18 abril 2016

Zwei Deutschen

"Es gibt Menschen, die kämpfen einen Tag, und sie sind gut. 
Es gibt andere, die kämpfen ein Jahr und sind besser. 
Es gibt Menschen, die kämpfen viele Jahre und sind sehr gut. 
Aber es gibt Menschen, die kämpfen ihr Leben lang: 
Das sind die Unersetzlichen."

Bertold Brecht


"AL PUEBLO MEXICANO, LA COLONIA ALEMANA. 17 DE SEPTIEMBRE, 1925"
A la Alameda Central de la Ciudad de México la flanquean dos alemanes: en el extremo oriente, frente al Palacio de Bellas Artes, hay un monumento dedicado a uno nacido en Bonn, y en el extremo occidental, hay una estatua de uno nacido en Berlín. Paradójica se puso la Alameda. El nacido en Bonn es conocidísimo por todo el orbe pues es nada más y nada menos que un monumento a Ludwig van Beethoven. El monumento tiene a un arcángel y, arrodillado frente a él, a un hombre. Pero aunque la estatua es bellísima, lo más interesante es la placa que tiene en la parte de atrás: ahí se entera uno de que se trata de un regalo que la colonia alemana en México dio al pueblo mexicano, y está fechada el 17 de septiembre de 1925. Y ¿la otra estatua? Esa también es curiosa. A primera vista se trata de un joven, vestido decimonónicamente, con botas y, a sus pies, un libro que en griego dice KOSMOS y en relieve tiene una especie de telescopio. Tiene a sus pies iguanas y una pequeña representación, me parece, de Quetzalcóatl. Y sobre la rodilla flexionada, el joven tiene un mapa de América. El zócalo sobre el que está la estatua, reza: La nación mexicana a Alejandro de Humboldt, Benemérito de la Patria, 1799-1999. Y al verla por primera vez, pensé: un alemán típico. Viajero.





No tengo idea de cómo sean los alemanes que jamás han salido de Alemania. Pero a lo largo de estos años he aprendido que los alemanes que salen de Alemania son todo menos una excepción. Les gusta viajar y, sobre todo, colonizar nuevas tierras y nuevas patrias, y hacerlas fructificar. Por alguna razón, a muchos países les encanta importar alemanes que sepan cultivar la tierra, y todo lo cultivable. Y es así que me enteré que en Rusia había muchos alemanes (tanto así, que en la época soviética les quisieron hacer su propio Oblast), y que incluso de Alemania importaron ni más ni menos que a la zarina Catalina. Y, obviamente, en toda América hay muchísimas colonias alemanas. Y en la Wikipedia hasta mencionan a los alemanes brasileños, a los alemanes argentinos, y a los alemanes brasileños argentinos, porque son una colonia diferente de los alemanes que nada más son argentinos. Y hay alemanes antiquísimos como los Menonitas en México (que bueno, no son precisamente alemanes, pero casi), y otros más modernos como los alemanes de Chiapas (y en la película Das Boot, uno de los jóvenes marinos era, además de alemán, mexicano, y era justamente de Chiapas, y uno de los territorios recuperados por el EZLN en 1994 eran tierras de alemanes). Pero como en Alemania quedan todavía muchos, muchísimos alemanes, siempre hay nuevos viajeros, nacidos en Alemania, que se lanzan, de nuevo, a conquistar y cultivar el mundo. 

"LA NACIÓN MEXICANA A ALEJANDRO DE HUMBOLDT
BENEMÉRITO DE LA PATRIA
1799-1999"

Y así es como he conocido a muchos alemanes viajeros. De uno me acuerdo especialmente, que era un chico que vivía en el mismo edificio de P. El chico pretendía ganar un poco de dinero dando clases de alemán, y para sacarle las clases gratis, P. lo convenció de que en realidad no sabía suficiente español: lo puso a leer una traducción de Propercio hecha por Bonifaz Nuño... en dialecto bonifaciano. Al chico le dolió "corroborar" que no sabía tanto español como creía... pero no cayó en la trampa. Claro, este chico aseveraba que tanto el latín como el griego provenían del alemán... de donde se seguía que el español era nieto del alemán, lo que no sonaba tan descabellado... ¿Qué habrá sido de él? Conocí a otros muchos, como la chica que vivía en el Auditorio Che Guevara de la FFyL, y pretendía sobrevivir dando clases de alemán, pero resultamos demasiado inconstantes, y finalmente terminó yéndose a Chacahua y otras playas oaxaqueñas, a conocer mundo. Conocí a otros que vinieron de intercambio. A algunos les ganó la homesick, y otros se enamoraron rápidamente de mexicanos.




Y es por eso que me pregunto ¿cómo serán los alemanes que jamás han salido de Alemania? Y luego pienso que Alemania pues llegó a ser un territorio mucho más grande que ahora... lo que me hace acordarme de mi amiga polaca, Edita, la filóloga. Yo no sé qué súper poder tienen los polacos, pero siempre acaban hablando mejor que uno la propia lengua materna. O, bueno, Edita hablaba español mejor que todos los estudiantes de la clase de hebreo (y era mucho mejor en hebreo que todos nosotros, obviamente). Y una vez hizo un coraje tremendo: en el libro de hebreo había un mapa de Europa que, ante los experimentados ojos de Edita, era de... de otra época, con una Polonia chiquitita. Hizo un berrinche tremendo, pero sobre todo me acuerdo de cómo nos reclamaba ser menos cultos que los gringos. La Morá Mireya se sintió muchísimo (total, ese mapa era una fotocopia tan rara, que tenía unas rayas gordas, gordas, y a penas se distinguían unas bolitas que eran los países de Europa).

QUERIDO LECTOR: TÓMESE DOS MINUTOS PARA VER CÓMO A POLONIA LE DA POR APARECER Y DESAPARECER DEL MAPA REGULARMENTE:

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Así que P. y yo nos pusimos a investigar cómo había evolucionado el mapa de Polonia, y nos dio mucha risa ver cómo, dependiendo de la época, era grande, era chiquito, o ¡pum! desaparecía todo. Pero en aquella investigación, P y yo descubrimos un pedacito de Europa que jamás supimos qué demonios era: no tenía nombre... no era la provincia de ningún país adyacente... ¡no era un país! ¿qué era? Kaliningrado. ¿Cómo apareció ese pedazo de Rusia ahí, botado a media Europa? Y lo más sorprendente era que, durante muchos años todos nos sabíamos de memoria eso de que Kant había nacido en Königsberg y que nunca había salido de ahí pero ¿acaso a alguien se le ocurrió preguntar dónde quedaba Königsberg? ¡Vamos! que Kant nunca salió de Königsberg, pero Königsberg sí se salió de Alemania.

¿Ve, querido lector, cómo sale el pedacito ahí anónimo?
De niña me provocaba mucha curiosidad...
Y sí, Königsberg se salió de Alemania, y luego Alemania se partió en dos. La segunda reunificación, aprendí en la preparatoria, porque hubo una primera. Y otra cosa que me sorprende mucho de los alemanes viajeros que conozco, es que lo originarios de Alemania Occidental casi no conocen la parte oriental... y viceversa. Es decir, conocen toda Europa, ¡conocen América! pero casi no conocen el otro lado de su Alemania. Pero ¿cómo serán los alemanes que nunca han salido de Alemania? ¿Cómo Kant? No tengo idea. Pero sé cómo son los alemanes que, por caprichos del destino, llegaron a México a cultivar esta tierra y a plantar semillas. Y de pronto y sin querer, se cuelan a veces en sus conversaciones anécdotas de cómo riegan y podan a sus plantitas que vinieron a sembrar a esta tierra medio árida y medio caótica...




...y a veces he llegado a creer que la enorme paciencia que me tienen esos dos alemanes, no tiene tanto que ver con su disciplina –tan genética como la puntualidad de la que hacen tanto alarde– sino más bien con una vocación mucho más antigua de hacer fructificar la nueva tierra... como hicieron sus antepasados en Rusia, en toda Europa, en Argentina, Brasil, Chihuahua, y Chiapas... o en la occidental Benito Juárez y en la oriental Iztapalapa.


EN ESTE LINK HAY UNA CANCIÓN RARÍSIMA LITUANA DEDICADA A PRUSIA. PÍQUELE AQUÍ.



Alemán típico. De primera o segunda generación.


1 comentario:

Alviseni dijo...

Ja. Polonia. Me llevó a encontrar un meme que voy a twittear.

Sobre lo de los alemanes se parece a los mexicanos que tampoco salen de su rancho. Los del norte no conocen a los del sur y los del sur no conocen a los del norte, solo saben que ambos viven de la tierra y son sombrerudos. Y quizá un sureño o un norteño se va a los Estados Unidos, el uno a L.A. y el otro a N.Y. y conocen otras culturas y conocen en N.Y. a un cubano que ha vivido en México le cuenta al norteño sobre las playas oaxaqueñas y las cosas de la cultura maya que el norteño no sabe.