28 febrero 2011

Cóncavo y Convexo

Ok, tengo bloqueo. No puedo ni escribir en el blog. Pero tampoco continuar. Haremos un esfuerzo de voluntad, porque el capítulo debe estar listo a más tardar el jueves (no creo que el Lobito pretenda que se lo lea el viernes... aunque tan mal no estaría, jeje, sería mi 'coloquio de tesista de Filosofía Medieval'). Además, si el plan sigue en lo convenido, quizás sea un coloquio con helados: el Starbuks ya nos tiene fritos con los pubertos de las escuelas de por ahí.

Bueno. El capítulo. Resulta que yo "perdí" mucho tiempo con Avicena. Alberto lo critica más que usarlo. Utiliza el término intentio como le da la gana. Y en cómo le da la gana usarlo radica el quid del asunto. En Alberto sí es muy claro el papel intencional de las intentiones: son las que consiguen que el contenido mental se relacione con el mundo. Sea del mundo.
El asunto, creo, es que aquí del mundo tiene dos sentidos: que causalmente provenga del mundo, y que sea capaz de relacionarse con aquello que lo causó. Dos sentidos en ambos sentidos de la palabra, je: de significado y de dirección.
Alberto, pues, distingue entre la imago ab re e imago ad rem: desde la cosa y hacia la cosa. Es un proceso de entrada y otro de "salida"... ¿salida?
Estuve pensando mucho si 'imput' y 'output' serían términos equivalentes, pero pues no... creo que no. Lo correcto, pensé después de muchos devaneos y muchos capítulos de A Canticle for Leibowitz, es distinguir entre la relación 'causal' y la relación 'intencional'. Pero no estoy segura. Hay que seguirle pensando. Pero mejor se los explico.
La relación causal es la que explica cómo obtiene el alma los contenidos mentales. Son procesos físicos o corpóreos (¡¡¡ahhrgg!! ahí entra la óptica y los espejos).
La relación intencional es la que permite que dichos contenidos sean representaciones del mundo. Es decir: no basta con tener el contenido para que este represente al mundo.

El asunto de la relación causal tiene algunos problemas interesantes; sobre todo los relacionados con la dichosa 'desmaterialización' progresiva de la que habla Sorabji. Y aunque Sorabji trata de probar que el origen de esos problemas es de índole lógica, también es cierto que la naturaleza de la luz y el problema de la distinción entre 'cualidad que altera' y 'cualidad que es sentida' tiene mucho que ver. En este segundo juega un papel importante el estoicismo de Nemesio y Damasceno.
El asunto de la naturaleza de la luz, por lo menos en Alberto, está muy relacionado con los descubrimientos tardo-antiguos y árabes sobre óptica: el descubrir que lo recibido en el 'espejo' no es una 'impresión' (sobre todo hablando de espejos esféricos, cóncavos o convexos) sino una 'reflexión', subsumida a complejas leyes geométicas, se tiene que replantear el problema de la percepción visual. Digamos: no hay desmaterialización, sino un nuevo problema sobre la 'naturaleza' de algo que no es ni corpóreo -pues no es tridimensional- ni incorpóreo, pues depende de la naturaleza de la luz y sus propias leyes. Aquí es donde estoy todavía un poco perdida, pero me queda claro que con ello Alberto resuelve muchos problemas sobre la percepción visual y la naturaleza del objeto mental llamado 'imagen'. En fin... A ver si al redactar salen más claras las cosas.

Sin embargo, el problema de la relación intencional es el más complejo de todos. ¿Qué hace que el contenido mental se refiera a algo distinto de sí? Sabemos que así funcionan los signos: su ser signo estriba en la capacidad de referir. Pero ¿de dónde le viene?
Bueno. El problema es mayor porque Alberto está hablando de contenidos mentales "sensibles" esto es, particulares. Y esto es: no abstractos o por lo menos en el sentido aristotélico de 'universal' o 'general'.
Ahí es donde la cosa se complica terriblemente. Porque la imago debe poseer algún tipo de característica que le permita ser objeto de la posterior "intencionalización". ¿Cuál? ser capaz de representar aunque todavía no represente nada.
Ahora bien, la entera capacidad de representar proviene de la 'división y composición' según lo 'verdadero y lo falso': de la naturaleza del juicio sobre el estado de cosas en el mundo. ¿Por qué procede así? ¿Sólo aquello que se encuentra en un 'juicio' es intencional? y ¿no es acaso el phantasma o, mejor dicho, las intentiones veri et falsi los productos de ese juicio? (Es ahí donde el Lobito siempre ha tenido razón: elicere es casi casi producir. Pero el 'casi' es porque por algo Alberto quisiera analogar 'elicere' con 'abstraere'... ok. Aquí también estoy atorada: me falta un poquito para entender la semántica... porque sospecho que, en el fondo, todo esto es un modelo que pretende ser análogo al semántico.
Y sobre esto último hay al menos una clave: en la memoria hay ciertas operaciones que parecerían corresponder al alma racional... y Alberto lo resuelve siempre diciendo: en los animales, esto es sustituído por el instinto...


¡ay! ya se estarán dando cuenta de que me está costando un montón hilar todo esto.. digo, de entrada no estoy hilando nada...
Por ahora hay que extraer, de mis notas, qué citas van donde y para qué. tengo 100 cuartillas de notas (digo, no es para tanto: con citas y traducciones). Deseénme suerte...

No hay comentarios.: