(La idea del título ha sido vilmente pirateada tuit de Luis Frost... demasiado genial)
No viene al caso contar por qué tengo una ultraurgentísimaurgencia de aprender un idioma lleno de palabrotas: o sea, alemán. Hablarlo lo necesitaré y es sueño guajiro, pero urge poder leerlo. Y ciertamente mi amiga Z. me explicó que más difícil que el griego no es (lo que, después de enfrentar al Afrodisio y a Plotino, me liberó de un gran peso), y Ely me aclaró que, lo más difícil, es la componedera de palabras: funciona como en griego (me aclaró).
Así que, abusando de los poderes de la ilegalidad de copigs que hay en internet, además de bajar música y libros, bajé un curso de alemán para anglófonos. Y como ya mero soy anglófona (que pasa terribles vergüenzas, eso nadie lo puede negar), pues que me aviento a bajar el curso y que me pongo a estudiarlo (en vez de perder el tiempo bloggeando, cuando me harte de aristotelavicealbertisearlifodoriar, puedo descansar paracticando con el cursito. El curso es una maravilla maravillosísima: es intiuitivo. No mete cosas de gramática antes de tiempo. Y, curiosamente, a pesar de que es bilingüe, evita a toda costa la "traduccionitis" que tanto daño hace al aprender una nueva lengua.
Obviamente sé que un curso así, solito, no tendrá efectos positivos en mi lectura hasta que pasen algunos años, pero, del otro lado, tengo una buenísima gramática (tambien legislocopightviolante), y la enferma habilidad que sólo Clásicas puede dar, para saberla usar. Años de enfrentar el latín y el griego a diccionarazo limpio, a aprender a dividir las palabras en sus partes para reconstruir significados (y la última experiencia con el dulce y agradable francés), me han enseñado que, siendo el alemán indoeuropeo, no debo temerle: se comporta como tal, y como tal hay que tratarle.
Saber gramática es, un poco, como conocer el código de programación de toda lengua. Por un lado, uno conoce las funciones que hacen workiar (aquí spanglish para evitar la rebuznancia) a un idioma; y por otro uno conoce los instrumentos que encarnan esas funciones. La gran enseñanza de la gramática es que función e instrumento no son idénticos, y que la diferencia entre una lengua y otra estriba en el modo en que, las eternas y mismas funciones de siempre, se encarnan en el cuerpo (los órganos=instrumentos) de esta o aquella lengua concreta.
¿Qué son las funciones? ¿Acaso expresan el contenido del verdadero, único y neto lenguaje mental? ¿la lógica y la semántica formal las expresan? Sepa la bola. El gramático es nomás un jodido ingeniero que no se hace preguntas metafísicosmológicotrascendentales sobre su materia de trabajo: sólo la pone a funcionar. Y eso es lindo. Así Tolkien inventó su idioma élfico, y yo tengo un rudimentario entrenamiento que pondremos a prueba para enfrentar a la lengua metafísica por excelencia. Todo lo demás, lo mental, las intentiones, la naturaleza íntima del lenguaje... es el objetivo por el cual me estoy echando al lomo estas obras de la ingeniería lingüística.
Sin embargo, no ha de extrañarle a nadie que, después de "ver" por "fuera" la estructura del lenguaje, sin a la vez poder escapar de ninguna manera, ni poder salirse de éste, uno tenga la sensación de ser Neo que, por fin, ha "visto a la Mátrix". En realidad es lo único que siempre hemos visto: no vemos sino la Matrix (digo: imagínense que son Neo). Es lo mismo, nunca hemos salido de la estructura del lenguaje: estamos atrapados por él. Nuestro pensamiento, sea como sea, está constituído por él y de él no puede liberarse, sea o no idéntico a él.
Y sin embargo, después de un rato de estudiar gramática, de pronto, pareciera como si emergiera algo nuevo que no estaba ahí cuando, aquella estructura que nos permite acercarnos al mundo, revela su propia estructura. No en un nivel tal que nos haga pensar a lo Tractatus... no. No tanto. Sólo a un nivel tal que nos permita "sentir" cómo estamos ordenando cada jodida oración: Sujeto, verbo, complementos. "Sentimos" qué partes de nuestras palabras son goznes y cuales lo unido. (Es como cuando aprendemos a hacer Bizco para poder ver los diseños tridimensionales de los libros aquellos que estuvieron de moda hace algunos años).
No sé. Es un nivel todavía, digamos, no filosófico. Todavía ni siquiera tiene nada que ver con sintaxis en el sentido lógico, ni con regals sintácticas, ni con axiomática. Es más simplón. Pero la sensación de rareza persiste. Por ello, nadie puede negar aquellas sabias palabras de Luis Frost: "después de estudiar gramática un rato, uno, al hablar, siente que está viendo la Mátrix" (no nos ha de extrañar, entonces, que esa sensación haya parido deshilvanamientos metafísicos)
Neo...sponjita (Y qué píldora prefiere... la roja o la azul aunque en realidad no importa)
Así que, abusando de los poderes de la ilegalidad de copigs que hay en internet, además de bajar música y libros, bajé un curso de alemán para anglófonos. Y como ya mero soy anglófona (que pasa terribles vergüenzas, eso nadie lo puede negar), pues que me aviento a bajar el curso y que me pongo a estudiarlo (en vez de perder el tiempo bloggeando, cuando me harte de aristotelavicealbertisearlifodoriar, puedo descansar paracticando con el cursito. El curso es una maravilla maravillosísima: es intiuitivo. No mete cosas de gramática antes de tiempo. Y, curiosamente, a pesar de que es bilingüe, evita a toda costa la "traduccionitis" que tanto daño hace al aprender una nueva lengua.
