1.- Estoy tomando un curso sobre Filosofía de la Biología. Más específicamente (¡no! ¡no me hablen ya de especies!) sobre la discusión contemporánea acerca de la Selección Natural como criterio explicativo de la Evolución. Me costó un poco desaristotelizar mi cabeza... pero dos amigos acudieron a mi auxilio y me ubiqué. Prometo hablarles pronto del asunto en el blog (sobre todo tomando en cuenta a mi muy distinguida ;) y biológica concurrencia).
2.- Estoy dando un curso sobre Tomás. Total que, como les conté en el post de abajo, se me hizo fácil comenzar por el De ente et essentia... que es un texto muy difícil. Resultó mucho más difícil para mí de lo que pensaba, porque a la Metafísica y a la Lógica antigua y medieval le he entrado muy poquito. Pero me dí cuenta de que había que comenzar por ahí para entenderle muy bien al asunto central que quería enseñarles a mis alumnitos: la teoría del conocimiento de Tomás, el problema de la representación. Y es que, en el fondo, creo que yo misma tengo que comenzar por ahí para que la tesis salga. Digamos que la apuesta que hice fue muy elevada: obligarme a aprender el asunto enseñándolo.
Pero ahora enfrento otro reto. Hoy que estuve platicando con los chicos del IIFs (todos filósofos analíticos), sentí una enorme angustia: ¿por qué es relevante -ya no se diga interesante- hacer historia de la filosofía? ¿es hacer filosofía? Comprendan: es un cuestionamiento muy fuerte que siempre me trae con el alma en un hilo. Pero ahora la cosa se complica porque encima de todo, tengo que demostrarle a mis alumnos que Tomás es importantísimo como filósofo: como un filósofo 'vivo', y no como una pieza de museo.
Creo que mi responsabilidad en este caso es que ellos vean en Tomás cómo surgen y se desarrollan problemas centrales de la filosofía que todavía nos tienen en ascuas. Y no sólo eso, sino que a través de ello, aprendan a introducirse a nuevos mundos conceptuales y filosóficos: dejarles el gusanito de idea hermenéutica aquella de que en todos lados la verdad se encuentra de algún modo.
3.- Uno de mis rescatadores en este nuevo tema de la filosofía de la biología se molestó hoy conmigo: comencé a hablarle de 'usted', pero con ese tono amistoso que usan los norteños... y los colombianos. Mi amigo es colombiano y me preguntó que si le hablaba así por esa razón. Tuve que aclararle que yo soy de orígenes norteños. Ya no le aclaré que más bien mi familia es de la ahora trístemente célebre Ciudad Juárez (de Juaritos Town), que yo viví muchos años en SLP donde el 'usted' tiene esa función amistosa. Ya no le conté como el 'colombiano' (alumnitos: entiéndase en sentido genérico, no específico) se parece mucho al 'norteño' (también en sentido genérico). Que hay muchos 'norteños' y que uno es el chihuahuense y otro el sonorense, y que éste último es el que me suena a veces cuando oigo a mis amigos colombianos. Y que para mí ese 'usted mijo' es la manera más apapachadora de referirse a alguien, porque yo ando en diáspora norteña en esta Monstruópolis del tuteo. Aunque nací acá, en Coyoacán. De todos modos digo soda en vez de refresco, y chiple en vez de chipil...
4.- Pronto tendré que ver al Lobito (el de los ¿cómo así?). Tendré que decidir por dónde se irá esta hermosa tesis de Alberto Magno y Avicena. Tengo tres opciones: la cobarde (una traducción de Avicena con el capítulo que ya borronié), la realista (la recepción que hace Alberto de Avicena en el tema de la Estimativa), y la que quiero hacer pero temo no hacer (La intencionalidad en Alberto en su teoría de la percepción sensible). Cada vez que le rasco más y más, me doy cuenta de que Alberto es mucho más complejo que Avicena, que es mucho más extraordinario... y mucho más difícil.
Hoy me dijeron que cuando el Lobito dejó sus tierras sureñas, allá se quedaron sin medievalistas (así me dijo mi otro amigo paisano de ellos). Y le dije: ¡zaz! ya me sentí culpable... se los voy a devolver. Pero en verdad que me sentí absolutamente afortunada...
