Érase una vez, una pobre esponjita que se le botó la canica, y antes de titularse de filosofía, se metió a letras clásicas. Ahí aprendió, entre otras cosas, Griego y un poquitín de Latín. (Seamos honestos: aprendió un poquitín de griego y un chiringolito de latín).
Y luego, antes de terminar letras clásicas, se metió a la maestría en filosofía. Y ahí comenzó con una tesis sobre plotino, luego se emocionó con AristóNteles, y después se super emocionó con un neoplatónico que se creía fiel aristotélico: Avicena.
Pero no sabía árabe. (Sabía saludar en árabe, podía leer alguans cosas y escribir su propio nombre. Pero no... no creo que fuera suficiente para leer a Avicena).
Entonces tomó un periplo extraño: decidió (gracias al consilium de cierto profesor suyo, por cierto, tocayo del culpable y causa suficiente y necesaria de que se inscribiera en letras clásicas) que podía estudiar esos asuntos a través de Alberto Magno.
Y la esponjita, muy envalentonada porque sabía un poquito de griego y un chiringolito de latín, decidió que era capaz de hacer una tesis con un chiringonal de textos en latín, francés e inglés.
Le tenía mucho miedo al francés, porque nadie se lo enseñó ni a leer. Pero después de algunos meses de diccionarazo limpio (y gracias a los recursos intertnéticos) pudo leer el francés con mucha más soltura que el inglés (entonces comprendió por qué el francés es lengua romance... ¡ay la baba de la esponja!).
La vida, sin embargo, con el latín no fue tan fácil: por más simplón que parecía el latín de los siglos XII y XIII, pues no, no... no es tan transparente como el francés.
Y aquí la tienen, a la pobre esponja, que se la pasa dos horas frente al mismo estúpido párrafo, porque la edición crítica dice "exteriorum" y eso parece ser totalmente contradictorio con el "interiorum" que uno debía esperar ahí para que el jodidoreputopuñetero argumento tuviera sentido. Entonces, en un chispazo (ereignis, pá'quentienda el alemán) se acordó por qué el idem del que hablo justo en el paréntesis anterior, le mandó al Gundisalvo... y ¡Oh! el Gundisalvo usa... ¡¡interiorum!! y todavía más: la estúpida esponja al fin decidió ir a ver el aparato crítico y qué creen: ¡¡¡dice interiorum según el códice TPV (orita me da hueva ir al índice de abreviaturas para averiguar qué es eso y con qué se come)!!!.
Tons, regreso a mi reconstrucción argumental, y creo que se puede salvar.
No sé latín
No sé reconstruír argumentos
Ni siquiera sé dónde lleva el acento la palabra reconstruir.
Y ya son las seis de la mañana.
Y odio a la humanidad.
¡¡¡Porqué el editor decidió usar ese estúpido exteriorum!!!
(estoy enojada, no porque crea que el Van Riet sea un estúpido, no. No. Es más bien porque, como creo que no es un estúpido, tengo el terror pánico de que sea OBVIO, EVIDENTE la razón por la que puso exteriorum en vez de interiorum... pero como yo soy tan pendejísima, pues no sé, ni me doy cuenta... ni entiendo por qué, cuando Gundisalvo dice claramente interiorum, y por qué, cuando al leer el argumento, si aparece exteriorum parece entonces que Avicena es un pendejo... ¿por qué eligió la lectio contradictoria? ¿qué se me está pasando? ¿qué?)
Y... ¿Valerio?
¿No se llama "otra de Valerio"?
Toy sentida con Valerio.
(digo: alguna vez un chef debería ponerle por nombre a su más maravilloso pastel "cereza"... aunque sólo fuera la jodida cereza del pastel)
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