Obviamente sé que un curso así, solito, no tendrá efectos positivos en mi lectura hasta que pasen algunos años, pero, del otro lado, tengo una buenísima gramática (tambien legislocopightviolante), y la enferma habilidad que sólo Clásicas puede dar, para saberla usar. Años de enfrentar el latín y el griego a diccionarazo limpio, a aprender a dividir las palabras en sus partes para reconstruir significados (y la última experiencia con el dulce y agradable francés), me han enseñado que, siendo el alemán indoeuropeo, no debo temerle: se comporta como tal, y como tal hay que tratarle.
Saber gramática es, un poco, como conocer el código de programación de toda lengua. Por un lado, uno conoce las funciones que hacen workiar (aquí spanglish para evitar la rebuznancia) a un idioma; y por otro uno conoce los instrumentos que encarnan esas funciones. La gran enseñanza de la gramática es que función e instrumento no son idénticos, y que la diferencia entre una lengua y otra estriba en el modo en que, las eternas y mismas funciones de siempre, se encarnan en el cuerpo (los órganos=instrumentos) de esta o aquella lengua concreta.
¿Qué son las funciones? ¿Acaso expresan el contenido del verdadero, único y neto lenguaje mental? ¿la lógica y la semántica formal las expresan? Sepa la bola. El gramático es nomás un jodido ingeniero que no se hace preguntas metafísicosmológicotrascendentales sobre su materia de trabajo: sólo la pone a funcionar. Y eso es lindo. Así Tolkien inventó su idioma élfico, y yo tengo un rudimentario entrenamiento que pondremos a prueba para enfrentar a la lengua metafísica por excelencia. Todo lo demás, lo mental, las intentiones, la naturaleza íntima del lenguaje... es el objetivo por el cual me estoy echando al lomo estas obras de la ingeniería lingüística.
Sin embargo, no ha de extrañarle a nadie que, después de "ver" por "fuera" la estructura del lenguaje, sin a la vez poder escapar de ninguna manera, ni poder salirse de éste, uno tenga la sensación de ser Neo que, por fin, ha "visto a la Mátrix". En realidad es lo único que siempre hemos visto: no vemos sino la Matrix (digo: imagínense que son Neo). Es lo mismo, nunca hemos salido de la estructura del lenguaje: estamos atrapados por él. Nuestro pensamiento, sea como sea, está constituído por él y de él no puede liberarse, sea o no idéntico a él.
Y sin embargo, después de un rato de estudiar gramática, de pronto, pareciera como si emergiera algo nuevo que no estaba ahí cuando, aquella estructura que nos permite acercarnos al mundo, revela su propia estructura. No en un nivel tal que nos haga pensar a lo Tractatus... no. No tanto. Sólo a un nivel tal que nos permita "sentir" cómo estamos ordenando cada jodida oración: Sujeto, verbo, complementos. "Sentimos" qué partes de nuestras palabras son goznes y cuales lo unido. (Es como cuando aprendemos a hacer Bizco para poder ver los diseños tridimensionales de los libros aquellos que estuvieron de moda hace algunos años).
No sé. Es un nivel todavía, digamos, no filosófico. Todavía ni siquiera tiene nada que ver con sintaxis en el sentido lógico, ni con regals sintácticas, ni con axiomática. Es más simplón. Pero la sensación de rareza persiste. Por ello, nadie puede negar aquellas sabias palabras de Luis Frost: "después de estudiar gramática un rato, uno, al hablar, siente que está viendo la Mátrix" (no nos ha de extrañar, entonces, que esa sensación haya parido deshilvanamientos metafísicos)
Neo...sponjita (Y qué píldora prefiere... la roja o la azul aunque en realidad no importa)
4 comentarios:
Hola Esponjita, podrías pasar la dirección de curso. Saludos.
¿de qué curso? ¿del curso de alemán o de donde bajo ese ilegal material?
gigapedia.
Del curso de alemán. Gracias.
Ah! El curso de alemán lo bajé de la gigapedia.
Pero además desde la página del Instituto Göhte hay un link de varios recursos para aprender alemán.
Éste me ha servido mucho:
http://www.goethe.de/lrn/prj/rod/da1/l02/deindex.htm
Sólo que está en inglés-alemán
Es casi un lapiz-pencil pluma-pen, pero realmente agilizan la comprensión audivita.
Si te interesa mucho el curso, mándame un correo a esponjitta@yahoo.com.mx y te lo paso: es un archivo demasiado grande, así que no te lo puedo pasar por correo.
Publicar un comentario