Más nos valiera a todos los que necesitamos desesperadamente ser amados, arrojarnos agarrados de las manos del acantilado. De esta cárcel que es la necesidad, líbranos muerte, líbranos. Nos arrojaremos todos, sin saber que somos todos, creyéndonos absolutamente solos y sin que nadie se entere de la vergüenza... que para eso nos vamos, para evadir la humillación.
Escaparé de la necesidad de ti.
Te arrojaré como cajetilla arrugada y destrozada a la basura, aunque sepa que mañana estaré removiendo las bolsas de basura esperando encontrar un pedacito todavía fumable. Sé que moveré la mole del refrigerador por si acaso el gato lanzó debajo una colilla lo suficientemente larga para fumármela, por si acaso un pedacito de tu aprobación se encuentra hecha bolita y me la puedo aspirar desesperada. Y aún sabiéndolo ahora, previendo todas las vergüenzas que serán pasadas por alto en la hora difícil, te apretujo como cajetilla nueva que destruyo frente a mis ojos, y te arrojo a la basura.
Quisiera ser como esos que se fuman dos o tres al día, o que solamente fuman cuando beben, y beben cuando platican, y platican poco y son medidos. Quisiera ser como esos que se bastan a si mismos...
Y si no puedo arrugarte con mis manos quebrando cada uno de tus huesitos, y tirarte luego a la basura, me tiraré yo al precipicio. O mejor a un acantilado con mar... y confundirme con la espuma, y morir como sirena.
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