Siempre que llego a la casa, sale Qualia como alma que lleva el diablo: su urgencia más urgente en el mundo es saber que no es prisionero de esta casa. Luego se queda ahí, paradito frente a las escaleras, y voltea y me saluda, y le digo: Hola Gato. Enseguida entro a la casa y aparece Vasili, y le digo Hola Otro Gato. Un día me entró la culpa ¿por qué le digo a Vasili Otro-Gato? Sí, vamos, Vasili no entiende todas esas sutilezas que pueden llevar a un adulto al psicoanalista cuando de niño le juegan bromas así... pero ¿entonces? Hasta que recuerdo que tengo ese tipo de manías de mi abuelita Aurora de ponerme a hacer juegos gramaticales bobos: Un gato, otro gato... ok, no espero que ustedes entiendan, pero yo me acostumbré. Y luego comencé a decirles Hola Qualificatus, hola Altercatus. Y ya, esa fue la entrada boba de hoy, jaja.
Altercatus |
II
Me ha dado por dormir siestas. Y tengo unos sueños muy exóticos. Ya el otro día les conté el sueño aquél dónde el Asesor era una especie de asesino serial. Era un sueño emocionante, no era pesadilla. Y luego hoy tuve un sueño extraño con Valerio: acababa de regresar de Francia y había traído de invitado ni más ni menos que a Houellebecq a presentar el libro de Sumisión. Ya estábamos todos en la conferencia, y entonces llegaba Valerio vestido de traje as usual pero ¡con corbata! Y es que ustedes han de saber que siempre trae traje pero NUNCA JAMÁS de los JAMASES lo he visto con corbata. Era una corbata hermosa: negra con vivos rojos (bueno, en mi sueño aquello era bellísimo, no sé si dentro de las modas de las corbatas eso sea bellísimo o elegante, o de menos apropiado. Pero en el sueño me parecía una cosa no elegantísima sino bellísima. Era como si se tratara de una cosa con laqueado japonés, muy, muy brillante). Entraba y saludaba a Houellebecq, y aquél le respondía haciéndole bromas pesadas pero como si fueran amigos desde siempre. Y, obviamente, comenzó a cotorreárselo por traer corbata. Finalmente se la quitaba y me la daba. Y yo me la ponía. Sí, una cosa tipo Avril Lavigne punk adolescente. Y yo andaba con la bellísima corbata y me daba mucho orgullo el traerla. Como que tenía ganas de decirle a todo mundo ¡Miren, miren! ¡me la dio a mi! ¡y miren que cosa tan hermosa! ¡y es suya! Pero no decía nada por prudencia y por pudor. Trataba de controlarme... pero la lucía con todo el orgullo del mundo, como si fuera un signo, una marca de que tenía que ver con él, como si le perteneciera de alguna manera... como un sello pensé cuando desperté.
Krawatte |
III
Nací con los huesos del fémur (los que forman parte de la rodilla) demasiado pequeños... y la pierna izquierda es más larga que la derecha. Además tengo el pie cavo (no plano) y la S de mi columna vertebral es más pronunciada de lo que debería ser. Todo eso junto, durante 35 años, ha acelerado el desgaste de mi rodilla izquierda y lastimado las vértebras lumbares. Y es entonces cuando el ortopedista advierte: esto no es curable, así eres... pero lo vamos a tratar. Luego me viene el sentimiento: claro, mis papás me llevaron, calculo, a los 5 años al ortopedista. Y él se los dijo: tiene una pierna más larga que otra, necesita plantillas para corregir la rodilla torcida, el pie cavo y la diferencia, o va a tener PROBLEMAS. Pero no me llevaron al ortopedista. No puedo negar que se les complicó la vida de pronto: vino la devaluación, se separaron y pusieron 1200 km de distancia entre uno y el otro... no los culpo. Además ¿cómo para qué, qué objetivo tendría venirles y reclamar eso? Pero ¿qué hacer con las ganas de llorar que me atacan cuando el médico me dice cómo se seguirá deformando mi columna –y seré una viejita encorvada–, cómo eso ya no tiene remedio, puros paliativos en los que me deformo más y más? En mi rabia, quise reclamarle a mi mamá... a mi papá ... no me atreví. Sólo alcancé a reclamarles que me heredaran tantas desproporciones (¡ah! ¡mandíbula inferior minúscula! ¡ah! ¡huesitos desproporcionados!). Y me contestó mi mamá pero, óyeme, también eres lista... y cuando engordas, no dejas de tener curvas jamás. No seas ingrata. Y pos me di cuenta de que no es poca cosa.
El num. 5, el tal cóndilo, es el que yo tengo chirris. En esta radiografía está normal... porque no es mía. Ja. |
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