Mi mamá nació en Ciudad Juárez. Ahí vivió también mi abuelita, y tengo un caudal de memorias de exiliada de una ciudad que no conzco.
El Juárez de mi cabeza se quedó detenido en 1968, cuando toda la familia emigró más hacia el sur: unos al DF, otros a San Luis Potosí. Sé que existía el monumento, y que una estatua de Benito Juárez señalaba hacia la estación del tren como diciendo: "si no le gusta Juárez, pues váyase". Sé que existía la colonia del Futuro (todo llegaría en el futuro, decía mi abuelita: la luz, el pavimento, el agua entubada), y que mi mamá estudió en la Primaria Tipo.
En realidad sé pocas cosas, y no podría reconstruír su geografía. Pero sé que nevaba y que las tuberías estallaban cuando bajaba demasiado la temperatura. Y que en verano el calor hacía que uno tomara y tomara agua, y la panza se inflaba de tanta agua, y uno seguía con sed.
Y sé que lo inn era comprar en El Paso, y que allá se toman sodas, no refrescos. La gente no se pone chipil sino chiple, y se dice burrita, no burrito.
Tengo unas memorias de un lugar que ya no existe.
Cada vez que prende la tele mi mamá, o ve el periódico, dice en voz bajita "¡qué bueno que nos fuimos de Ciudad Juárez!". Lo decía ya desde hace muchos años. Desde que llegaron las maquiladoras, desde antes que las primeras muertas llamaran la antención. No se diga: desde antes de la matanza contra los Lebarón, desde antes de los secuestros de los Menonitas (a todos les ha llovido por igual). Desde antes de los asesinados en una casa de rehabilitación.
Y a veces me pregunto por qué el asesinato de los 16 batos, estudiantes y deportistas, causó toda la indignación que no causaron ni las hijas muertas, ni los colonos golpeados, ni los indígenas masacrados en todo el país. Por qué, ante aquellas noticias, fue muy poca la gente, populus que se indignó. Y a veces me contesto: porque la gente que prende la tele, el internet, oye la radio, lee el periódico, siente, de alguna manera, que ser Menonita o Mormón, o indio, o mujer obrera, es algo muy lejos de lo que ellos son. Pero al morir 16 estudiantes de clase media, deportistas, del CEBETIS y el COBACH, entonces sí la sintieron cerquita. Y la empatía fue natural: aquellos muchachos se parecen demasiado a sus hijos, a ellos mismos. Ya no se trata de una comunidad abstracta y medio imaginaria que vive en algún lugar perdido, ni una clase social que, de entrada, fue creada por Dios para servir a los periodistas de la nota roja. Ahora sí es concreto: son los propios hijos. Somos nosotros. Son nuestros iguales.
A veces me pregunto (de nuevo): ¿por qué, cuando se habla del Holcausto judío, se le pondera con mayor intensidad que el gitano? ¿en dónde radica el carácter especial que había en matar 6 millones de judíos, frente a los otros 35 millones de muertos en campos de concentración? ¿no murieron acaso millones de acusados de homosexualidad? ¿y los comunistas? ¿y los Testigos de Jehová?... bueno, quizás me podría decir alguien: lo especial fue que trataron de exterminar a un pueblo. Y repito ¿y los gitanos? Éstas no son preguntas necias de aquél que piensa en injusticias históricas. Éstas son preguntas científicas a las que creo poder haber dado una respuesta.
De todos los muertos, unos fueron muertos por pertenecer a una herejía.
Otros, por su ideología.
Otros, por ser simples prisioneros de guerra: nacieron del lado equivocado.
Contra lo que puede parecer, todas estas condiciones parecen dar razón del por qué de su destino. O dicho de otra manera: la gente común, que tiene una familia, va al cine, piensa lo suficiente sólo para proveerse diversión y alimento, en suma, la gente que mantiene parado a un país, no tenía por qué caer en un campo de concentración. Gente estudiosa, trabajadora, pacífica, quizás moriría por un bombazo, pero no habría justificación para arrastrarla a la cárcel.
