09 septiembre 2010

De animales a animales: la bestia gregaria

En Facebook ocurre un fenómeno muy extraño. Resulta que un día alguien mata a un cachorro, persigue un montón de gatos, o lleva a cabo alguna actividad sumamente cruel contra los animales. Entonces alguien hace una página de Fans en Facebook para elogiar la acción malvada. Algunos activistas convocan a la comunidad feisbukera a denunciar la página como inapropiada. Entonces uno, como parte de tal comunidad, visita la página y se encuentra con lo siguiente: el 90% de los adscritos a la página son gente que la repudia, y que se dedica a insultar a quienes la promueven.

Ok. Mi amigo Tarik tiene razón: la gente se inscribe para poder insultar (o comentar, pues, no nos pongamos tan extremosos). Pero el efecto es curioso: son los críticos quienes 'sostienen' a la página, pues su popularidad crece gracias a quienes quisieran que la página no existiera.
Mis amigas animalistas (es decir, que son defensoras de los animales) me explican: justo por eso se convoca a denunciar la página, no a inscribirse. Facebook es una herramienta muy útil para la defensa de los animales -desde promover adopciones hasta dirigir campañas complejas en su favor. Y por eso hay que tener mucho cuidado de no caer en provocaciones, es decir, hay que evitar inscribirse en esas páginas, por más ganas que tengamos de insultar.

De este fenómeno, y de las reflexiones de mis amigos, quisiera subrayar dos cuestiones que me parecen relevantes.

La primera es el problema de la libertad de expresión.
En México, por ejemplo, se castiga lo que se llama 'apología del delito'. Por esa razón se supone que los narcocorridos son ilegales: promueven conductas que están explícitamente castigadas por la ley. Además existen leyes contra la discriminación. Incitar al odio contra un grupo social (o étnico, o contra las mujeres, o etcétera) es castigado.
En estos casos parece claro el ilícito y la justificación de la prohibición. Podría, empero, argumentarse que la línea entre la prohibición justificada y la censura no es clara. ¿Una obra de arte debe respetar dichas limitaciones? ¿dónde está el límite entre la libertad de expresión artística y el ilícito? O aún más, si existe una comunidad que considera que ciertas conductas, a pesar de ser ilegales, son válidas ¿debe sometérsele por el hecho de pensar diferente?
El asunto, por ejemplo, de la reacción de la comunidad homosexual contra Esteban Arce es claro. La comunidad apeló al ilícito de discriminación. Pero la justificación para 'callar' a Arce donde está ¿en lo que dicta la ley, o en algo más profundo? Y lo digo por lo siguiente: hace apenas 50 años la homosexualidad era un ilícito en sí mismo, y quien la promoviera debería ser callado. Esa ley ahora parece injusta. ¿Estaba justificado rebelarse contra ella, a pesar de ser la ley?
Es claro que si la respuesta es negativa, entonces el cambio de la ley habría sido imposible. Pero si la respuesta es positiva ¿no se está apelando a un algo extra-legal, casi una convicción metafísica de lo que es correcto?

Bueno... el problema es mayor con el asunto de los animales. Ninguna ley -por lo menos en México- considera que los animales sean sujetos de derecho. Por lo tanto no está penado matar gatos, patear cachorros, etc. Mientras los animales no sean reconocidos como individuos con personalidad jurídica, exigir la censura en contra de una página que promueve la crueldad animal es limitar la libertad de expresión. ¿Qué ley le impide 'expresarse'? ¿Qué está transgrediendo? No se puede apelar simplemente a la crueldad, porque, como bien decía Priani, ese es un asunto de buen o mal gusto. Y el mal gusto no es algo que pueda ser castigado.

