestre. Por ejemplo  puedo susurrarte "regálame un rizo para ponerlo para justificar el gasto absurdo en una cajita de chapa de oro". ahí envuelto en papel de china, y llevarlo en el pecho. Y me reí... ¿que para qué lo quiero? pensé ¿crees que para hacerme un clon de él tuyo(la genética le ha quitado romanticismo a los guardapelos y a los pelos guardados: suena, además a un modo demasiado rebuscado para pedirte un hijo pero todavía no, todavía no). Aún más ñoño y ridículo fue el siguiente pensamiento suenaes que te pido un rizo porque es la única manera en que podré tener tus cabellos en el mi pecho. Y me imagino que pasar los dedos abiertos entre tus rizos no es lo mismo que guardar un rizo tuyo en el seno.

Tengo un guardapelo. Lo abro. Lo que me encanta de esas cosas es que de él es que, al tener bisagras, son como tiene puertas o pasadizos a ¿dónde? ¿y a dónde abren? Lo más común es meter un símbolo de algo y hacerlos puerta hacia los recuerdos. Pero yo no quiero eso. Abro mi guardapelo y hay ahí sólo oquedad. está todavía vacío. Quisiera inaugurarlo, meterle toda una historia nueva, ciudades y funiculares, aventuras, ríos, vapores, cimas y nieve. ¡Que ahí cupiera toda Dresden!

Y brilla. Más que otra cosa, el ser un adminículo brillante lo hace mágico. En el sentido más pedestre y literal: cuando era niña fui bombardeada por esas caricaturas japonesas donde los personajes estaban llenos de artilugios mágicos. Y de niña jugaba a que tenía adminículos mágicos que me daban poderes como volar, ver el futuro, leer la mente, viajar en el tiempo o tele transportarme. Y así es mi guardapelo...

El guardapelo podría tener de esos espejitos cuya óptica es tal que cabe perfectamente el rostro del que lo mira en apenas dos centímetros cuadrados. O podría guardar una carta con palabras mágicas... o un pergamino escrito en hebreo con un conjuro para despertar al Golem. O un poco de arsénico para envenenar a un rey. O un conjuro, o flores secas, o un trébol de cuatro hojas, o un insecto disecado. O un bigote de gato... o cualquier otra cosa perfecta para lanzar a un cazo de bruja y terminar un hechizo.

¿O una foto? No, no ¡qué horror! no quiero meterle una foto. Quisiera nada más invocar a algún espíritu y transformarme en un ser maravilloso. O simplemente que, cuando me veas, lo busques con la mirada... Sí, eso... ¡que lo busques! Que quede atrapada tu mirada entre sus tapas. Que te preguntes ¿y cómo será?

La cadena del guardapelo es muy larga. No puedo evitar que caiga en el seno, lo cuál es una ventaja cuando lo quito del alcance de los gatos. Rato después Cuando lo saco y siento cómo se ha calentado. Quizás perfume debería guardar entonces, o alguna otra cosa susceptible al calor humano. O Sería genial que guardara mi calor... y dejarlo olvidado, como zapatilla de Cenicienta, que lo encontraras y al abrirlo te iluminara.

En el fondo, la verdad es que quisiera meterme al guardapelo. Y que alguien lo abra y encuentre a una palomita diminuta dormida entre sus mini sabanitas. Que se encuentre también a unos mini gatitos cuyo ronrón se alcance a escuchar. Y mire una mini edición de Auge y Caída del Tercer Reicht, de William Shirer sobre las sabanitas que al fin y por haber terminado la mini tesis, la mini palomita se pudo poner a leer. Y que, quien nos mire, alcance de alguna manera que no puedo imaginar cómo a tocar el sueño que está teniendo. Un enorme y desmesurado sueño donde está acariciando tu cabeza y tus rizos que no caben en el guardapelo.

***
Paso dos: reunir resultados:

Ayer compré un guardapelo. ¿Para qué lo quiero un guardapelo? ¿Para guardar pelos? ¡Vamos! puede decirse de otra manera menos pedestre. Por ejemplo, puedo susurrarte "regálame un rizo para justificar el gasto absurdo en una cajita de chapa de oro"¿Que para qué lo quiero¿crees que para hacerme un clon tuyo(la genética le ha quitado romanticismo a los guardapelos y a los pelos guardados: suena, además, a un modo demasiado rebuscado para pedirte un hijo pero todavía no, todavía no). Aún más ñoño y ridículo suenaes que te pido un rizo porque es la única manera en que podré tener tus cabellos en mi pecho.

