19 julio 2011

¡A la Chingada!

(¡Miren qué monísima letra tenía mi Alberto!)

¡Snif! Anzulewicz sí me entiende (claro, a mi me ha costado un ovo y la mitad del otro entenderle... pero eso es secundario) (iba a poner su foto... ¡la encontré!... pero no vaya a ser que cuando se busque en internet dé con mi horripilantísimo blog... y que le entienda... no... horror... pero está guapo)


De la incomunicabilidad y la individualidad de las intenciones según Alberto Magno

No voy a poder acabar el capítulo para mañana.
Ya veremos qué hacemos.

Lo bueno, encontré el asunto de la incommunicabilitas. Es un asunto importante: ¿cómo es que, siendo "formal" el ser de las cosas percibidas, es, sin embargo, individual? No es una pregunta tonta. Aristóteles había dado por supuesto que en el alma sensible las cosas se encuentran de un modo "particular" porque, como repetidamente dice el asesor pensando en Boecio, la cosa es según el modo del que recibe. Y si la facultad sensible es "material" (pues necesita de órganos materiales) entonces lo que recibe, las especies sensibles, han de ser materiales y, por ende, particulares.

Pero ¡qué creen! muajajajaja... el alma sensible recibe las cosas según su ser intencional, que, ya dijo en De Visu, es su "esse formale". ¡Aja! ¡Aquí se complica la cosa!

Si lo que se recibe es la forma sin la materia al momento de percibir ¿cómo es que percibimos individuos si recibimos puras formas? Un aristotélico ingenuo (que para estos de los realismos hay de ingenuidades a ingenuidades) diría que el sustrato material del órgano es el que dota de individualidad a lo percibido. Pero el ojo no se pone rojo, ni en la imaginación (el corazón aristotélico) al imaginar una silla se hace una sillita (el corazón/cerebro de un carpintero tendría ¡pequeñas sierras y serruchos!). Y bueno... de hecho si fuera pequeñita para caber en el corazón/cerebro habría mayúsculos problemas, pues imaginamos el cielo y toda la cosa y comparamos tamaños, y no nos engañamos respecto a ello: pensar en que las imágenes tienen "tamaños" ya nos mete en muchos predicamentos (problemas, pues).

Entonces: para resolver el asunto de la silla en el cerebro Alberto explica que percibimos e imaginamos "sin magnitud" pues lo que está en nuestro órgano imaginativo es la "especie de la magnitud". Gran tema. Pero a lo que quiero ir es que ser especie es ser formal... ¡ooOOOoo!. Y si es así, puesto que no altera ni transforma de ningún modo la materia del órgano que recibe ¿De dónde le viene la individualidad?

De los apéndices materiales...

No voy a acabar el capítulo para mañana, porque una de las propiedades que los apéndices confieren a la imagen (su ser intencional/formal/espiritual) es individualidad, es decir INCOMUNICABILIDAD.

(Y Don Henryk Anzulewicz le pone un mote muy correcto: el intelecto no abstrae de la materia, sino de la cosa concreta (von konkreten Ding). Cualquier ligero tufo a neoplatonismo-hegeliano NO es mera coincidencia... oops! Porque... ¡fíjense ustedes! el individuo es un algo formal... ¡Ese es el quid de la cuestión!)

Y usando el genial sitio web de la universidad de Waterloo (que pueden encontrar del lado derecho del blog, hasta arriba), al fin encontré todos los lugares donde Alberto define incomunicabilidad y lo relaciona con la individualidad.

Tengo que poner todo eso en nota. Tengo que estructurar el capítulo. Tengo que encontrar un buen speech para que el asesor no se enoje mañana. Así es.

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De otras incomunicabilidades.

(aquí había un texto azotado que ha sido borrado porque la depresión al fin remetió, y porque estoy muy contenta leyendo a H. Anzulewicz... Ja! sehr gut!)

esponjita

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