Falta, sin embargo, la última clase de los que mencioné: Judíos y Gitanos.
Los exterminios de étinas (literal: del griego pueblos) es más vieja que la Biblia misma (y que conste que la Biblia narra cosas semejantes). Ahora con lo de Haití, me enteré del Río Masacre: ahí se masacraron miles de haitianos por estar más negros que los mulatos dominicanos. Nada nuevo, pues.
En ese sentido, podría pensarse que tanto Judíos como Gitanos cumplían con una condición común histórica para ser exterminados: eran otro pueblo. Punto.
Pero entonces ¿por qué el escándalo con el exterminio judío? y si por ellos ¿por qué no tienen ni remotamente el mismo poder de vociferar los gitanos?
He aquí la razón:
Porque los Judíos son nuestros iguales. Los Gitanos no.
Me explico.
Es más, primero tengo que explicar el "nuestros".
La semana pasada platiqué largamente con un amigo chileno que estudia aquí, y descubrí lo poco que sé de la historia de Chile. Hoy platiqué con un amigo argentino que vive allá, y descubrí, no sólo lo poco que sé de la historia de Argentina, sino lo poco que él, siendo vecino, sabe de la de Chile. Y entonces caí en cuenta que, apesar de estar rodeada de colombianos, no tengo idea de cuándo cumple su bicentenario Colombia, y que apenas sé que existió Bolivar. Y mi amigo panameño me hizo darme cueta que de Panamá sé que hay un canal, que conozco su bandera, y que eran parte de la Gran Colombia... y él, a pesar de la vecindad, no tenía idea de cuándo cumple su bicentenario el resto de Centroamérica (de lo cuál me enteré hasta que ví un noticiero, un 16 de septiembre, de Televisa).
Eso quiere decir, intuyo, que "nosotros", cuando hablamos entre latinoamericanos, no significa lo mismo que "nosotros" cuando hablamos de historia. Toda latinoamérica conoce sus mutuas telenovelas, y hoy acabo de escuchar la canción más graciosa, cantada por un argentino sobre el Chavo del ocho. O sea: sí hay una idea de "nosotros". Pero es más cotidiana. Nada trascendental.
En cambio, todos nos sabemos los avatares de la historia de Europa. Supongo que Dussel tiene razón con aquello de que somos la periferia. Pero habría que agregar: somos la periferia en la concepción que tenemos de nosotros mismos. "Nosotros" es "Occidente". Y "Occidente" es Europa.
Ahora: sobre por qué los judíos son "nuestros" iguales, y los gitanos no.
Pienso, por ejemplo, en que la filosofía escrita por judíos y para judíos, nunca ha sido escrita en hebreo. Filón de Alejandría, que escribía para judíos, escribió en griego. Maimónides, que escribió como judío y para judíos, escribió en árabe. Herman Cohen y Franz Rosenzweig escribieron en alemán, y Emmanuel Lévinas en francés.
Ellos son como nosotros, son nosotros. Escriben la filosofía que leemos, generan capital, abren industrias, son figuras intelectuales destacadas, compran en los mismos almacenes y hablan nuestra misma lengua. Y sobre todo, son parte de "nuestra historia". Ser judío es, en parte, ser un "occidental" que tiene ciertos rasgos particulares que lo hacen llamarse judío: come comida kosher, no festeja navidad sino jánuka, tiene una memoria que excede a la "nuestra". Pero es por exceso, y no por defecto, que son, además de occidentales, judíos.
Y en la Europa nazi, eran los vecinos. Los compañeros de clase, de trabajo, los parroquianos con los que "tomábamos" café. Eran occidente, parte de su estructura y de su historia. Sus hijos fueron a "nuestras" guerras, nos dieron clase en la universidad, nos enseñaron.
Y a ellos, como a unos "nosotros" los mandamos matar.
Los gitanos, simplemente, como los indios y los pobres, son "otros".
