02 septiembre 2014

f(x)

Hubo una vez en la que todo fue nuevo. Crecí con la certeza de que nunca podría ganar una carrera: al salir disparados me acostumbré a ver a todos los niños irse alejando a una velocidad que me superaba demasiadas veces. Y no era raro que, en la pista, otro  niño me sacara dos o tres vueltas sin ningún trabajo. Entonces mis papás me decían que lo importante de mi carácter es que tenía TESÓN (y por ahí hay un post viejo de cómo eso me sonaba a TAZOTA). Pero ante el fracaso repetido se fue anidando en el centro de mi pecho la desazón de lo imposible. 

También me ocurrió que mi abuelita me explicaba que ella era muy buena para las matemáticas. Su tragedia personal (una de tantas) fue que, a causa de su orfandad y condición de mujer, no pudo estudiar más que la primaria, a pesar de ser la de mejor promedio. También mi mamá calificaba como muy buena para las matemáticas porque al terminar la preparatoria recibió la medalla del bachillerato en Físico-Matemáticas. Y me explicaba mi abuelita que yo no, que yo para lo que era buena era para las artes, la escritura y el dibujo... aquello último totalmente falso, por más que me esforzaba por copiar rostros, luces y sombras. 

Sin embargo entré a Dibujo de Imitación en la secundaria –una vez que pude huir de taquimecanografía, la cuál me dejó rapidez en los dedos y mucho agradecimiento. Y, una vez que trazaba mis prismas, les dibujaba ventanas, y de una ventana a otra cuerdas, y a cada cuerda muchos calcetines sostenidos con pinzas, y calzones y playeras... y le ponía pajaritos a los árboles (y le ponía árboles al asunto), y dibujaba bodegas (poder dibujar prismas con huecos fue la gran revelación), y les ponía sacos con harina, arroz y azúcar. Y al descubrir el poder de los 35º y la línea de fuga, hice pisos de mosaicos, y perdía mucho tiempo haciendo los diseños de mosaicos donde había zapatos abandonados... la conclusión fue que no sabía dibujar más allá de mis primorosas escuadras de dibujo, pero me gustaba contar historias.

Luego vino el concurso de matemáticas y mi mamá me regaló el Afonsi para que me pusiera a estudiar. Y pasé muchas tardes contestándolo y, cuando al fin se llegó el concurso, sólo me faltó una sección del examen que se me borró de la cabeza, lo que me redujo al cuarto lugar general de la secundaria... lo que fue una gran revelación para mi, tan mala para las matemáticas

Años después, por más que me empeñé en el asunto, no podía sacar sino B y no la tan añorada MB en álgebra y en geometría analítica. Sin embargo, como era una gorda de más de 90 kg y 1.57 m de estatura, me metí a gimnasia. Y al año no sólo podía hacer el famoso split sino correr más rápido que todas las gordis de la prepa... y un que otro muchacho guapo que, después de unos meses y pesando yo 54 kg, se hizo mi novio. 

Pero no podía sacar MB en matemáticas y ¿así cómo entrar a estudiar física para después estudiar astronomía en Cambridge? (bueno: yo quería eso... mi mamá a esa edad quería el Premio Nobel). Así que la única carrera que me pareció más o menos buena fue Filosofía, porque la gente se la pasaba discutiendo... y ahí sí creo que no erré la vocación. 

Y pasaron muchos años, muchos, hasta el momento en que descubrí porque en la primaria era tan bruta para las matemáticas, y porqué siempre reprobaba los primeros dos exámenes de álgebra y de geometría analítica: tengo un estúpido e idiota problema de atención. Y ¿cómo me di cuenta? 

 Pues un buen día me puse a dar clases de griego (un buen día... y espero que otro buen día al fin reciba la paga... todo por otro tipo de incapacidades administrativas y burocráticas mías). Y de pronto mi alumno (de esos alumnos mandados a pedir por catálogo: muy listo, muy estudioso y que me tiene muy buena voluntad) me corregía cada dos por tres porque yo obviaba que tal sustantivo era un obvio acusativo. Y yo me preguntaba ¿pos qué no vi la pinche ni? Y luego lo mismo con una omega sin iota suscrita ¿pos no me di cuenta de que era un estúpido adverbio? y así hasta que lo comprendí: los detalles se me barren de la atención con una facilidad tremenda...

Una facilidad que está a punto de costarme la beca de CONACyT, que hizo que me tardara 3 años en recuperar mi título de Licenciatura, que me impide recordar una serie de números porque siempre los cambio de lugar... y que hacía, obviamente, que las largas multiplicaciones de la primaria se me hicieran pelotas, y las largas cadenas de paréntesis y + y - se me escondieran, y los resultados de esos primeros exámenes fueran desastrozos. Lo mismo que me hace incapaz de diseñar una estrategia muy compleja en ajedrez (y me hace una patética jugadora), y que me sacó de la Nacional de Música porque... porque no podía seguir el ritmo más allá de 10 compases. 

Digo... creo que todo eso está relacionado. 

Pero sé ver estructuras. 

