25 agosto 2013

Las cartas sobre la mesa

Antes de antes, antes del principio, antes de que todo se hiciera añicos, apareció el tarot en mi vida. No sé cómo. Como todo ese tipo de rollo raro, yo lo encontré, se lo señalé a Daniel y él terminó haciéndose fan del asunto. Así pasó con la yerba mate, así pasó con el tarot. 

Quizás todo empezó en Coyoacán. ¿Recuerdan los tiempos del viejito del no le saque? Finalmente fui y pagué los reglamentarios 50 pesos. ¿Cómo le recriminas a un adivino el ejercicio de un trabajo defectuoso? O peor aún, ¿cómo explicar la irracionalidad operante en mi, al momento de gastar dinero en una lectura de tarot?

Recuerdo intempestivo. Debo tener 9 años. Entonces me llevo muy bien con la esposa de mi papá (o con su lo que fuera: aún estaban casados mis papás, luego, ella no podía ser su esposa). Estoy jugando con una baraja. Tengo enfrente los tréboles negros. Le digo que sé leer las cartas. Es falso. Sé que mi abuelita Aurora sabe leer las cartas. Sé que y esto representada en su lectura de Tarot por el cuatro o el cinco de corazones (no lo recuerdo ahora). Sé también que eso lo aprendió de una revista, muy vieja, que guarda en un cajón, abierta en esa página a modo de glosario, junto con el I Ching, el mazo de cartas, y tres monedas de 20 centavos de los viejos pesos. El I Ching está cuidadosamente envuelto en un trapo negro. Dice que es seda negra. Nunca supe si sí era seda. La información sobre el trapo al igual que todas las instrucciones, vienen impresas en la introducción de su tomo. Todo me parece muy viejo y arcano, porque es más viejo que yo. Pero todo es una novedad para ella. 

Estoy sentada en un banco, que forma parte del ingenioso comedor que compraron mi papá y Nancy. Mi papá siempre me dice que todo es de Nancy: la casa, el comedor, su antiguo carro que antes era de él y se lo "tuvo" que vender. Por eso tenemos que ser cuidadosas mi hermana y yo: si las cosas fueran de él, serían también nuestras. Pero todo es de Nancy. Nancy, recién graduada de ingeniería química, 24 años, se acaba de mudar a vivir con su asesor de tesis, quién aún no se ha divorciado de su esposa con quien tiene tres hijos. Uno de los tres hijos le dice a Nancy que le va a leer las cartas. Le dice que es enserio, que porqué no le cree. "Sí te creo" contesta Nancy. Pone cara seria y se sienta. Yo no sé qué significa "leer las cartas". ¿Qué se les lee? ¿cómo lee mi abuelita ahí el futuro? Pero sobre todo, si mi papá dice que todo eso son patrañas ¿por qué importaría averiguar cómo se hacen las cosas? En realidad estoy jugando y Nancy quiere jugar conmigo. Fue mi primer intento por acercarme a la cartomancia—

No es irracionalidad. Desde que tengo memoria la realidad está partida en dos. Mi mamá está enferma de los nervios, dice mi abuelita. Pero mi papá y mi tía B. me aclaran que el que mi mamá crea que todo mundo le quiera hacer daño es parte de su enfermedad. Que no es cierto, que mi hermana y yo no le debemos creer. Dicen ambos también que Dios no existe, que nadie adivina el futuro con el I Ching ni las cartas, que los extraterrestres no existen, y que todo eso en que cree mi abuelita Aurora son mentiras (Dios, la mayor de ellas). Le digo a mi papá que mi mamá dice que todos me molestan en la escuela porque el agente que le hace daño a mi mamá les habla mal de mi a mis compañeros. Mi papá dice que eso no es cierto. Que no importa en qué escuela me pongan me van a tratar igual... 

De toda la gente, mi abuelita es la única que le cree a mi mamá. Entonces le dice que le van a hacer brujería a ese tipo malvado que le hace daño a mi mamá. Mi mamá se enoja mucho con mi abuelita: dice que se está burlando de ella. Yo le digo a mi mamá que no se está burlando de ella: mi abuelita sí cree que puede deshacerse de él haciendo brujería. Mi mamá se burla de las creencias de mi abuelita. Dice que se siente muy sola. 

Mi abuelita dice que mi mamá no quiere que nos queramos. Dice que mi hermana es su preferida. Dice que yo soy la persona a quien más ha amado en este mundo. Eso, dice, es seguramente porque yo soy la reencarnación de su mamá. La mamá de mi abuelita se murió cuando ella tenía dos años. Mi abuelita creció "huérfana". Huérfana y en una pobreza tremenda. Nadie la defendía. Nadie la tenía jamás como su prioridad. Pero ¿por cuál razón iba yo a ser la reencarnación de mi bisabuela? ¡Obvio! Porque yo nací el mismo día que mi bisabuela, y exactamente 100 años después. Años pasaron para enterarnos que fueron 98 años después, no los 100 exactos. Casi una gran coincidencia cósmica. Mi abuelita se va a dormir y me voy a echar al regazo de mi mamá. Ella y yo decimos: "al fin se durmieron las Auroras" (mi hermana y mi abuelita). Y nos abrazamos. Al fin nos dejan querernos. 


El final de la historia es simplemente triste: en el único que confiaba a pie juntillas era en mi papá. Y mi papá me traicionó, cuando me pelee con Nancy y me pidió que me fuera de su casa porque él tenía derecho a ser feliz, porque todo en la casa era de Nancy, y porque si no accedía a irme con mi mamá me iba a meter a un internado. Y que no, no le importaba que me fuera con mi mamá o con mi abuelita: no le importaba lo que fuera de mi. 


A LA PUTA MADRE LA VERDAD


Tengo una pequeña colección de tarots. A veces tiro las cartas. A veces voy con mis amigos a que me las echen. Cuando oigo al afilador meto las manos en los bolsillos y colecciono los frijolitos rojos de los colorines para tener dinero. Y cuando tengo mucho miedo llamo al hermano Lázaro. 

Lo mío no es irracionalidad. Aprendí a abrirle cajoncitos a un montón de pedacería de sistemas de creencias contradictorias. 

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