Por eso es inconcebible, todavía, que, sin deberla ni temerla, un "nosotros" haya ido a parar a un lugar a donde sólo eran enviados los otros: los enemigos de guerra, los homosexuales, los gitanos, los herejes. Ellos no eran eso. Ellos eran, no sólo como nosotros, sino nosotros. Y al ir a parar a los campos de concentración, lo que fue exterminado fue una buena parte de Occidente.
El 31 de enero de 2010, en la madrugada, un comando de "otros" asesinó a mansalva a 16 "nosotros". Por eso no fue sino hasta ahora que la indignación dejó de ser tan fácil de contener.
"Nosotros", es decir, la clase media trabajadora, con acceso libre a internet, prensa escrita, radio y televisión, sintió que, por fin, la guerra dejaba de librarse entre los otros y la tocó de frente. El 31 de enero de 2010, el imaginario colectivo que posee voz por fin reaccionó, porque fue tocado.
Mi mamá nació en Ciudad Juárez. Nunca he estado ahí. Pero en la memoria la llevo como una tierra ignota a la cual pertenzco.
Esponja.
PD: Al fin encontré que decir. Les agradezco infinitamente a todos los que vinieron y guardaron conmigo luto. Les agradezco la camaradería, la amistad, la empatía. Mientras yo seguiré pensando qué hacer para no ser simplemente de las vociferantes indignadas. Pero de que las palabras hacen mucho, he tenido prueba con su hermosas palabras. Un gran abrazo a todos.
El Juárez de mi cabeza se quedó detenido en 1968, cuando toda la familia emigró más hacia el sur: unos al DF, otros a San Luis Potosí. Sé que existía el monumento, y que una estatua de Benito Juárez señalaba hacia la estación del tren como diciendo: "si no le gusta Juárez, pues váyase". Sé que existía la colonia del Futuro (todo llegaría en el futuro, decía mi abuelita: la luz, el pavimento, el agua entubada), y que mi mamá estudió en la Primaria Tipo.
En realidad sé pocas cosas, y no podría reconstruír su geografía. Pero sé que nevaba y que las tuberías estallaban cuando bajaba demasiado la temperatura. Y que en verano el calor hacía que uno tomara y tomara agua, y la panza se inflaba de tanta agua, y uno seguía con sed.
Y sé que lo inn era comprar en El Paso, y que allá se toman sodas, no refrescos. La gente no se pone chipil sino chiple, y se dice burrita, no burrito.
Tengo unas memorias de un lugar que ya no existe.
Cada vez que prende la tele mi mamá, o ve el periódico, dice en voz bajita "¡qué bueno que nos fuimos de Ciudad Juárez!". Lo decía ya desde hace muchos años. Desde que llegaron las maquiladoras, desde antes que las primeras muertas llamaran la antención. No se diga: desde antes de la matanza contra los Lebarón, desde antes de los secuestros de los Menonitas (a todos les ha llovido por igual). Desde antes de los asesinados en una casa de rehabilitación.
Y a veces me pregunto por qué el asesinato de los 16 batos, estudiantes y deportistas, causó toda la indignación que no causaron ni las hijas muertas, ni los colonos golpeados, ni los indígenas masacrados en todo el país. Por qué, ante aquellas noticias, fue muy poca la gente, populus que se indignó. Y a veces me contesto: porque la gente que prende la tele, el internet, oye la radio, lee el periódico, siente, de alguna manera, que ser Menonita o Mormón, o indio, o mujer obrera, es algo muy lejos de lo que ellos son. Pero al morir 16 estudiantes de clase media, deportistas, del CEBETIS y el COBACH, entonces sí la sintieron cerquita. Y la empatía fue natural: aquellos muchachos se parecen demasiado a sus hijos, a ellos mismos. Ya no se trata de una comunidad abstracta y medio imaginaria que vive en algún lugar perdido, ni una clase social que, de entrada, fue creada por Dios para servir a los periodistas de la nota roja. Ahora sí es concreto: son los propios hijos. Somos nosotros. Son nuestros iguales.
