11 julio 2010

Método 2

No se me ocurre qué escribir. Eso está bien en principio, porque estoy comenzando a leer. A Alberto Magno (o Magus también). Mientras, les dejo un texto que escribí hace algunas semanas. Ojalá les agrade.

¿Qué hora es en París?

Meto en mi teléfono “agregar horario nuevo”. Pico ‘París’.
Tres y media de la mañana. Pico ‘reloj internacional’. Contemplo donde dice París.
Por quinceava ocasión pongo la canción Bonjour, Bonjour y prendo un cigarro

Ahora son las once de la mañana con cuarenta y cinco minutos según mi ‘reloj mundial’. Sonrío. Segurito estás sentado a punto de leer.
Veo tu nombre en el muro del Facebook de tu amigo. Googleo los datos que él puso en su Facebook. Encuentro el programa del evento con todo y la dirección. Y dice ¡entrada libre! No es que se me hubiera ocurrido que cobraran, pero la aclaración era casi una invitación. Entonces le escribo a mi amiga que vive en París: “Yo sé que no te interesa en lo más mínimo el tema… pero ¡tienes que ir! ¡tienes que conocerlo! Igual y hasta te enamoras de la intencionalidad y esas cosas… como le pasó aquí a tu servilleta” Mi amiga me contesta está muy ocupada con Derrida. Ella estudia la teoría de la deconstrucción. Yo, más proletaria y obrera, me la paso deconstruyendo a Avicena.

Es domingo. Yo escribo como bestia… literalmente. Me vuelvo a leer y me doy cuenta que 2948 párrafos arriba omití decir algo muy importante y me regreso. Este texto parece castigo de Sísifo. Es domingo ¿ya habrás regresado? Miro la BBC online: parece que las cenizas se fueron hacia la tierra de Michel, Duns y Eriúgena... Llegarás sano y salvo.

Es domingo en la tarde. Cruzo Avenida Universidad. Vengo de visitar a mi suegra pero llegó la parentela y preferí mudarme al Starbuks de Pilares. Cruzo esa calle que no sé si es Pestalozzi… cuando era niña mi mamá nos llevaba a Aurora y a mí al Pizza Hut que está en Pestalozzi y Panzacola. ¡Y me daban tanta risa esos nombres!.

El viernes que fui a verte tuve que dejar una identificación en la entrada. Y me sentí muy importante cuando dije: “voy a ver al profesor”… no como antes que decía: “estoy buscando a mi mamá”. Cuando era niña era obvio que no pertenecía ahí y sentía que todos en la UAM se preguntaban muy a sus adentros “¡pero por Dios! ¡Qué hace esta niña intrusa aquí!”

Es domingo otra vez. Ya te entregué un pedacito del largo y sisífico texto. Es domingo. Fui a las Pizza Hut de Pilares a comer Pizza. Hermanitas corren de aquí a allá. En el centro está la misma barra de ensaladas que estuvo ahí hace veinte años, de donde Aurora y yo nos servíamos grandes cantidades de coditos y papitas cambray con mucha salsa Mil Islas.

A veces quisiera hacerte una proposición indecorosa. Decirte: déjalo todo y vente conmigo a hacer filosofía de la mente. Abandonemos el pergaminoso siglo XIII y andemos con Searle y sus preguntas que se parecen tanto a nuestros dominicos y franciscanos. Y mientras pienso eso trato de convencer a Federica de que deje el alemán y se le entregue todita al griego y a Aristóteles. Y le enseño cómo aprender latín y el método más eficaz para quemar las naves, y le digo que se vaya con el helenista a quien yo dejé por tí. Porque yo quemé las naves para irme detrás de tus intenciones… creo que eso la combustión de barcos está en mi naturaleza.


París, 9:51 de la mañana. Me importa un pito.
(basta de música francesa… pongamos a Shakira)

1 comentario:

Trompetista de Falopio dijo...

Bravo, relato profundo, ligero y con buen humor. Estoy guardando el cuento que te enseñé (¿recuerdas?) Todavía no sé dónde lo meteré, o mejor dicho: dónde lo sacaré, pero el día que lo haga, puedes estar segura que irá dedicado a ti, por tu amor a la Filosofía.