27 agosto 2013

Nota sobre un cuento que no fue

Ya una vez tuve una ocurrencia y salió el cuento que más me ha gustado jamás. Ahora tengo otra ocurrencia y ya van dos intentos abortados de escribir algo. La estructura de la ocurrencia es simple pero ingeniosa. Es decir: apareció ante mis ojos como la otra, pero esta vez no sale nada de ella. 

La cosa es así:

1) Conozco a un hombre muy absolutamente demasiado bello.

2) Tiene una gran alianza de matrimonio.

(sobre 1 y 2 salió un muy viejo poema)

3) Ante la evidencia mi mente hace un periplo complicadísimo para permitirse fantasear con casarse con él: seguramente es un mormón al cuál aún le sobra espacio para una esposa, o sea, yo. 

4) Pasa el tiempo, compruebo lo inviable de esa idea y además deja de importarme. Él deja de interesarme de esa manera. 

5) Después de muchos AÑOS recuerdo un detalle suyo: no toma café. 

6) (5) parece corroborar parcialmente (3): aunque no sea polígamo, es mormón. 

7) el chiste de (6) es la certeza con que se asienta la idea en la cabeza. 

¿Por qué fregados no sale un cuento de ahí?

El cuento favorito surgió con una idea mucho más simple (y quizás por eso más poderosa): él y yo somos reencarnaciones de dos personas que se conocieron hace muchos años, justo en plena guerra mundial. En aquella primera ocasión él está tan furioso con la situación de Alemania al final de la guerra que jura que, de volver a nacer, lo hará lo más lejos de Alemania posible. Y así fue. Y entonces se me ocurrió mi cuento favorito en el mundo (DRESDE, CARTA CERRADA)

¿Por qué escribo esto? 

Para dejar de intentar escribir el cuento... o para que si se me ocurre un cuento de ahí, lo tenga consignado acá... 

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