23 diciembre 2011

El hermano apócrifo

(si no entienden el cuentito, vayan a argostv.com, púchele a "El 8vo. Mandamiento" y entérese. Nomás no agarre vicio porque luego no acaba la tesis de maestría. Y no se pierdan la posdata del final)

¿Alguien ha visto alguna vez a la abuela de Julia, Diego y Camila? ¿Alguna vez ha dicho Julián "tu abuelo solía decir..."? ¿Isabel guarda algún rencor a alguna suegra perdida? ¿Por qué los niños Sanmillán no tienen tíos Sanmillán? ¿Acaso Julián era solitario hijo único? Además ¿por qué cuando se enoja se le alcanzan a oír algunas notas argentinas a la periodística voz del director de "El Tiempo"?

(este tipo de detalles es similar a la pregunta de cómo le hace el Hombre Araña para ir al baño... los super héroes también han de roncar, tener lagañas o sufrir sarpullidos)

Pues a todo eso hay una respuesta. ¡Sí señor! Y si Cervantes mismo sale en Don Quijote de la Mancha asustado por las versiones apócrifas de su hidalgo, he aquí que aprovecho el vacío de poder para revelarles la apócrifa verdad que todos querían conocer.

La cosa es así. Una joven mozuela porteña llegó a la mequetrefe ciudad de México llevando de equipaje el fruto de un amor prohibidísimo y escandaloso. Era pintora y con su talento sorprendió pronto a la pequeña sociedad bohemia que rentaba un departamento junto al suyo. Entre los frecuentes visitantes a las veladas artísticas se encontraba un joven heredero de una empresa dedicada a producir bebidas espirituosas. Él, conmovido por la tragedia amorosa que había expulsado a la bella pintora a tierras umbiloselenopolitanas, le ofreció apellido y fortuna para el fruto de aquél desgraciado amor. Ella, entre conmovida y seducida por la sutileza espiritual del empresario (acaso debido a la espirituosidad de su objeto de trabajo), aceptó la gentil oferta; y pronto se celebraron las nupcias.

Poco después, para sorpresa del joven matrimonio, nacieron no uno sino dos pequeños niños: hermosos como el sol e idénticos como dos gotas de agua. Al que nació primero lo llamaron Diego, y al que nació después, Julián.

Pero el joven matrimonio fue idéntico al del Evast y Aloma del que nos platica el catalán Lulio: ella, enamorada para siempre de su porteño amor, él platónicamente contemplándola, imposible. Pero un día el encantamento terminó, y el otrora salvador de la doncella, quiso consumar el matrimonio. Ante la airada negativa de la abnegada madre, en un rapto de ira (y alimentado por la excesiva espirituosidad que cierta bebida había infundado en sus torrente sanguíneo), el antes héroe cegó la vida de su amada. Ante el horror que un traicionero ataque de lucidez le presentó ante los ojos, el putativo padre se arrancó la vida, dejando a Diego y Julián en la orfandad.

Pero la Fortuna (acá en mayúsculas porque me refiero a una divinidad griega) tuvo a bien que los niños quedaran al cuidado del grupo de bohemios amigos que les conté al principio. Y al revisar los documentos que la occisa había dejado a resguardo suyo, dieron con la identidad del verdadero padre.

¿Quién era? ¿Cómo fue que aquella influencia y aquél oscuro secreto hicieron que uno se dedicara a hacer campaña contra el exceso en el consumo del alcohol y la prueba del añejo, mientras que el otro se hizo corresponsal de guerra?

Pues eso se lo tendrán que inventar ustedes, porque yo tengo que ir a acabar mi tesis de maestría. O luego se los cuento, nomás dejen entrego el primer borrador...

Esta historia continuará...

Esponjis.

PD: Bueno, el asunto es que de la Telenovela "El 8vo. Mandamiento" surgió un proyecto muy interesante: Pulso Ciudadano <- pínchele que es link. El asunto de esa web es la siguiente: es la gente usuaria de las redes sociales la que envía la información y, de alguna manera, se convierten en corresponsales. Usted, querido lector, ya podrá sacar las consecuencias periodísticas y políticas de ese experimento que, si funciona, serán grandes.

Sin embargo el detalle genial (y un poco bizarro del asunto) es que el mediador de ese proyecto no es una persona de carne y hueso, sino un personaje telenovelero-literario: Julián Sanmillán, protagonista del culebrón. Y así como en Twitter existen las cuentas de Nietzsche, Porfirio Díaz o Dios_Padre, así Julián Sanmillán abrió su propia cuenta de Twitter. Pero a diferencia del perfil de Porfirio Díaz, Julián Sanmillán sí posee vida propia y, de alguna manera DESDE LA TELENOVELA interactúa con el público.

Si bien lo relevante es que es una manera creativa de hacer activismo político, lo que a mi se me hace tremendo es la forma creativa elegida. Digo, yo valoro mucho el contenido político del asunto... pero la cuestión literaria, casi como si fuera una "instalación-performance", es lo que me seduce tremendamente.

¿No les ha pasado que leen una novela o un cuento —o incluso Mafalda— y quisieran interactuar con los personajes? ¿no se enamoran a tal grado, a veces, de ellos, que quisieran ser invitados a sus vidas e historias? De alguna manera eso ocurre con la parte "privada" del personaje de Julián Sanmillán. Como creación artística, es decir, mientras dure la novela, la mente maestra detrás de Julián Sanmillán, y Twitter, de pronto uno puede ir a darle su opinión a Julián sobre su vida privada, sus amores, sus rencores, sus traiciones. Y sin culpa: no hay nadie de carne y hueso que se ofenda. Y él interactúa. Es... es el sueño de cualquier fanático de la literatura...

En fin. Ya me voy. Disfruten el asunto porque a la novela le quedan pocos capítulos... y nadie sabe cuánto dure este país y, mucho menos, tan bello (y bueno) proyecto.

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