Anoche no soñé ni con Wagner (pues es lo que estuve escuchando todo el día, y ni lo pude comprar porque costaba un ojo de la cara, y además tenían que traerlo de ese misterioso país llamado "Extranjia", y en iTunes también estaba rete caro y ¿para qué sufrir si algunas partes están en grooveshark? y la Obertura... ¡oh la Obertura!).
Ni con Averroes (aunque estuve leyendo a Tweedale y me enfurruñé, y luego cuando llegué a su lectura de Alberto me hiperencabroné, y luego cuando leí su lectura de Averroes me imaginé a Madame Apis Nigra encabronada, y la cosa mejoró cuando llegué a Temistio, Filópono y Simplicio y dije: ¡claro! ¡ellos leyeron lo mismo que yo en Aristóteles! y luego recordé que esa es una gran tentación, y que Caston cae en ella y que ¡ultimadamente mi tesis no es ni de Aristóteles, ni de Simplicio, ni de Temistio ni de Filópono –btw: de Filópono sí haría una tesis– sino de Alberto!, y que más bien debería estar leyendo a Juanito de la Rochelle y a los cuasi-contemporáneos de Alberto y que eso debo hacer en la vida, pero ¡los griegos! ¡los griegos! ¡los peripatéticos! ¡ay! ¡que patético! ¡ay! ¡crisis! ¡ay! ¡krinéin! ¡ay!)
No. Estuve toda la santa noche soñando con sus cabellitos chinos, y su perfecta nariz, y sus ojotes enormes, a los cuales so quero mostrar meu olhar, meu olhar, meu olhar...
*sigh*
Conclusión: Wagner me produce sueños que sólo el Cantar de los cantares es capaz de expresar:
O al cervatillo
(...)
Tus ojos entre tus guedejas como de paloma;
Tus cabellos como manada de cabras
Que se recuestan en las laderas de Galaad.
Y como mis sueños son tan placenteros, desperté de buenas, y hoy acabo ese capítulo de Averroes. Y ya.
Esponjita reportándose...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario