14 marzo 2014

Norteada

Tlalpan liegt südlich von Coyoacan.
Coyoacan liegt im Suden von Mexiko-Stadt.

Hoy aprendí un montonón de cosas. Paso a enlistarlas. 

1) El mundo es un muy kleine pañuelo. Resulta que en la clase de alemán hay una chica que estudió hace millones de años en la FFyL. Y para no hacérselas más larga, su marido me ubicó porque él ubica perfectamente al Danilo. Scheiße! Pero también conocía a gran parte de la bandita que hace millones de años yo conocí mediante el mundo bloguístico (más precisamente, en el blog del tal zagal). No sólo el mundo es pequeño: el tiempo también pasa muy rápido...

2) Y en la clase hoy aprendí que el alemán es la más bonita de las lenguas modernas que he aprendido. Tiene muchas cosas griegosas: no sólo forma palabras con una lógica muy similar al griego y el latín clásico, sino que tiene sus tales "partículas" como doch, y noch, y todo eso que suena tan a γαρ y μὲν y δὲ y ἄρα y así. Y, por otro lado, el árabe es la versión complicada del hebreo... es algo así como una cosa tipo Alhambra. Pero, definitivamente, el más complicado, difícil y extractor de canas verdes de todos los idiomas por los que me he paseado, es el griego. A primera vista no parece tan difícil... pos porque nadie nos exige hablarlo.

3) También aprendí hoy que es bueno que el Lehrer Memorush esté en el tuiters cuando el libro de alemán tiene un error. Y que también es bueno que el asesor esté pegado a la computadora cuando el libro de alemán tiene un error.

4) Del error del libro de alemán entendí que la parte más fácil de un idioma es la sintaxis: consiste ésta en un montón de funciones con menor o mayor grado de complejidad, pero las reglas siempre son finitas y realmente muy pocas, pero con ellas pueden producirse infinitas cosas. Lo que es endemoniadamente difícil es el vocabulario y todo lo que implique pragmática. Y, a su vez supongo –desde mi gran ignorancia– que los campos semánticos y todo eso tienen sus propias funciones, y por eso podemos hacer juegos de palabras y metáforas y... y todo eso que, además, es privativo de cada lengua (hasta de cada dialecto) y... y que la naturaleza profunda del significado debe estar ahí... y no en la capacidad de verificar proposiciones o totalidades. 

5) De 4 aprendí que quiero estudiar lingüística... al menos nomás para enterarme de qué va el asunto. No vaya yo a salir con un abstracto Gavagai estúpido por pura ignorancia. Justo una de las ciencias empíricas a las que hay que acudir, según nos lo receta el padre del Gavagai, es la lingüística: para no decir barrabasadas como el Gavagai. (A buenas horas se me ocurre... yo debí estudiar en la UAM Iztapalapa no el doctorado en filosofía sino la licenciatura en lingüística... pero bueno: obviamente mi vida habría sido muy diferente, y la bronca con el hubiera no es que no exista –dice David Lewis– sino que es inaccesible –dice correctamente Kripke–). 

7) Y del padre del Gavagai, y del Gavagai, y de un jalón de orejas que me puso una 'cientista cognitiva', comprendí que primero debo estudiar con lupa y microscopio, telescopio y laboratorio, a mi Alberto Magno. Ya luego trato de ver si lo que él hace es traducible o no a "contemporáneo". Porque el único modo de sacarle la vuelta al problema de la indeterminación de la traducción es volverse hablante competente... de Albértico (con acento, no Albertico. Eso es otra cosa).

Hoy aprendí muchas cosas. 

Como que en alemán se adverbializan los puntos cardinales y que tal adverbialización tiene un valor semántico que a todos los hablantes del alemán les queda muy claro (¡y fui a consultar al nativo nativísimo para corroborarlo!), pero no tanto, de tal suerte que el libro de alemán que usa el Goethe Institut Mexiko puede pasarlo por alto.

Y hoy aprendí, también, que no me equivoqué al escoger a mi rosa de los vientos

Esponjita norteada. 

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