07 agosto 2012

Hoy pura ampolla, no bola

Hoy no hay bola. Hay ampolla. 


(Esa no es mi ampolla. Es una ampolla de internet. A la hora en que mi ampolla exigía mi atención, no se me ocurrió satisfacer sus necesidades con exibicionismo. Quizás si se hubiera sabido fotografiada, habría estallado de gozo haciendo alarde de su inflamación y las causas esforzadas de su aparición en el mundo. De su papel protector de la piel dañada. De su esfericidad y su brillo. Porque mi ampolla no era tan guácala y amarilla como la de la foto: era transparente y perfectamente redonda. Una gran ampolla: en el empeine de mi pie que, si algo le sobra en el mundo, es empeine. Así mi ampolla habría ganado la inmortalidad. Pero no. Simplemente la cubrí con microporo para que no se reventara. Lo agradeció: dejó de dolerme. Finalmente fue reabsorbida por la piel y pasó a mejor vida en silencio y con discreción. Pero quería contarles su heróica aunque breve historia)

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