A veces me pregunto (de nuevo): ¿por qué, cuando se habla del Holcausto judío, se le pondera con mayor intensidad que el gitano? ¿en dónde radica el carácter especial que había en matar 6 millones de judíos, frente a los otros 35 millones de muertos en campos de concentración? ¿no murieron acaso millones de acusados de homosexualidad? ¿y los comunistas? ¿y los Testigos de Jehová?... bueno, quizás me podría decir alguien: lo especial fue que trataron de exterminar a un pueblo. Y repito ¿y los gitanos? Éstas no son preguntas necias de aquél que piensa en injusticias históricas. Éstas son preguntas científicas a las que creo poder haber dado una respuesta.
De todos los muertos, unos fueron muertos por pertenecer a una herejía.
Otros, por su ideología.
Otros, por ser simples prisioneros de guerra: nacieron del lado equivocado.
Contra lo que puede parecer, todas estas condiciones parecen dar razón del por qué de su destino. O dicho de otra manera: la gente común, que tiene una familia, va al cine, piensa lo suficiente sólo para proveerse diversión y alimento, en suma, la gente que mantiene parado a un país, no tenía por qué caer en un campo de concentración. Gente estudiosa, trabajadora, pacífica, quizás moriría por un bombazo, pero no habría justificación para arrastrarla a la cárcel.
Falta, sin embargo, la última clase de los que mencioné: Judíos y Gitanos.
Los exterminios de étinas (literal: del griego pueblos) es más vieja que la Biblia misma (y que conste que la Biblia narra cosas semejantes). Ahora con lo de Haití, me enteré del Río Masacre: ahí se masacraron miles de haitianos por estar más negros que los mulatos dominicanos. Nada nuevo, pues.
En ese sentido, podría pensarse que tanto Judíos como Gitanos cumplían con una condición común histórica para ser exterminados: eran otro pueblo. Punto.
Pero entonces ¿por qué el escándalo con el exterminio judío? y si por ellos ¿por qué no tienen ni remotamente el mismo poder de vociferar los gitanos?
He aquí la razón:
Porque los Judíos son nuestros iguales. Los Gitanos no.
Me explico.
Es más, primero tengo que explicar el "nuestros".
La semana pasada platiqué largamente con un amigo chileno que estudia aquí, y descubrí lo poco que sé de la historia de Chile. Hoy platiqué con un amigo argentino que vive allá, y descubrí, no sólo lo poco que sé de la historia de Argentina, sino lo poco que él, siendo vecino, sabe de la de Chile. Y entonces caí en cuenta que, apesar de estar rodeada de colombianos, no tengo idea de cuándo cumple su bicentenario Colombia, y que apenas sé que existió Bolivar. Y mi amigo panameño me hizo darme cueta que de Panamá sé que hay un canal, que conozco su bandera, y que eran parte de la Gran Colombia... y él, a pesar de la vecindad, no tenía idea de cuándo cumple su bicentenario el resto de Centroamérica (de lo cuál me enteré hasta que ví un noticiero, un 16 de septiembre, de Televisa).
Eso quiere decir, intuyo, que "nosotros", cuando hablamos entre latinoamericanos, no significa lo mismo que "nosotros" cuando hablamos de historia. Toda latinoamérica conoce sus mutuas telenovelas, y hoy acabo de escuchar la canción más graciosa, cantada por un argentino sobre el Chavo del ocho. O sea: sí hay una idea de "nosotros". Pero es más cotidiana. Nada trascendental.
En cambio, todos nos sabemos los avatares de la historia de Europa. Supongo que Dussel tiene razón con aquello de que somos la periferia. Pero habría que agregar: somos la periferia en la concepción que tenemos de nosotros mismos. "Nosotros" es "Occidente". Y "Occidente" es Europa.
Ahora: sobre por qué los judíos son "nuestros" iguales, y los gitanos no.
Pienso, por ejemplo, en que la filosofía escrita por judíos y para judíos, nunca ha sido escrita en hebreo. Filón de Alejandría, que escribía para judíos, escribió en griego. Maimónides, que escribió como judío y para judíos, escribió en árabe. Herman Cohen y Franz Rosenzweig escribieron en alemán, y Emmanuel Lévinas en francés.
