18 julio 2013

Sigo sin poder sentarme a escribir nada.
En el post pasado –y oculto– vino la dulce María de Laos a dejar un comentario. Y estoy apenada por haberlo escondido. Luego vino el señor M e hizo comentarios sobre lo oculto. Me da pena haber ocultado esas cosas, pero estas son las consecuencias de que este ahora ultraabandonado blog esté relacionado claramente con un rostro (y mi manía de usarlo de mensajero). 

Sigue sin ocurrírseme qué escribir. Pero vengo nomás a pedir disculpas por la borradera y, en todo caso, por la anterior publicadera. 

No me dejen de querer. 


No hay comentarios.: