(aunque en el último refresque de la página del Dr. Zapatos Rosas siga mi blog sin aparecer, sea ya porque no ha conseguido los méritos suficientes, sea porque no ha sido conocido por el hombre de las corbatas verdes... aúnque eso pasa, yo no pierdo la esperanza y sigo escribe y escribe cual bló star: algún día me leerá... aunque sea la tesis que ya medio está.)
Los tres Odiseos
Estaba yo muy ofendida el otro día, porque un pajarito enamorado me dijo que no fui yo la mujer más bella, sexi y exitante que hubo conocido en su vida. No le importó a mi ego oír cosas hermosas y bellas, reflexiones profundas sobre la verdad del amor, ni dulces confesiones de amores antiquísimos. Mi ego adolorido sólo pudo pensar en cómo y quién sería aquella criatura que me había arrebatado el título de "mujer más sexi" de la añeja memoria de un memorioso.
Entonces, mientras mascullaba yo no sé que cosas de Teeteto en el Platón y la espantosa historia de como Ricardo Corazón de León y Ricardo Samba habían descuartizado unas cuantas doxas, me encontré al único, al inigualable, bellísimo y extraordario Odiseo, el de la piel dorada. Y entonces me sorprendí pensando: ¡claro! por supuesto, este hombre me volvió Calipso alguna vez, y no en balde, porque es el hombre más bello que he conocido.
La sangre del Levante recorre sus entrañas, sus pestañas fenicias viajaron desde Líbano en adúltero abrazo. Y nieto de la travesura, sigue tentando a todo ser, su piel dorada de duraznos.
Bueeeeno... no pensé todo eso, sólo pensé: ¡Claro! fuí Calipso y sin embargo, no bastaron mis embrujos para mantener en la minúscula isla de departamento a este hombre. Saludelo y tán tán, nos vemos el sábadín en la fiesta de nuestra doxa querida y mal herida.
Ensaliendo de ahí, pensaba yo en el otro Odiseo: me dejó como a Penélope la del largo Peplo, esperándolo seis años. Y yo, sentadita en un banquito, con bolso y zapatos de piel marrón, esperé a que fuera a conocer a otras tantas calipsos y sirenas mil que vivían entre la Sierra Madre y los lejanos rumbos de Atizapán... entre ellas, claro, a la mujer más sexi de la tierra que no fui yo. Así que me descubrí Penélope y Calipso en el mismo cuero.
Mientras meditaba en la Enéada XII de la Metafísica, mascullando algún reproche al tipo de camisa azul que tenía enfrente, me sorprendió un feliz descubrimiento: no son dos... ¡son tres mis Odiseos! éste que tenía enfrente era el Polímetis, el de los muchos trucos, que dejó ciego al incivilizado Polifemo y venció a las sirenas, y se dejó apapachar por Calipso un rato, y luego fue allá por las columnas de Herácles, y se le escondió a Telémaco, y sobrevivió a los embates del monstruo Benítez cuando le hizo admitir que Cusa era más kantiano que Kant, y hasta trajo de regreso el Vellocino de Oro aunque esa era otra novela...
Entonces algo me preocupó: si de uno fui Calipso y del otro soy Penélope la del largo Peplo... ¿de este Odiseo de las aventuras quién soy?
La amante lectora, expectante de sus aventuras, admiradora de sus proezas, compañera imaginaria, crítica y traductora... él es el libro junto a la lámpara y yo poseo su historia... y aunque no soy la única, soy su mejor lectora...
la esponja del largo Peplo.
5 comentarios:
Ajá! tanto pa decir que tu le haces a eso del "poliamor".
Sonamos!
Pensando que contestar me llega esta estrofa mientras escucho al infaltable José Alfredo Jímenez: "Yo se que tu recuerdo es mi desgracia, y vengo aquí nomás a recordar".
Todo Odiseo presupone un retorno, ni modo, aguántese. Claro, a uno le gustaría ser el objeto de todo suspiro, pero pues no resulta así siempre, o nunca.
A mi lo del "largo Peplo" ya me dio miedo... quien sabe qué cochinadas me imaginaba al leer al traducción de Segala en mis infancias pre-universitarias.
:*
Conclusión: Te debes conseguir un hombre que no sea un cerdo de entrada... para poderlo convertir en uno...
Jajajaja:
Frufrufru: creo que eso es lo que intenté hacer con el señor de las pesatañas risadas... pero sólo lo conseguí con los otros dos.
Daniel g.g. ¡ay niño simonito!erudito y alburero...
Señor Chiquito: ¿y qué pasa cuando a uno se le juntan los odiseos? ¿José alfredo tiene alguna canción al respecto?
Sergio: pura envidia, pura envidiota.. jejeje...
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