Ellos son como nosotros, son nosotros. Escriben la filosofía que leemos, generan capital, abren industrias, son figuras intelectuales destacadas, compran en los mismos almacenes y hablan nuestra misma lengua. Y sobre todo, son parte de "nuestra historia". Ser judío es, en parte, ser un "occidental" que tiene ciertos rasgos particulares que lo hacen llamarse judío: come comida kosher, no festeja navidad sino jánuka, tiene una memoria que excede a la "nuestra". Pero es por exceso, y no por defecto, que son, además de occidentales, judíos.
Y en la Europa nazi, eran los vecinos. Los compañeros de clase, de trabajo, los parroquianos con los que "tomábamos" café. Eran occidente, parte de su estructura y de su historia. Sus hijos fueron a "nuestras" guerras, nos dieron clase en la universidad, nos enseñaron.
Y a ellos, como a unos "nosotros" los mandamos matar.
Los gitanos, simplemente, como los indios y los pobres, son "otros".
Por eso es inconcebible, todavía, que, sin deberla ni temerla, un "nosotros" haya ido a parar a un lugar a donde sólo eran enviados los otros: los enemigos de guerra, los homosexuales, los gitanos, los herejes. Ellos no eran eso. Ellos eran, no sólo como nosotros, sino nosotros. Y al ir a parar a los campos de concentración, lo que fue exterminado fue una buena parte de Occidente.
El 31 de enero de 2010, en la madrugada, un comando de "otros" asesinó a mansalva a 16 "nosotros". Por eso no fue sino hasta ahora que la indignación dejó de ser tan fácil de contener.
"Nosotros", es decir, la clase media trabajadora, con acceso libre a internet, prensa escrita, radio y televisión, sintió que, por fin, la guerra dejaba de librarse entre los otros y la tocó de frente. El 31 de enero de 2010, el imaginario colectivo que posee voz por fin reaccionó, porque fue tocado.
Mi mamá nació en Ciudad Juárez. Nunca he estado ahí. Pero en la memoria la llevo como una tierra ignota a la cual pertenzco.
Esponja.
PD: Al fin encontré que decir. Les agradezco infinitamente a todos los que vinieron y guardaron conmigo luto. Les agradezco la camaradería, la amistad, la empatía. Mientras yo seguiré pensando qué hacer para no ser simplemente de las vociferantes indignadas. Pero de que las palabras hacen mucho, he tenido prueba con su hermosas palabras. Un gran abrazo a todos.
10 comentarios:
Puede ser cierto algo de lo que escribes; sin embargo otros se indignaron por la injusticia per se del acto cometido: asesinato cometido con toda impunidad.
Luego entonces es demasiada acrobacia argumentativa reducir la compleja situación de violencia e injusticia que se vive a diario en Cd. Juárez (y en todo en el país), con una "identificación" empática más o menos consciente, del propio background, asimilado como igual al de 16 jóvenes masacrados (pequeño burgueses o no).
No es simplemente decir: si se lo hicieron a ellos, poco falta para que un día cualquiera me lo hagan a a mi; ya que en última instancia sólo es menester, saber de que lado estoy.
Por lo demás, mejor ser una mera vociferante del dolor compartido, que uno más de los muchos participes de la indiferencia, o aún peor: de la insensibilidad.
Hola:
Coincido contigo en mucho de lo que dices, pero para mí lo de los muchachos es la gota que derrama el vaso, simplemente porque nos demuestra que es falso que "las bajas" sean de delincuentes que se asesinan entre sí, o de miembros del gobierno que les han hecho frente. Nos dice muy a las claras que son parte de la población civil, no tanto de la "clase" a la que pertenezco. Creo que, en alguna medida, también nos recuerda que "los otros" (sus asesinos), también son parte de nosotros. Quizás sea esto último lo que nos genera una particular repugnancia y exasperación. En lo particular pienso que he venido "sumando" todos los agravios que mencionas, y creo que así nos ha pasado a muchos.