Y es entonces cuando mi mamá me hace ese extraño piropo de "tú debiste estudiar matemáticas"



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Descubrí a Euclides. Es decir: descubrí que la geometría no es b*h/2 sino un sistema axiomático de demostraciones. Todo comenzó cuando en Twitter una tuitera me contó que quería formalizar lógicamente la demostración de Euclides del Teorema de Pitágoras. Algo en mi interior susurró ¿pos no un Teorema es tal por pertenecer a un sistema de demostración? ¿Qué no ha sido ya formalizado millones de veces? Pero ocurrió que, en lo que mi amiga tuitera traducía el texto donde había encontrado la demostración, yo, en mis ínfulas filológicas busqué los elementos de Euclides, saqué mis brillantes escuadritas de dibujo, y me puse a tratar de reconstruir la "demostración" de Euclides. 

Al final resultó que el texto origen de nuestras disputas era una versión nada demostrativa (más bien 'intuitiva') que Penrose plasma en su mamotreto El camino a la realidad. Pero para cuando ya leí la traducción, yo ya llevaba dos horas tratando de reproducir el dichoso dibujito de sea el tríangulo ABC con ángulo BCA... y mis sufrimientos eran tales, y mi amiga quedó tan sorprendida de la complejidad euclidiana, que buscamos tutoriales en Youtube donde viniera el dibujito y nos ahorrara el dolor de cabeza. 

Así que yo tenía el texto del Perseus project, con muy filológicas notas y un video de Youtube con el diagrama... y de pronto me fijé qué chingados decían las notas: eran los teoremas de los que dependía el Teorema 47 (el de Pitágoras). Me di cuenta de que, a esas horas de la madrugada, no me quedaba más que asumir que las demostraciones 37 y 31 decían verdad (que cualquier triángulo cuya base estuviera dentro del mismo par de paralelas que un rectángulo, poseía la mitad de su área), y asumida tal cosa, la demostración corría maravillosa... y me corrí, me orgasmee, llegué y me vine y cualesquiera otra expresión de placer intenso. Vi, cogité, intuí cómo es que Euclides había demostrado que la suma del cuadrado de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa. Y mi amiga también se quedó boquiabierta al ver, en vivo y a todo color, funcionar a la geometría como un sistema demostrativo...

Semanas después un amigo me pidió que me encargara de su grupo de lógica I, y que les diera una introducción histórica a la lógica... que me tocaba darles Frege, Russell... y ¡¡Goedel!! Recordé a Hofstadter, hice un esfuerzo monumental para leerles el extraño texto de un tomista que, citando a Hegel y a Aristóteles pretendía corregirle la plana al lógico alemán... pero de ese texto, yo y mis alumnos prestados aprendimos en concepto de función... pero ¿qué es una función?

En la prepa yo era el as de la Geometría Analítica, por más B que sacara. Después del primer escabroso examen, naiden era capaz de ganarme al hacer mis demostraciones, y bien pude ganarme el pan asesorando a infelices almas que se habían ido a extraordinario (lo que me permitió cubrir todo el programa... no sin ayuda de mi mamá, para quién enseñarme matemáticas jamás fue un pesar). Pero en la prepa me metí al bachillerato de Ciencias Biológicas, por una serie de razones... demasiado estúpidas para narrarlas aquí. Y mi maestro de cálculo no me enseñó nada. Así que no tenía yo ni una puñetera idea de qué era una función. 

Y eso hice la semana pasada: estudiar precálculo en tutoriales de youtube y cursos gratuitos de universidades gringas. Y... ¡oh, Dios! Gracias al texto del tomista anti-fregeano y mientras simbolizaba frente a mis alumnos las fórmula de las descripciones definidas de Russell (en nuestra versión: "El actual emperador de Xochimilco (EX) es calvo (C)") alcancé a entrever –y un alumno lo vio claramente– como ∃x (EXx · Cx) no es otra cosa sino una función, donde su dominio son los individuos que caen bajo... la función. 

Maldije entonces al Sistema Educativo Nacional que jamás nos enseñó geometría más allá de un rosario de fórmulas algebráicas, a mi maestro de lógica que nos daba formularios también. Maldije al Inge de Prepa 2, maldije a todo aquél que me ocultó la estructura con bonches de paréntesis y enredadas operaciones aritméticas de + y –.

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Me gusta contar historias, me gusta encontrar las estructuras, me gusta subirme a la palestra y agarrarme a azadonazos con quién se deje. Tenía que dedicarme a lo que me dedico. Pero a veces (sobre todo en estos días) me entra una especie de saudade, o de negra melancolía, dolorosa nostalgia y cualquier otro pleonasmo etimológico, por haber olvidado las matemáticas... así como duele olvidar el hebreo y el Estudio #1 de Villalobos. 

Tenía que dedicarme a lo que me dedico, me repito una y otra vez justo ahora que ingresé al doctorado en Humanidades, en Filosofía de las Ciencias y del Lenguaje, por andar persiguiendo a un caballero que un día, en el momento justo, abrió desmesurados mis ojos al hablarme de las Ovejas que temen a los Lobos. Y que esa fue la única vez en mi vida cuando no corrí en la dirección equivocada en pos de la belleza. 

2 comentarios:

ldecaso dijo...

Comprate el Spivak de Cálculo. Se que lo vas a disfrutar. De alguna manera me he sentido identificado, porque mi atención es dispersa. Yo creo que nunca es tarde para entrarle a las mates, sobre todo que tienes esa facilidad de encontrar estructuras También te gustaría la música de Anton Bruckner que es algo muy abstracto aunque del romanticismo, dedicado a la mayor gloria de dios (era mocho redomado) pero con una noción de estructura como no hay otro compositor. Bonito post

Esponjita dijo...

Gracias por las recomendaciones... y por la flor. :)