Extraño Encuentro...

a Xésira Valencia

Miguel estudia laudería, tiene el cabello y la piel de mi mismo color, los ojos almendrados... y hace seis años cortó conmigo por muy justificadas razones...
Un año lo perseguí y lo perseguí, hasta que el pobre acosado puso tierra de por medio y bloqueó mi correo... un año después conocí a cierto Cusano múltiplemente reseñado en éste blog, y pronto cumpliremos cinco años darnos atascones de jamón serrano, aceitunas y textos medievales en latín.

Sin embargo, por una burocrática y complicadísima coincidencia, seis años después de no saber nada de mi ex novio laudero, llegó a mis manos un correo electrónico que no iba dirigido a mí...
sino a mi madre.
El caso es que leí, no se como, el correo mentado: parco, en un inglés extraño, y con una rara puntuación española, Miguel le enviaba en versión bilingüe fotografías de un laud a una respetable cantidad de personas... incluyendo a mi mamá.

Muchos recuerdos despertó el incidente... por ejemplo, que Miguel entraba conmigo a las clases de Priani (e imitaba su clásico "¿no?"), de la huelga, de que siempre fue un ser raro, que estudiaba joyería y quería ser músico, y cuando nos inscribimos al coro, resultó que él era Barítono bajo y yo sopranino... que era guapísimo... y que sus ojos siempre me parecieron opacos. Tenía una religión bien extraña, a la que él por su cuenta le agregó elementos todavía más raros. Fue mi primer "todo" durante cuatro años de mi vida, y nunca se me hizo llevarlo a conocer el mar.

Cuando cortamos se cortó el pelo... y me dijo adiós definitivamente en la calle de Isabel la Católica, entre la Profesa y el Hotel Gillow... al único que fuimos, sólo en dos ocasiones, a causa de su pudor. Nunca podré negarlo: me gustaba muchísimo, horrores. Era un freak solitario como lo soy yo.

Nuestra primera cita fue ir al cine a ver Space Jams... yo, a los diecisiete años esperaba que me diera mi primer beso y fuí a la estética a depilarme mi pequeño y poco femenino bigotito... duré muchas horas con el labio superior hinchado, pero afortunadamente el tímido muchacho no se decidió a besarme todavía... Alguna vez nos corrieron del parque por dar espectáculos inmorales, y le tenía miedo a las Iglesias y a los Panteones por una razón que nunca me quizo decir.

Hoy le escribí un correo... no sé si lo espante demasiado y lo borre. Pero no pude evitar el infinito impulso de escribirle...

La semana padasa vino Xésira, la ex novia de Daniel.... yo repatié de coraje porque la niña consiguió verlo. Le dije a Daniel que la mandara al carajo y que le dijera que no la volvería ver. Pero Daniel, la cortesía en patas, platicó con ella largamente, y luego la acompañó al taxi. Hoy tengo el síndrome xesiresco... ahora la comprendo, o más bien, ahora empatizo con ella...
Por eso digo hoy:
¡Salud Xésira!: disfrutaré la suerte de ser la novia de un caballero que te tiene en buena memoria, y ser la ex novia de un hombre que consiguió olvidarme pese a todo.

La esponja nostálgica...