Respecto a lo de los holocaustos, yo tengo como hipótesis principal que se recuerda prioritariamente el de los judíos debido al enorme poder económico que tienen desde hace siglos.
Obviamente eso no lo hace menos lamentable, pero ciertamente el pueblo soviético perdió muchas más personas, y definitivamente no todos eran soldados (por cierto, me parece incorrecto el dato que presentas de que otras 35 millones de personas murieron en los campos de concentración, la mayor parte de esos NO llegó a esos campos. Algunas regiones de Europa deben estar saturadas de tumbas colectivas).
Ya por último, no pretendo minimizar la contribución del pueblo judío al quehacer de nuestras sociedades, pero déjame decirte que un historiador de tu universidad lo comparte. El es de origen judío. Ateo y comunista para más señas (lo cual, según yo, y por lo de ateo, le quita lo judío).
Saludos
RRS
Será que la muerte tambien tiene que tener publicistas...
Jesús y Uchití: creo que debo leer con más calma (y aún con más calma contestar a vuestros comentarios, que agradezco mucho). Lo que pasa es que me brinqué algunas definiciones y dí por sentadas algunas premisas.
La primera y más importante, es que el "nosotros" del que hablo se refiere, no a una clase social, sino a un estrato de la población; y no al estrato así, en cuanto tal, visto desde todas sus aristas, sino visto como mera "opinión pública".
Esa "opinión pública" (por definición pasiva, pues, aunque pueda ser encarnada por el mismo estrato de población, es diferente a la "sociedad civil organizada", que sí es activa) es la que sólo se indigna cuando siente que el peligro está cerca de ella.
De algún modo sólo quería explicar por qué la "opinión pública" tiene ciertas preferencias a la hora de juzgar y escandalizarse por ciertos actos.
Ahora: ciertamente parte de la estrategia del gobierno ha sido presentar las "bajas" como bajas entre los que sostienen la guerra, lo que impícitamente quiere decir, que dichas bajas no incluyen a la sociedad civil (en sentido amplio, no acotado como lo usé en el párrafo de arriba).
Y también estoy de acuerdo con que el asesinato de los 16 chicos fue la gota que derramó el vaso, porque ya desde mucho antes había evidencia de que las "bajas" eran civiles.
Y ciertamente no tomé eso en cuenta en el post.
Sin embargo, creo que en el fondo, sigue operando la misma distinción: aquellos que son "soldados", ya sea del lado de los buenos (el ejército, la policía, etc) o de los malos (las bandas subcontratadas por los cárteles, los carteles mismos), esos, en nuestro imaginario de "opinión pública", por no ser civiles, son "otros".
Sobre los judíos: debo confesar que siempre me hago bolas con la cifra aquella de los 60 millones. De todos modos es cierto que en los campos no sólo murieron judíos.
Si a los judíos se les ha dado importancia, no es sólo por el poder económico que tienen. O, mejor dicho: ¿por qué tienen poder económico en occidente? pues porque son occidentales, a es iba.
Sé que hay muchos judíos ateos. Pero a diferencia de ser cristiano o musulmán, ser judío no es algo que se restrinja a una creencia religiosa. Es una cosa muy enredada (habría que preguntarle a mi amiga Miriam, quién se asume como judía y como atea). Y parte del enredo proviene de la condición especial que el judaísmo ha sostenido siempre con la cultura que lo recibe (sea occidente, sea el mundo musulmán, pienso sobre todo en la España del siglo XII, pero ejemplos medievales sobran).
En fin. Tengo que releerlos. Pero disculparán que no sea en este momento: tengo que entregar un capítulo de la tesis.
Muchas gracias por venir, y prometo regresar pronto:
la esponjis
Tocaya,
gracias por dedicar palabras y pensamientos a estas tierras, ahora tan cubiertas de sangre.
Qué curioso se lee la perspectiva que tienen allá, fuera de Chihuahua.
Aquí estamos en zona de guerra.
