08 mayo 2013

Debí decir Kilwardby (otra de querido diario)

No, no es cierto. Me gusta Alberto. Denso y universal; con poca claridad expositiva. Gran parte del esfuerzo siempre es tratar de sistematizarlo. No, no me mal entiendan: escribió Summae y Commentaria. Por supuesto que es un filósofo sistemático. Pero ¿cómo podría decirlo? Al menos en el De homine escribe haciendo trenzas. Al menos eso fue lo que pasó en la sección del De sensus communis. Había tres temas que aparecían simultáneos: el significado de recibir la forma sin la materia, el tipo de juicio propio del sensus communis, y la relación entre la imago la intentio y la memoria. Ese maldito capítulo que tanto odió mi asesor fue sólo un cabo de la trenza: el juicio del sensus communis. Desenredar la trenza fue lo complicado. Todo lo demás, no. La interpretación no es difícil porque Alberto no es oscuro: sólo escribe de modo sui generis

Pero sus ideas, al parecer, no lo son. Ya me lo había advertido el asesor... quizás, hace ya tantos años, cuando me preguntó a quién elegía, si a Kilwardby o a Alberto Magno. La última vez que nos vimos me lo volvió a decir: mucho de lo que toma Alberto está en Kilwardby... ¿será bueno cambiar el tema, ahora que aún no hay proyecto de doctorado? Hay un brasileño (¿o será portugués?) que escribió un tremendo artículo sobre la percepción activa en Kilwardby. No sé... quizás lo mejor sea seguir destrenzando y despeinando la cabellera argumental de Alberto... encontrar a Kilwardby como una de las cintas que sujetan aquél universal peinado... no sé. Estoy pensando... 

Y, claro, para pensar con más calma, quisiera encontrar nuevo trabajo. El viejo, el de las redes sociales. Ése tiene varias ventajas sobre el que ya voy a perder (para empezar eso). Uno es que está cerquita de mi casa. Otro es que, aunque dura 8 horas, sólo son esas 8 horas ahí. No es cansado. No termino hecha una piltrafa como con las clases. Me quedan otras muy buenas 8 horas para trabajar. Soy muy rápida en ese trabajo. Y aprendí mucho. Nada de filosofía, eso sí. Y no hay desgaste emocional: no hay que estar luchando día a día por el respeto de un montón de akráticos estudiantes. 

Y tengo que encontrar al psicólogo. O al psiquatra. O a lo que sea. He logrado identificar un montón de focos rojos en mi pobre psique... pero eso no parece bastar para sobreponerme a ellos. También me gustaría volver a nadar (al menos ya superé la etapa de tragarme la mitad del agua de la alberca). Y dejar de fumar. Y... no sé. Llevo dos días en crisis. Mandé un correo. ¿Qué estupideces habré dicho para que no me lo contesten? ¿VEN CÓMO NECESITO VOLER AL PSICÓLOGO? Si no me lo han contestado es por razones que me son ignotas y desconocidas ¿para qué ponerme a paranoizar con que dije tal o cuál? ¿Ven cómo estoy loca? ¿Ven cómo... ? Focos rojos...

De todo esto, lo único bueno es que me emociona mucho hacer el proyecto de doctorado. Comencé a leer el Perihermeneias, les había contado. Y aparece el famoso Papias y un montón de cosas que no entiendo. Pero eso está bien: será cosa de ir agarrándole la onda. Y, sobre todo, aparece el elicit como un término referido a extraer algo: extraer la conclusión de las premisas, para empezar. Eso lo dice Alberto al momento de distinguir entre el campo de estudio del Perihermeneias y de Analíticos Primeros. Ya veremos, ya lo conoceremos... ya ponderaremos si seguimos con el amado Doctor Universalis... a quién, espero, ya le he ido agarrando su modo... su modo trenzado, su modo universal. 

Me voy, que tengo que diseñar unos exámenes finales y extraordinarios. Y terminar con el issue prepa de una vez.

Esponjis.

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