5.- (Y a veces quiero pensar que él es mi Alberto y si bien yo no llego a ser su Tomás, por lo menos tengo la obligación de intentarlo. Que él es como una especie de Boecio (educado en las mejores escuelas del Imperio Romano, al norte del Mediterráneo, que hablaba griego y latín) al que Agustín (el tercermundista y monóglota de Agustín) hubiera disfrutado encontrarse en el camino para no andar tan sólo)
PD: Sigo buscando mi Trilobite
2.- Estoy dando un curso sobre Tomás. Total que, como les conté en el post de abajo, se me hizo fácil comenzar por el De ente et essentia... que es un texto muy difícil. Resultó mucho más difícil para mí de lo que pensaba, porque a la Metafísica y a la Lógica antigua y medieval le he entrado muy poquito. Pero me dí cuenta de que había que comenzar por ahí para entenderle muy bien al asunto central que quería enseñarles a mis alumnitos: la teoría del conocimiento de Tomás, el problema de la representación. Y es que, en el fondo, creo que yo misma tengo que comenzar por ahí para que la tesis salga. Digamos que la apuesta que hice fue muy elevada: obligarme a aprender el asunto enseñándolo.
Pero ahora enfrento otro reto. Hoy que estuve platicando con los chicos del IIFs (todos filósofos analíticos), sentí una enorme angustia: ¿por qué es relevante -ya no se diga interesante- hacer historia de la filosofía? ¿es hacer filosofía? Comprendan: es un cuestionamiento muy fuerte que siempre me trae con el alma en un hilo. Pero ahora la cosa se complica porque encima de todo, tengo que demostrarle a mis alumnos que Tomás es importantísimo como filósofo: como un filósofo 'vivo', y no como una pieza de museo.
Creo que mi responsabilidad en este caso es que ellos vean en Tomás cómo surgen y se desarrollan problemas centrales de la filosofía que todavía nos tienen en ascuas. Y no sólo eso, sino que a través de ello, aprendan a introducirse a nuevos mundos conceptuales y filosóficos: dejarles el gusanito de idea hermenéutica aquella de que en todos lados la verdad se encuentra de algún modo.
3.- Uno de mis rescatadores en este nuevo tema de la filosofía de la biología se molestó hoy conmigo: comencé a hablarle de 'usted', pero con ese tono amistoso que usan los norteños... y los colombianos. Mi amigo es colombiano y me preguntó que si le hablaba así por esa razón. Tuve que aclararle que yo soy de orígenes norteños. Ya no le aclaré que más bien mi familia es de la ahora trístemente célebre Ciudad Juárez (de Juaritos Town), que yo viví muchos años en SLP donde el 'usted' tiene esa función amistosa. Ya no le conté como el 'colombiano' (alumnitos: entiéndase en sentido genérico, no específico) se parece mucho al 'norteño' (también en sentido genérico). Que hay muchos 'norteños' y que uno es el chihuahuense y otro el sonorense, y que éste último es el que me suena a veces cuando oigo a mis amigos colombianos. Y que para mí ese 'usted mijo' es la manera más apapachadora de referirse a alguien, porque yo ando en diáspora norteña en esta Monstruópolis del tuteo. Aunque nací acá, en Coyoacán. De todos modos digo soda en vez de refresco, y chiple en vez de chipil...
4.- Pronto tendré que ver al Lobito (el de los ¿cómo así?). Tendré que decidir por dónde se irá esta hermosa tesis de Alberto Magno y Avicena. Tengo tres opciones: la cobarde (una traducción de Avicena con el capítulo que ya borronié), la realista (la recepción que hace Alberto de Avicena en el tema de la Estimativa), y la que quiero hacer pero temo no hacer (La intencionalidad en Alberto en su teoría de la percepción sensible). Cada vez que le rasco más y más, me doy cuenta de que Alberto es mucho más complejo que Avicena, que es mucho más extraordinario... y mucho más difícil.
Hoy me dijeron que cuando el Lobito dejó sus tierras sureñas, allá se quedaron sin medievalistas (así me dijo mi otro amigo paisano de ellos). Y le dije: ¡zaz! ya me sentí culpable... se los voy a devolver. Pero en verdad que me sentí absolutamente afortunada...
5.- (Y a veces quiero pensar que él es mi Alberto y si bien yo no llego a ser su Tomás, por lo menos tengo la obligación de intentarlo. Que él es como una especie de Boecio (educado en las mejores escuelas del Imperio Romano, al norte del Mediterráneo, que hablaba griego y latín) al que Agustín (el tercermundista y monóglota de Agustín) hubiera disfrutado encontrarse en el camino para no andar tan sólo)
PD: Sigo buscando mi Trilobite
1 comentario:
mucha suerte con ese trilobite :D
saludos de una lectora recurrente..
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