12 agosto 2012

Nemoroso


En Galaor de Hugo Hiriart, dos personajes que guardo mucho en la memoria: Nemoroso y Famongomadán. El primero es un coleccionista de monstruos y el segundo, el caballero invencible. Cada uno me recuerda a cada exnovio mío (o a cada novio que tuve, como se oiga mejor). Mi Famongomadán era Miguel, que hasta la fecha tiene su porte principesco, su voz de barítono, y en aquellos tiempos adolescentes practicaba Kung Fu. Además tenía el cabello largo, pero realmente largo: le llegaba a la cintura, y mi placer consistía en cepillárselo (y luego a escondidas le hacía trenzas y él me reprendía con ataques de cosquillas). Su andar era el de los gatos, y su don de gentes innato y caballeroso. Y lo extraño (¿eh? ¿leíste? Te extraño ¿eh?).

Claro, en cierto sentido, el segundo exnovio es a la vez ambos personajes de Galaor. Cuando conocí al Danilo yo era una sombra, una mosntruosa princesita taxidermisada y con un alma muy herida y llena de suturas. Y yo lo veía como una especie de Famongomadán intelectual. Pero él, tiempo mucho pasó para darme cuenta, era en realidad un Dr. Nemoroso que se enamora de monstruos. Si han leído Galaor, saben que sólo el amor que Nemoroso le profesa a Brunilda es capaz de romper el hechizo: sólo él es capaz de amar, con amor sincero, al monstruo que es la pequeña muñequita taxidermisada. Y así me amó él. Pero ese amor, al romper el hechizo, la devuelve a su condición de princesa. Y así, Nemoroso, ya no la quiere. 

La historia es larga y complicada, y rebasa con mucho la analogía, pero quedémonos en sus linderos y digamos así: cuando me volví a mi condición de princesa, yo seguí amando a Famongomadán, pero ante mi sólo quedó un Dr. Nemoroso desilusionado con el esperpento que su amor había creado: la princesa. Pero el alma de mi caballero invencible ya había transmigrado a otro cuerpo (ése al que tanto le escribo aquí). Y Nemoroso siguió en la búsqueda de su nuevo amor y, al parecer, al fin lo ha encontrado y hasta lo desposó. Y mi amor a Famongomadán, como en la historia, es trágico.

No puedo dejar de agradecerle a Nemoroso el haber obrado el hechizo con su sincero amor. Claro, la metamorfosis fue tremendamente dolorosa, pero ya ocurrió. Y, en conformidad con la Fortuna, me complazco en la suerte que tuvo de encontrarse, al fin, a su Brunilda muñeca. La Brunilda princesa, que ama a su imposible e invencible Famongomadán, dejará escurrir una perfectamente esférica lágrima, donde su grácil figura se refleje, y seguirá su camino...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también la extraño un buen y dos tantos mas, espero verla pronto.

Mien lieb fürstin Brunhilde

M.

Anónimo dijo...

Fe de erratas:

Mein lieben fürstin Brunhilde

M.

Esponjita dijo...

¡Leíste! :)

Mein geliebter und unbesiegbar Ritter.

P