Dios la cuida, la ama y la bendice.
ESponjita, en tu cpmentario sobre el Holocausto judio y su diferencia con los gitanos, se te olvido mencionar el Holocausto indio, del cual pocos se cuardan, porque no desean recordad su indianidad intrinseca. Y ahora resulta que somos mas como los judios, pero eso es falso, para los judios ser judio es una condicion que les excluye de las demas gens de baja ralea. Desafortunadamente Hollywood nos ha vendido la idea del judio bueno, porque Hollywood està en manos del judaismo, si no es que del sionismo internacional- y se olvidan siemmpre de los OTROS pueblos masacrados, incluso por los mismos judios.
Saludos.
PD. Creo que Juarez va a ser ahora la vanguardia social que Mèxico necesita para cambiar este inmundo pais. Gracias Juarenses, los necesitabamos.
Ni hablar de este último comentario de Aurora, ni a antisemita llega, simplemente es estúpidez pura y llana. Luego escribo sobre tu post, en algunas cosas acuerdo y en la mayoría no. Creo que la ética siempre se tiene que pensar de manera paradójica, por una parte: por qué políticamente hay muertes que parecen valer menos que otras. (y es el problema de la memoria, al que apuntas), pero por otra parte, no todo se puede poner en el mismo nivel, sobre todo si se quiere llegar a pensar fuerte. No es lo mismo la shoah, lo que pasó en la Alemania nazi, que 16 jóvenes balaceados, no porque los "judíos" valgan más que los "chihuahuenses" sino porque uno es una decisión racional y calculada de eliminar a un pueblo, la otra es una matanza. Por qué la matanza de los 16 jóvenes cobró más importancia que la de las jóvenes asesinadas, porque me parece, que en el primero le han echado la culpa a los sicarios y eso les sirve al gobierno en su guerra contra el narcotráfico. Esa madre coraje mexicana, rompe con esa utilización del poder, no deja que la "función" comience.
Abrazos.
Hola Miriam y Aurora: Creo que el spam me jugó una mala pasada y hasta ahora me enteré del comentario de Aurora. Rápido hago algunas aclaraciones:
Aurora: creo que ese prejuicio contra los judios es eso: un prejuicio como que los indios son flojos y se merecen su situación, o que los negros sólo sirven para ser esclavos. Sé que no pretendías argumentar, y eso es lo grave: ese tipo de afirmaciones son causa (y síntoma también) de todo tipo de discriminación y sus dañinos efectos colaterales.
Miriam: Estoy totalmente de acuerdo contigo. Creo que la confusión es culpa de que no argumenté con cuidado: debí delimitar exactamente los límites de mi analogía y qué exactamente puse en comparación.
Yo ni siquiera me atrevería a llamar a lo que pasó en Juárez genocidio: fue un asesinato brutal, ciertamente, pero en ese sentido no es comparable en absoluto con la shoah. Lo único que quería comparar es qué critero, en cierta opinión pública, funciona a la hora de diferente peso a la que le ocurrió a los judíos y a la que le ocuriró a los gitanos.
Y haces bien en remarcar la diferencia entre holocausto y Shoah (que yo con un poco de imprudencia no usé con cuidado). Holocausto es usado, si entiendo bien la crítica a su uso, porque se supone una especie de sacrifico legitimado: como el holocausto de una oveja para satisfacer a algún Dios, mientras que Shoah se refiere a una tragedia de enormes proporciones.
Claro, lo que me restaría preguntar es si de los gitanos se dice Shoah.
Por su puesto no tendría mucho sentido: quizás desde el hebreo, un judío podría afirmar: claro, fue una Shoah. La pregunta es ¿para la humanidad, para los judíos y gitanos, o para los gitanos respecto de sí mismos?
