11 septiembre 2012

Después del eclipse...

Eres la ceiba que sostiene el mundo.
Eres el árbol en que se rascan todos los tigres.
Eres el corazón, el ἡγεμονικόν,
el spiritus que todo lo mueve.

Eres el Demiurgo.



Y mientras me hundía, jamás soltaste mi mano. Y no me hundí, obrador de milagros,

No me hundí.




El Sol salió otra vez.


(Y todo lo demás, incluyendo las impertinentes ganas, y etc... permanece igual. Nomás que hoy tuve una revelación)

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