La pregunta es: ¿Cómo pasar de Daddy Issues al Doktorvater de una manera saludable y exitosa? Bueno, admitiendo primero que hay un daddy issue que hay que resolver. Y que toda decisión que se tome será tomada objetivamente, es decir, teniendo en vistas la felicidad propia, el presente, y la realidad.
Ricardo Blanco Beledo me dio un par de clases curiosas. Una era sobre antropología bíblica y la otra sobre psicoanálisis. En una clase de las de psicoanálisis nos dijo que, aquél que en la consulta habla y resuelve asuntos con su madre simbólica y luego va y le grita de cosas a la viejita que vive en su casa... se lo merece. Tal cual, es decir: que es un soberano pendejo. Pero la confusión es obviamente muy común.
En todo caso, el descubrimiento personal es justamente ese: el viejito que te habla el día de tu cumpleaños y quién, ante un reclamo tuyo, va y busca fotos para probarte que le tienes un resentimiento infundado, no es el mismo papá que engendró ese resentimiento.
Y tan no lo es que, mientras tú estás haciendo un berrinche de los mil demonios porque el Daddy Issues no le ha volteado la cara a Daniel con una cachetada, tu papá viejito y real te habla y te dice que te quiere mucho, que Daniel es un hijo de su chingado padre... y tú nomás lo toleras como a un viejito, apresuras la plática, y te vas a dormir solamente para soñar que el Daddy Issues te dice "te quiero mucho".
Y te despiertas y te preguntas ¿por qué quiero que Daddy Issues me quiera, que sea como mi papá, si yo sí tengo papá?
Habrá qué retrotraerse a cuando tenías 11 años y papá 41. Entonces papá no era un viejito sino que era el ser más inteligente del planeta, más justo, más guapo, más hábil. Para ti (aunque aún no conocías esa palabra), era el hombre más lúcido del universo. Y entonces, él, encarnación de la justicia, elige a su nueva y jovencísima esposa sobre ti. Tú le has hecho la vida de cuadritos a Nancy, la chamaca de 24, su tutorada de ingeniería química. Ella, inmadura, ha escuchado los consejos de la nueva suegra: seguro tú eres un artefacto de tu madre, la todavía legal esposa, para acabar con la joven relación. Ella lo obliga a elegir entre tú y ella. Él la elige a ella. Tienes 34 años. Sigues sin superarlo...
En el sueño de ayer, sospechosamente, aparecía el tal filósofo de los zapatos rosas quien se negó a dirigirte la tesis de licenciatura porque se había peleado con Daniel. Eras desechable, insignificante. Eras, para él, un apéndice de Daniel. Así que, cuando apareció no uno, sino dos doctores que te trataban de convencer, cada uno a su modo y de su lado, que te quedaras con ellos... que te valoraban... ¡uy! te sentiste valiosa y segura. Finalmente te quedas con Daddy Issues.
Pero entonces descubres que no puedes con todo el paquete... con todo lo que implícita o explícitamente le prometiste. No puedes aprender alemán en un año. No puedes entenderle a Alberto rápidamente. Te pierdes. Daniel elige a 'Nancy' y te expulsa de su vida como una vez lo hizo papá. Y...
Tienes un pánico espantoso de que Daddy Issues también te abandone. Que te abandone porque eres una niña mala. Y porque no eres todo eso que le prometiste ser. Porque quizás E. P. (el filósofo de los zapatos rosas) sí tenía razón, y no eres sino una sombra de Daniel. No vales lo que vale Daniel. Si te dirige a tesis a ti es porque a Daniel no se la puede dirigir. Pero –piensas– el dice ¡ojalá fuera a Daniel!
Pero un buen día te das cuenta de que, si Daddy Issues te abandona, no pasa nada. Para empezar no tienes 11 años. No es, tampoco, el único en el mundo. No lo necesitas en realidad. Sí, se te complicarían las cosas si te manda a la chingada... pero poquito.
Entonces acabas la tesis.
No entiendes porqué no puedes dejar de ser agresiva con él, tan agresiva si, por otro lado, lo único que quieres es hacer cosas agradables para él. No entiendes porqué no lo puedes ver como a un igual, un amigo, un colega que sabe un chingomil más que tú, que te puede guiar y orientar... pero que no te va a dar eso que necesitas tanto.
Porque aunque venga papá viejito a llevarte al doctor, aunque venga papá viejito y te dé dinero para imprimir la tesis, aunque venga papá viejito y te llame por teléfono sólo para decirte te quiero mucho, eso que hace ahora no llena el boquete. Si él no puede llenarlo, él, que está vivo y es tu padre ¿entonces quién?
Tú.
Analizas de nuevo el sueño, parte por parte. Este sí que no era un sueño de Daddy Issues. Es más: a lo mejor ni siquiera estabas soñando con él, sino con otra persona. Con otra persona que también tiene hijos y a los que sí conoces, y con los que sí platicaste... como en el sueño. Revisando el texto anterior ¿no se te hace sospechoso que tu descripción de sus hijos sea Blancanieves?
Quizás lo único que quieres es que papá cambie su decisión cósmica y te elija a ti en vez de a la bruja de Blancanieves. Que TODOS ellos, te elijan a ti en vez de elegir a cualquier otro.
Entonces repasas el plan: me voy de intercambio a Bonn, veo mi manuscrito del De memoria. Ya sabes a quién contactar, qué idioma tienes qué aprender, cuál perfeccionar. Sabes cuál es tu pánico. Cuál es tu fortaleza. Y sabes que no lo necesitas mucho más que a otros muchos que tienes a tu al rededor, salvo porque has trabajado con él, él te ha leído, y tienes química con él al momento de pensar las cosas. Pero que, aunque seas muy afortunada de habértelo encontrado, no es insustituible como sí lo es papá. El único que tienes se llama Papá Fernando. No hay Papá Alejandro.
Y piensas en el final del sueño. Un demonio de cabellos rojos y ojos amarillos que, descarnado totalmente, se presenta como lo que en realidad es cualquier padre arquetípico:
¿Te juzgo?
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