06 marzo 2012

Corazón...




..No hay nada más bello
que lo que nunca he tenido
Nada más amado,
que lo que perdí...


Con el corazón en el pecho...

Y lo encontré, de nuevo, en la vida. Y agradecí a la divinísima Fortuna haber compartido la vida con él, y tener la oportunidad de abrazarlo y contarle del dolor y la alegría, y la aventura y el miedo. Y saber que no lo odio, ni lo desprecio. Que lo quiero, así, como me ha sido concedido quererlo. Y que me quiso, y que me quiere y que nos queremos. Y preguntarle si se ha casado, y escuchar que sí, que es recién casado. Y abrazarlo y en el hombro llorarle que me duele algo, que no sé qué, que me da gusto que sea feliz, pero que algo me dolió muy hondo, muy hondo. Y que me la iba a jugar a todas el día de hoy. Y decirle que sólo a él tengo confianza de contárselo, y agradecer a la vida, esta vida de renuncias y regalos, por poder contarle al oído que iba a apostar lo poco que tengo, y recibir alientos, ánimos, y consuelo por el fracaso futuro. Y agradecer cada crepa y cada día de esos ocho años, y que no haya habido muerte entre nosotros... Porque amor también es renuncia.


Con el corazón en los ojos...

Voy con el corazón en la mano. Y voy así porque me gusta que le llegue toda la luz de la luna inmensa entre los árboles de la carretera de noche. Porque es un corazón que no sabe ser de otra manera, y se quiere así, todo él así, capaz de amar lo hermoso y lo bello y lo digno de ser amado. Y lo ama, lo ama con locura. Y lo ama desde la primera vez que lo vio, y lo ama desde la primera vez que lo escuchó, y que miró sus manos y las describió con infinito amor. Y lo ama porque es gentil, gentil con el corazón que sabe que hoy lo ama con locura de primavera, y de rosadas flores. Y es gentil, porque es tan generoso en su brillar, que el 'no' es cuidadoso y apenado. Y sueño y me imagino que tanto óbolo de amor lo recibe y no lo ofende. Porque amarlo me hace florecer, y en mis flores me gozo, porque amarlo siempre ha sido para mi crecer y crecer hacia arriba y florecer, y dar frutos. Porque el amor, aunque no es correspondido de la misma manera, es correspondido aunque no del mismo modo. Y es caricia recibir el cuidad y ternura, aunque sean para decir que no. Porque amor también es renuncia.



Y de regreso a mi casa voy hecha un mar de lágrimas, sin pudor alguno por las chorretas que caen por las mejillas. Y voy cantando a voz en cuello y la gente mira de reojo, apenada, sorprendida, curiosa. Y llevo mis luceros abiertos, ahítos de luna de carretera, de árboles y de su risa cantarina. Y lloro y lloro y me dejo ir en la tibieza del consuelo de los corazones que se hieren un poquito por andar siendo llevados en la mano...


1 comentario:

luciana Rubio dijo...

Tus lágrimas son poesía en cuantos de agua.