Lo que quiero decir es lo siguiente: El problema con "Holocausto" es que se refiere a un sacrificio hecho en 'favor' de 'la humanidad' (o los cristianos, o no sé cómo llamarlo) en perjuicio del sacrificado. Al llamarlo Shoah, empero, sea quién sea que se relacione con el acontecimiento (la humanidad, la comunidad judía, todos los que estuvieron en campos de concentración) lo señala como algo sin beneficiarios 'morales': carece de justificación y es una espantosa trajedia. Pregunto entonces: el exterminio nazi, con todas sus características que lo hacen especial (la racionalización, instrumentalización, etc): ¿es una Shoah para la humanidad entera? -tiene tal componente metafísico tal que sea capaz de distinguirlo de todos los demás genocidios-, ¿Lo es sólo respecto a los judíos? -es decir: tanto quienes la padecieron como quienes no la padecieron- ¿o es tal para los que estuvieron en los campos? es decir: los judíos y gitanos, en tanto que estuvieron ahí adentro-
Creo que esas preguntas podrían trazar mejor lo que quiero preguntar: si bien es cierto que no cualquier asesinato masivo es un genocidio (pues al primero le falta la característica de la intención de exterminio y los criterios que la rigen), y si también es verdad que el genocidio nazi tiene características especiales, mi pregunta es si, en verdad, el término Shoah es aplicado por igual a judíos y gitanos, y si el término se refiere al hecho respecto a la humanidad, respecto a los que estuvieron en el campo, o respecto al pueblo judío. (continúa abajo)
Mi hipótesis era, pues, que la relación que sostiene el Occidente -especialmente Europa y América (las dos Américas, pues) con el pueblo judío es totalmente diferente que la que tiene con el pueblo gitano: con el primero hay una relación de 'iguales' aunque no 'idénticos'. Con los gitanos hay una relación de 'los otros' y 'nosotros': la misma relación que en América Latina guardamos con los Indios. Y en última instancia, esa sería la verdadera razón (y creo que eso sería lo más debatible de mi postura) por la cual la Shoah es vista casi como un acontecimiento sui géneris en la historia de la humanidad, a pesar de que esta misma está tapizada de historias de exterminio.
Ahora aclaro: no digo que tú sostengas o no sostengas la postura que le da un cierto status metafísico a la Shoah (como lo haría, por ejemplo, Pilatowsky). En todo caso, lo que supongo es que esa explicación pretende serlo de la relación que tiene Occidente con la Shoah, que de hecho vuelve diferente una matanza (la judía) a la otra (la gitana) -no metafísicamente, ni en sí misma, sino en la perspectiva que tiene Occidente al respecto.
Bueno, pos a ver si no ando muy errada.
Muchas gracias a las dos por comentar.
Un saludo Aurora
y un abrazo Miriam.
Mira, ahora no te puedo contestar (en específico porque tengo que terminar un texto para mañana), pero sí te puedo decir (y vuelvo a las paradojas) que por una parte, tanta elucubración metafísica y disque ética, como la que se hace sobre la shoah, sin una pizca de historia, es completamente nula. Habría que entender más sobre la historia de los gitanos en Europa, sobre la realidad actual sobre todo en la Europa del Este, por ejemplo en mi guía de Rumanía, el número oficial de gitanos, es risorio, luego te enteras que son muchos más. sobre el nazismo - que sí, mataron en los campos a gitanos, homosexuales, comunistas; pero el nacional-socialismo erige al judío como enemigo y la propaganda así como la solución final, tienen que ver con la erradicación de los judíos, como un elemento interno, como ciudadanos que son capaces de destruir la "identidad" alemana. Lo que sí me parece importante entender - ahí va la paradoja metodológica, el llano dato histórico puede igualmente revelarse perverso, es comprender la dedicatoria de Levinas en De otro modo que ser o más allá de la esencia:
“A la memoria de los seres más próximos entre los seis millones de asesinados por los nacional-socialistas, al lado de los millones y millones de todas las confesiones y todas las naciones, víctimas del mismo odio del otro hombre, del mismo antisemitismo.”
*** Odio DEL otro hombre, no únicamente AL otro hombre. La cuestión es por qué hay ese odio del otro (te aseguro que Aurora no ha conocido a un sólo judío en su vida).
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