Obviamente un animalista debería abogar por el reconocimiento de los derechos de los animales. Pero ¿de cuáles? ¿de los mamíferos superiores? (y entonces lanzar una campaña, no sólo en contra de las corridas de toros, sino en contra del consumo de carne), ¿de los vertebrados? ¿dónde está el límite? ¿los mosquitos son sujetos de personalidad jurídica?
Si mis preguntas parecen ridículas, entonces pregunto ¿cuál es el criterio que nos permitirá decidir qué animales sí y cuales no son sujetos de personalidad jurídica? ¿el dolor?
Ahora bien, si se les otorgara personalidad jurídica a ciertos animales (digo, si se encontrara tal criterio) ¿qué tipo de derechos deberían garantizárseles?
El primero que me viene a la mente, es la libertad. Sería entonces delito tener a las vacas y a los pollos al servicio del hombre. Incluso en una granja muy ecológica. Bueno... y si no es la libertad ¿qué sentido tiene entonces hablar de personalidad jurídica?
Pero si no se apela a la personalidad jurídica para defender a los animales, volvemos al asunto de la crueldad... y de nuevo, como dice Priani, eso es legislar sobre el buen gusto.


Segundo problema.
Todo activista sabe (sea del CGH, del SME, un ecologista o un animalista) que cualquier activismo social está siempre amenazado por la provocación.
¿Por qué? porque un provocador -en enemigo del activista- lo que pretende es apelar a la desorganización del movimiento (desorganizar es un modo de dividir: divide y vencerás). Y es obvio que las páginas de fanes de los maltrata-animales son una vil provocación. En ese sentido mis amigas animalistas tiene toda la razón del mundo en prevenirnos de entrar en esas páginas.
Pero yo me pregunto, ¿a quienes apelan esas páginas? o mejor dicho ¿a qué cosa de la sociedad apelan esas páginas?
Al pequeño linchador que todos llevamos dentro. (a la bestia gregaria)
Y ¿qué es linchar?
Es, creo, una acción gregaria e irracional (por irreflexiva). Así como cuando estamos dentro de una multitud y de pronto caminamos hacia donde todos van (por puro 'instinto'), así ocurre con este tipo de conductas: unimos nuestra voz a la de la mayoría, y actuamos desprovistos de la razón.
Bueno, dirán ustedes ¿y qué tiene de malo esta actitud, cuando los objetivos son claros?
¿qué tan claros son?
Cuando la multitud comienza a actuar a ese nivel de "reflexión", pierde 'la cabeza': el líder deja de ser algo racional (una persona que diseñe racionalmente la acción, o incluso un plan de acción premeditado), y se vuelve una especie de consigna de muy corto alcance (matar, insultar, vencer un obstáculo inmediato). Y al faltar la 'cabeza', cualquiera puede manipular a la masa enardecida. Digo... como cuando unos cuantos cazadores son capaces de lanzar a una manada de animales hacia un precipicio usando la defensa de la misma manada.

De este modo ¿qué ocurre en las redes sociales cuando, por ejemplo, un gran número de personas crean un grupo para insultar a Esteba Arce?
El ataque contra Arce fue por 'intolerante'. Pero entonces la masa comienza a atacar 'intolerantemente' a Arce. Se demuestra entonces que los intolerantes son ellos. Pudiera ocurrir, por ejemplo, que si él dice 'putos' los otros enardecidos le contesten 'mongol'. Y entonces sean señalados como discriminadores.
Aquí no es tan obvio como lo que ocurría en las manifestaciones en los sesentas. Un grupo de 'porros' comienza a agredir a los manifestantes. ¿El objetivo? provocar una reacción de defensa violenta. Esa violencia entonces justifica el uso la agresión de la fuerza pública.

Por eso, cada vez que aparecen esos grupos, me da la impresión de que son experimentos sociales: se trata de buscar métodos cada vez más refinados para manipular a los activistas en contra de sí mismos.

Por eso es fundamental el consejo de mis amigas animalistas: no hay que caer en la provocación... Lo único que me preocupa es ¿qué tan inmunes somos a ella si apelan al un instinto natural de defensa gregaria?

Si los romanos mantuvieron 400 años su imperio fue porque su ejército estaba entrenado para no desorganizarse bajo ninguna circunstancia. Hay esperanza, pues...

La esponja sociológica

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No por nada el líder de las masas llego a ser una bestia de sangre fría, un pejelagarto para ser específicos :p

Uchití dijo...

Hola:
Voy a insertar varios comentarios. Es que me dejaste pensando, me puse a escribir, y me quedó muy largo. Así que a la mejor no cabe en uno solo. Bueno, empiezo:

Hace algunas semanas comentaba con otra persona sobre la crueldad hacia los animales.

Para empezar me definí como un omnívoro que considera necesario que los animales que usamos para nuestro consumo sean sacrificados en la forma más indolora y expedita posible.

Por otro lado, señalé que, en ocasiones, algunos defensores de los animales llegan a ser bastante indiferentes con respecto a la necesidad de otros seres humanos.

En ese sentido soy un convencido de que mientras las sociedades no resuelvan los problemas humanos, difícilmente se dará un trato correcto a nuestros compañeros de planeta, así como al cuidado y preservación del ambiente. Por lo anterior, dudo que la solución sea tan simple como legislar a favor de los animales.

Pero al respecto hay un punto adicional. A mi entender las personas que son deliberadamente crueles con los animales son personas enfermas. La sociedad debe atender ese problema en ese contexto. No se trata de silenciarlos o de aislarlos, sino de evitar sus actos y de curarlos.

Pienso que una persona que incurre en esas conductas puede acabar teniendo como blanco a otras personas, ya no a animales, por lo que su atención pasa a ser prioritaria para la sociedad. Es decir, el problema tiene otra dimensión potencial.

Uchití dijo...

Hola otra vez. Continuo.

Con respecto a lo de Esteban Arce opino lo siguiente:
Restringir la discusión a su derecho a la libertad de expresión es, pienso, simplificarlo en extremo.

Por un lado debe considerarse que esa persona no está expresando su opinión en la sala de su casa, sino que lo está haciendo utilizando un medio concesionado por el Estado que está sujeto a regulaciones.

Debido a la penetración que tienen los medios electrónicos, la difusión de SU punto de vista tiene una resonancia y difusión muy superior a la de los individuos que constituimos el común de nuestra sociedad.

Y es aquí donde surge el problema de Su opinión, que es que, en esencia, el envía un mensaje discriminatorio que esta prohibido en los mismos principios que protegen su libertad de expresarse.

Pudiera parecer que esto es un problema insoluble, un enfrentamiento de dos principios que tienen un peso igual, si no fuera porque, al expresar su opinión, el está cometiendo un delito, ya que promueve actitudes agresivas en contra de otros ciudadanos.

Y aquí es donde me parece detectar uno de los grandes huecos de la legislación mexicana en cuanto a defensa de los derechos humanos, y es que, hasta donde yo sé, no se encuentran tipificados los crímenes de odio, que son precisamente los que se promueven con posiciones como las expresadas por ese conductor.

Ahora se me ocurre que, si más que hablar de crímenes de odio, hablásemos de atentados en contra de la vida y su calidad, hasta los animales podrían quedar protegidos.

Por lo anterior, pienso que Televisa debió ser castigada por el mal uso de la concesión, y que Esteban Arce debería ser sujeto de terapia y ayuda.

Hablando de lo mismo, pero un poco al calce. A mi me parece que la libertad de expresión es un derecho que debe ser acotado, es decir, que debe privilegiarse el derecho social a disponer de información verídica y de calidad, más que la prerrogativa individual de expresar una opinión personal.

Para decir lo anterior pienso en uno de los más deleznables propagandistas del siglo pasado, Goebbels, el nazi portavoz de Hitler que, al hacer uso de su “libertad de expresión”, logró concertar esfuerzos para ejecutar crímenes inimaginables. Aquí yo me pregunto ¿no es adecuado impedir la difusión de esos conceptos? ¿esas personas defenderían mi derecho a expresar mi desacuerdo con ellas? En fin, no pido que coincidas, simplemente quería hacerte conocer mi punto de vista.

Ya, por último, quiero tocar otro aspecto. Creo que sabes que soy biólogo. Como tal uno de mis pasatiempos (que no motivo de estudio) es el de la conducta animal. En ese contexto, me parece que en el reino animal no existe ninguna conducta que se pueda homologar al linchamiento. Los animales aíslan y expulsan al enfermo, al extraño, incluso al débil, pero no recuerdo que ejecuten acciones que se puedan considerar equivalentes al acto de linchar. Sí, somos animales, pero ese acto, al estar fuertemente restringido a nuestra especie, me parece profundamente humano.

Saludos