Otra cosa a lo que me sonaba tesón: tazota |
¿Gustó chocolatito?
:)
Aurora, géminiana y de cuerpecillo elástico, se lanzaba desde la litera de arriba hacia la cama de mamá (entonces las tres dormíamos en una sola habitación). Yo, la hermanota mayor, traté de emularla, pero el vértigo pudo más y no me atreví. Entonces, gimoteando y de siete años, de digo a mi mamá y mi abuelita:
—¿por qué soy tan cobarde?
Ante la angustia infantil, sólo alcanzan a contestar:
—no eres cobarde, eres precavida.
25 años después, aterrorizada, le dice a su papá:
—¿por qué mejor no me enseñaron a brincar y me doraron la píldora con eufemismos?
— Pero yo te enseñé muchas cosas, te enseñé a andar en bicicleta, en patines, a manejar...
—¡Pero te fuiste!
—¡Yo no me fui!
—Si'cierto, pero yo tampoco me fui. Me llevaron. Me arrastraron. Yo no me quise separar de ti.
—Si'cierto.
Entonces me acuerdo cuando papá me enseñó una palabra que me sonaba a algo entre teta y pezón:
—Tú tienes tesón. Aunque las cosas se te dificulten, no paras hasta que lo logras.
¿Qué hace uno con esa absurda combinación de cobardía y tesón?
Aurora era la hermanita pequeña y yo la hermanota grande. No, no es pleonasmo: a los diez años yo usaba talla doce y ella, talla ocho. Yo me sentía un elefante torpe al que no dejaban entrar en los juegos de la sección de los chiquitos de Chapultepec y que era incapaz de usar zapatos bonitos. Y, encima, quejumbrosa. Una vez nos compraron unos zapatitos primorosos. Los de Aurora eran azules, pero los míos me parecían los más hermosos de la tierra: de charol, color vino, con un moñito y un pequeño taconsito. Pero no pasaron tres cuadras cuando yo lloraba desconsolada por el dolor. Al llegar a casa yo me quité mis horribles zapatotes escolares y Aurora sus zapatitos azules primorosos: tenía los pies llenos de ampollas reventadas... resulta que había padecido también indecibles dolores, pero no se había quejado...
—¿por qué soy tan quejumbrosa?
—Eso es bueno: así sabemos luego luego qué te pasa...
En la Escuela Activa cada año se organizaba (y creo que hasta la fecha se sigue organizando) el Encuentro Atlético. Y entonces se organizaba, antes del evento, una gran carrera para elegir a quién portaría la antorcha ¿olímpica? pues al menos la antorcha atlética. Y yo veía siempre, impotente, cómo, por más recio que tratara de correr, todos se alejaban inmediatamente de mi. Y mi abuelita decía: es que eres como tu tío, de torso largo y piernas cortas. Nunca podrás correr rápido.
Así que yo era un enorme elefante, que cerraba los ojos cuando venía la pelota de voleibol, de torso largo y piernas cortas, y cobarde. Y para colmo, en la secundaria engordé hasta pesar 85 kg.
Cuando entré a la prepa, era un elefante... etc. y además gordo. Y me inscribí a gimnasia. En un año llegué a pesar 54kg, aprendí a correr (y ni Aurora me ganaba), era capaz de dar mortales hacia adelante y hacia atrás y podía saltar hacia la alberca de hule espuma que está en el gimnasio del frontón en CU. ¿Cómo pasó todo eso? Ni cuenta me di. Y hasta encontré unos zapatos de tacón con los que podía ir de acá hacia allá sin que los pies se me hicieran pedazos...
Era cosa de aprender cómo... (en el caso de los zapatos, fácil: aprender a comprarlos)
Cuando conocí a Daniel, él sabía leer latín con fluidez y se burlaba un poco de mi de mi incapacidad para leer cualquier lengua (incluyendo el inglés que, para ese entonces, se me hacía abstrusísimo). Bueno, pensé, si no tengo el cerebro super dotado de Daniel para aprender Latín de manera autodidacta, pues puedo ir a la escuelita, así como aprendí a correr y a brincar ¿no?.
Y aprendí no sólo latín, sino griego –el cuál superaba las capacidades autodidactas de Daniel, y por lo cual jamás lo ha aprendido.
Mi papá del otro lado del Skype me dice que tengo que aprender a vencer el miedo. Que quiere oír como suena el teclado taka taka taka taka... que tan tarada e impotente no he de ser que ya tengo el título de licenciatura... que ¡hasta escribo en inglés! Y yo pienso que una ventaja de no ser niño es que a uno ya no lo arrastran a ningún lado... ni le doran a uno la píldora... aunque sea con amor equivocado.
3 comentarios:
Todo es cuestión de método o de fe. Cómo dice la canción:
¿Por qué te afanas hoy por el mañana?...
y no es doración de píldora, es la experiencia de un continuo y constante ascenso a la colina de Sísifo.
No te desanimes, that's all.
Esponjita, con tesón se cruza el Rubicón, se gana en las Termópilas, se ilustran los incunables miniados del todo el medievo o se termina una licenciatura. Interviene la perseverancia, pero ésta es siempre discreta.
Me ha encantado el texto, como está escrito y las emociones que transmite.
Ánimo
:) Gracias Felicidad... cruzaremos el Rubicón...
Publicar un comentario