El Objeto de Spelke.
(si quiere información más precisa sobre el asunto, píquiele aquí... sí, ahí donde dice "aquí". Bueno... a ver: allá donde dice "aquí" pero sin comillas... aich! de nuevo tengo problemas con los deícticos... o sea, para los analíticos latinoamericanos que comienzan a hablar una especie de pocho que suena a Spanglish filosófico, se los traduzco: en el "indexical" que, en correcto castellano, se llama deíctico... ah! y para los simplemente ignorantes pero buenos usuarios del español, se los digo así: deíctico viene de dedito, o sea: los pronombres como "este","ese", "aquél" o "aquí" se llaman así porque usté llena su contenido, ya sea con el contexto, ya sea con su dedito que señala aquello que quiere ser significado... lo que me recuerda a cien años de soledad y los problemas que tenían en Macondo a causa de la carencia de palabras para todo lo nuevo... pero como que ya disgregué mucho: si quiere saber algo en forma sobre el Objeto de Spelke -in english, I'm sorry- píquele aquí también donde encontrará una lista de artículos -papers para los spanglish- de Elizabeth Spelke)
Ea Elizabeth Spelke est:
Bueno. Ésta es la historia. Ahí tiene ustedes que la capacidad que tenemos de perseguir con los ojos un objeto en movimiento es diferente a la capacidad que tenemos para reconocerlo. Si ustedes ven volar algo a gran velocidad, quizás pronuncien la consabida frase:
-¡es un avión!, no ¡es un pájaro!... ¡no!, ¡es Super Man!
Muchos experimentos pueden ustedes encontrar capaces de probar que ambas capacidades son diferentes.
Les narraré uno, porque no lo encuentro en la red.
Supongan que tienen un cuadro donde en la esquina superior izquierda hay un conejo dibujado. En el centro de la imagen, una silla, y en la esquina inferior derecha, hay una tortuga (ya ven, desde Zenón a los filósofos nos gustan mucho las tortugas y los conejos).
En el siguiente cuadro, la tortuga ha viajado a la esquina superior derecha y el conejo a la esquina inferior izquierda, mientras que la silla permanece en su lugar.
Al contemplar las dos imágenes, les parecerá que la cosa ocurrió tal y como se las narro: el conejo bajó y la tortuga subió.
Sin embargo, si la imagen pasa con la rapidez suficiente (es decir, a 24 cuadros por segundo, por ejemplo), parecerá como si el 'objeto' de arriba hubiese pasado de izquierda a derecha y viceversa. Y una mínima reflexión nos hará parecer como si el conejo se hubiese transformado en tortuga. ¿Por qué?
Pues resulta que los psicólogos contemporáneos han descubierto que la habilidad para perseguir rápidamente un objeto es incapaz de distinguir qué es el objeto. Sólo ve que 'algo' se mueve. Pero nuestro cerebro necesita 'saber' qué se movió.
Así, si se presenta primero el objeto 'estáticamente' nuestro animus asume que lo que se mueve es lo que vimos primero. Si al final del movimiento, el objeto resultó ser diferente, asumimos, sin más aunque con sorpresa, que en algún momento el objeto se transformó.
(esa es la base del prestidigitador: la mano es más rápida que la vista).
La esponja divulgativa
PD: Obviamente la etimología de deíctico que he vertido aquí es toda falsa. Deíctico viene de δείκνυμι que en griego quere decir: mostrar. Son, en correctísima traducción, los demostrativos, o mejor dicho, los "mostrativos" (en incorrecto español). Como nosotros mostramos con el dedito, pues inventé tal falsedad. De todas maneras, ni tan falsa falsa es mi etimología, digna de Isidoro de Sevilla, pues δείκνυμι viene de la raíz de δείξω, de donde viene δὀχα, que ya no me acuerdo qué relación tiene con "derecha", es decir, con la mano derecha, que es con la que se muestran las cosas... alguna relación tenía con dextra, en latín... o sea, ya me hice bolas, pero ustedes no se fijen. Aquí mi argumento es una falacia llamada ad auctoritatem, o en realidad ad petrum tapiam pues fue Pedro Tapia quién nos contó la historia, pero que ya he olvidado parcialmente... como sea: no me crean.
5 comentarios:
Qué buenas divulgaciones, Esponjita. Yo soy de esas mentes simples que sí se cree los trucos de magia. Así me va!
Un beso
Casos como el que expusiste son explicados por la neurociencia a partir de una especie de "aparato raciomorfo", resabio pre- evolutivo, que antes de cualquier reflexión, busca racionalizar las percepciones vinculándolas a figuras conocidas. Lo mismo pasa con los relojes o motores que parecen "decir" una palabra.
Desde la gnoseología, parce perturbador saber que el conocimiento está filtrado por un residuo animal del hombre. Al final, Das Ding era uno mismo.
Averiguá por Rupert Riedl y José M. Delgado.
Iza: no, no, si el chiste es que tu mente es demasiado compleja: por eso puedes creer en los trucos de magia. No se me ande echando tierra usted solita.
Síncope: ya'stuvo con la propaganda.
Galliano:Averiguaré lo que me pide. Es buena idea. Pero mi tesis central es que las descripciones fenomenológicas de esos procesos pueden ser descritas con diferentes modelos y ser igual de efectivos. La otra parte del post, que no puse porque ya estaba muy largo, es justamente que Avicenna y Alberto Magno dan descripciones muy similares y, no sólo eso, sino que dan una explicación extraordiariamente efectiva sobre por qué pasan esas cosas. Lo que pasa es que las neurociencias contemporáneas y Avicenna partían de presupuestos metafísicos ligeramente diferentes (aclaro: ligeramente: el ubicar las facultades en el cerebro es algo a lo qeu el médico Avicenna se dedicó).
Por lo "animal" yo no me preocuparía tanto: todos somos animales (muy aristotélicamente hablando). El chiste es que nosotros, según Aris y todos los demás, poseemos la capacidad de lo "universal". Explicar cómo y dónde la tenemos, y por qué es común a todos, y por qué funda la universalidad de la ciencia, es lo que hizo al siglo XIII romperse la cabeza, y los cerebrólogos, lógicos y mentalistas contemporáneos tienen el mismo problema.
(A mí me gusta más la solución de Hegel y sus hijos hermenéutas... aunque el presupuesto que hay que asumir es demasiado para mi)
Salú
Eres la niña más enrevesadamente graciosa que mis años han intuido. Me sonrío y disfruto tus post, me río, en las respuesta y aprendo... ¡Cuánta maravilla junta, con razón que vas a empezar a contarnos de las comidas que cocina Daniel! ¡Eres bestialmente buena!
Besazos a mi espoonjita limpiaroñas.
interesante.
cuánta tortuga y conejo. ya me mareó nomás de imaginar.
el alvi que quisiera ser prestidigitador.
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