Tengo un guardapelo. Lo abro. Lo que me encanta de él es que al tener bisagras, tiene puertas. ¿Y a dónde abren? Abro mi guardapelo y hay ahí sólo oquedad. Pura potencia. Quisiera inaugurarlo, meterle toda una historia nueva, ciudades y funiculares, ríos, cimas y nieve. ¡Que ahí cupiera toda Dresden! La cadena del guardapelo es muy larga. No puedo evitar que caiga en el seno. Cuando lo saco siento cómo se ha calentado. Sería genial que guardara mi calor... dejarlo olvidado, que lo encontraras y al abrirlo te iluminara, te encendiera las mejillas, entibiara las imágenes que guardas de mi en tu memoria. 

En el fondo, la verdad es que quisiera meterme al guardapelo. Y que alguien lo abra y me encuentre a una palomita, diminuta, dormida dentro de él entre sus mini sabanitas. Que se encuentre también a unos mini gatitos cuyo ronrón se alcance a escuchar. Y mire una mini edición de Auge y Caída del Tercer Reicht, de William Shirer sobre las sabanitas que al fin y por haber terminado la mini tesis, la mini palomita se pudo poner a leer. Y que, quien nos mire al mirarme, alcance de alguna manera que no puedo imaginar todavía cómo, a tocar el sueño que estoy teniendo. Un enorme y desmesurado sueño donde está acariciando tu cabeza y tus rizos que no caben en el guardapelo. que no cabe en el guardapelo, donde tu cabeza sube y baja acomodada en mi pecho. 


***

Tercer intento: 


Ayer compré un guardapelo. ¿Para lo quiero? ¿Para guardar pelos? ¡Vamos! puede decirse de otra manera menos pedestre. Por ejemplo, puedo susurrarte "regálame un rizo de tu cabeza para guardarlo entre sus tapas. para justificar el gasto absurdo en una cajita de chapa de oro"¿Que para qué lo quiero¿crees que para hacerme un clon tuyo(la genética le ha quitado romanticismo a los pelos que se guardan en guardapelos: suena, además, a un modo rococó para pedirte un hijo pero todavía no, todavía no). Aún más ñoño y ridículo suenaes que te pido un rizo porque es la única manera en que podré tener tus cabellos en mi pecho.

Tengo un guardapelo. Lo abro. Lo que me encanta de él es que al tener tiene bisagras, tiene puertas. ¿Y a dónde abren? Abro mi guardapelo y hay ahí sólo oquedad. Pura potencia. Quisiera inaugurarlo, meterle toda una historia nueva, ciudades y funiculares y ríos cimas y nieve. ¡Que ahí cupiera toda Dresden! 

La cadena del guardapelo es muy larga. No puedo evitar que caiga en dentro del seno. Cuando lo saco siento cómo se ha calentado. Sería genial que guardara mi calor... dejarlo olvidado, que lo encontraras y al abrirlo te iluminara, te encendiera las mejillas y entibiara las imágenes que guardas deas en tu memoria. 

En el fondo, la verdad es que quisiera meterme al guardapelo. Y que alguien que lo abra me encuentre, diminuta, dormida y atrapada dentro de él. Y que, al mirarme, alcance de alguna manera que no puedo imaginar todavía cómo a tocar el sueño que estoy teniendo. Un enorme y desmesurado sueño que no cabe en el guardapelo, donde tu cabeza sube y baja acomodada en mi pecho. 


***

Versión final:


Ayer compré un guardapelo. ¿Para lo quiero? ¿Para guardar pelos? ¡Vamos! puede decirse de otra manera menos pedestre. Por ejemplo, puedo susurrarte "regálame un rizo de tu cabeza para guardarlo entre sus tapas"¿Que para qué lo quiero? ¿crees que para hacerme un clon tuyo? (la genética le ha quitado romanticismo a los pelos que se guardan en guardapelos: suena, además, a un modo rococó para pedirte un hijo pero todavía no, todavía no). Aún más ñoño y ridículo suena: es que te pido un rizo porque es la única manera en que podré tener tus cabellos en mi pecho.

Tengo un guardapelo. Lo abro. Lo que me encanta de él es que tiene bisagras, tiene puertas. ¿Y a dónde abren? Abro mi guardapelo y hay ahí sólo oquedad. Pura potencia. Quisiera inaugurarlo, meterle toda una historia: ciudades y funiculares y ríos y nieve. ¡Que ahí cupiera toda Dresden! 


La cadena del guardapelo es muy larga. No puedo evitar que caiga dentro del seno. Cuando lo saco siento cómo se ha calentado. Sería genial que guardara mi calor... dejarlo olvidado, que lo encontraras y al abrirlo te encendiera las mejillas y entibiara las imágenes que guardas mías.

En el fondo, quisiera meterme al guardapelo. Y que alguien que lo abra me encuentre, diminuta, dormida y atrapada dentro de él. Y que, al mirarme, alcance de alguna manera –que no puedo imaginar todavía cómo– a tocar el sueño que estoy teniendo. Un enorme y desmesurado sueño que no cabe en el guardapelo, donde tu cabeza sube y baja acomodada en mi pecho. 



No hay comentarios.: