24 marzo 2011

¡¡Dificilísimo!! (o si el rojo es rojo)

¿Recuerdan aquella película de "El inocente" con Pedro Infante y Silvia Pinal, donde a ella todo se le hace dificilísimo? Bueno, se busca un Pedro Infante.


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En realidad sólo le estoy sacando a tratar de poner en claro la turba enfurecida de intuiciones que me atacó ayer (era una turba en todo el sentido de la palabra: con azadones y tridentes y antorchas luminosas pidiendo la cabeza de Alberto Magno).

¿Por dónde empiezo? Es que, además, me da pavor que tales intuiciones sean más bien lucideces de loco que cree haber comprendido el fondo de la confabulación universal del capitalismo para terminar con la vida en Marte (y que conste que las declaraciones de Hugo Chávez fueron más sensatas de lo que son mis elucubraciones marcianas y marxianas).

Es que, además, soy muy ignorante. ¿Y si estoy descubriendo el agua tibia, pero con unos métodos complicadísimos? Sería como proponer entibiar el agua con una planta nuclear.

Ok. Seré prudente. Mi pregunta por ahora es así de estúpida:
¿Qué carajos es un concepto?
Es lo que no sé.
(Y estudio Filosofía ¿eh? que conste)

Para que usted reconozca que frente a sí tiene una manzana, requiere de muchas cosas. Pero sobre todo de cierta idea de 'unidad'. Eso es UNA cosa. Eso es una cosa idéntica a sí misma y distinta de otras. Ta-tán. El mundo es mundo porque está lleno de objetos. Y cada objeto es CADA objeto porque es idéntico a sí mismo y diferente de los demás.
Luego: el objeto tiene partes o es parte de un todo. La manzana es parte de un árbol, o la manzana tiene cáscara y semillas.

Y eso ¿es un concepto?
Aquello que posee unidad (o que es en virtud de ser uno) posee muchas otras cosas que se predican de él. Es rojo (hablamos de la consabida manzana de Nemesio de Emesa), es dulce, es redondo, es fruto, es saludable, es no mango, es no Neptuno (el Dios y el Planeta).
Todas esas 'características' que se predican de esa unidad son 'utterables' (ok... demasiado inglés). Es decir: podemos referirnos a ellas mediante el lenguaje.
Por lo que voy entendiendo, lo que decían nuestros venerandos es que el 'objeto' sensible deja en el alma una 'impronta'. Queda en nuestra alma la impronta que deja la unidad de la manzana, su rojez, su dulzor, su redondez. Y a esa impronta es el significado (o de él proviene) de la palabra que 'utteramos' y que escribimos.
Ahora bien. ¿Por ello son conceptos? Es decir: ¿la impronta de la 'rojez' es un concepto ya?
Podrían decirme que no. Que el concepto es la 'rojez' abstracta. Puedo pensar a la 'rojez' sin la manzana, y gracias a ello poseo ahora el concepto de 'rojez' y lo predico de 'manzana'.
Pero una vez que tengo el concepto de 'rojez' y lo predico de manzana, y digo 'la manzana es roja' ¿eso qué tipo de relación guarda con la percepción que tengo de lo rojo y la manzana?.
Es decir (aquí es cuando me quiero bajar del barco y apelar a mi falta de concentración)...

Es decir: cuando digo 'rojo' ¿el significado de 'rojo' proviene de la impronta de la 'rojez' que guarda mi alma? Como dice Tomás ¿puede el ciego usar 'rojo' con 'significado'? ¿Cuál es el significado de las cualidades sensibles?

(Aquí es dónde me percato de que mi bagaje conceptual es casi exclusivamente escolástico, lo que explica por qué Nuchelmans me costó tanto trabajo al inicio y cómo, al comenzar a platicar de Platón y Aristóteles la cosa se descomplicó. Ok. Tengo un serio problema formativo).

Mi pregunta, pues, es así de estúpida: ¿cómo se da el paso de la percepción de lo rojo al predicado 'rojo'?

Esa es mi pregunta estúpida. Porque mi intuición estúpida es que para quién sostiene una teoría de la abstracción more aristotélico-alejandrodeafrodisia no hay tal paso. Los apéndices 'materiales' (digo, esos ya son rete-escolásticos) son, dice Alberto, el hic et nunc y "otras características" individuantes. Es decir: lo que 'percibimos' es ya el significado de cierto tipo de características o predicados. Y eso es lo que yo creo que es falso.
Y es que la cosa se complica cuando Tomás (¡ah sí! ¡porque todavía no sé cómo plantea y resuelve Alberto el asunto!) dice que saber qué o quién es Sócrates es producto de la interacción entre el Intelecto y la Fantasía. Uno tiene la specie intelligibile de 'hombre' y la percepción o phantasma de 'ese'. Y lo juntamos y entonces 'sabemos que eso es Sócrates'.
¿Por qué la necesidad del fantasma para 'volver' a los particulares? ¡porque no halla Tomás el modo de 'subir' al nivel discursivo al individuo, a pesar de que para la lógica aristotélica hay 'individuos' en el discurso!

(Aquí es donde me vuelvo a hacer bolas y me da vergüenza que gente que SÍ sabe de Filosofía venga y me lea)

Porque les digo que era una turba de intuiciones. No sólo una o dos. No. Una señora turba.

La cosa es que, según yo, el nexo que permite que el significado provenga de la percepción directa del mundo es la dichosa Forma. Y así ¡claro! ¡todo es facilísimo!
Vemos 'formas' pero éstas están en potencia. Vemos formas, imaginamos formas y luego gracias a la luz del intelecto 'inteligimos' formas. Pero la forma va ahí siempre.
La pregunta es ¿inteligimos 'rojo'? ¿inteligimos 'dulce'?
Desde una semántica inmediata y contemporánea de 'inteligimos', pues sí: entendemos perfectamente lo que otro dice cuando habla de que algo era 'rojo'. ¿El ciego también? El ciego conoce los usos de rojo aunque sea incapaz de representarse rojo. ¿La semántica de rojo depende de la representación 'colorida' de rojo?

No sé. Pero lo que mi intuición escandalosa vino a gritarme fue que la dependencia semántica de algunas categorías (especialmente la cualidad) de los productos de la representación sensible, fue lo que complicó tremendamente la relación entre la filosofía de la mente y la lógica. Y que, dada tal confusión, Alberto creo una especie de semántica del alma sensible, es decir, de la pura percepción.

Y luego otra intuición (ésta con un tridente en la mano, y que vociferaba espantosamente) vino y me gritó más cosas.
Resulta que mis devaneos con Evans comenzaron por los devaneos del Lobito con Bermúdez. Y yo comencé a leer (obedientemente) el libro de Bermúdez y no entendí un pito del articulito de Evans... hasta que comprendí que el 'articulito' era el capítulo 6 del libro de Evans. Y ahí me tienen: tratando de leer a Evans.
Y entonces más o menos agarré el fondo del asunto: toda la pelea era para averiguar la dependencia o independencia que existe entre los productos de la representación sensible (otra vez soy presa de mi escolasticismo) y los productos conceptuales. Y ahí tienen a McDowell peleándose contra Bermúdez. Pero en el fondo ambos comparten una premisa kantiana: una cosa son los conceptos y otra los productos de la representación sensible. Ok. Genial.

KANT
Una cosa son las intuiciones y otra los conceptos.

ESO ES LO QUE NO PASA (grita mi intuición) CON ALBERTO MAGNO, ARISTÓTELES Y DEMÁS BÁRBAROS ABSTRACTIVISTAS. No existe tal distinción clara. Porque lo 'conceptos' solamente son impresiones más o menos abstractas que están en el alma. Pero son de la misma naturaleza. Con más o menos 'apéndices' individuantes. Pero puesto que la semántica de 'rojo' no es otra cosa sino la representación que tenemos en el alma de 'rojo' ¿qué distingue al concepto de la intuición?

En cambio, los platónicos que son gente muy decente (entre ellos el bueno de Kant), tienen muy clara la distinción. Desde el Teeteto. Desde Avicena. Desde el origen de las intentiones en Avicena...

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No sé. No sé... por eso saqué de la biblioteca el tomo de Evans. Y mi estimadísimo Tiresias me vio con él y me contó toda la historia. No sólo la de Evans sino la de ese tomo en particular. Lo que Tiersias no sabe (no tuve corazón para contárselo) es que el lunes se llevan a encuadernar el libro y perderá, entonces, sus hermosas pastas verdes.
Esas pastas verdes...
Ese verde de las pastas que ahora no sé si dependen de la impronta colorida de verde, o de otra cosa que me permite hacer que en sus almas se reproduzca la imagen de ese tomo.

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