18 octubre 2012

Sólo vine a hablar por teléfono...

Organizarán un concurso de disfraces. El premio se me antojó mucho pero no fue suficiente para tentarme. Más bien me preocupé de que, si llego sin siquiera un sombrero, socialmente algo no va a ir bien. 

Entonces me acordé mucho de María de mi corazón basada en varios cuentos de García Márquez, uno de ellos Sólo vine a hablar por teléfono. Ella se queda varada, el día de su boda, en la carretera. Entonces pide un aventón a un camión que pasa para que la lleven al pueblo más cercano a hablar por teléfono. Cuando baja del camión descubre que era una excursión de unos pacientes mentales y los llevan de regreso al manicomio. De pronto, al entrar para pedir hablar por teléfono, se da cuenta de que la toman por loca y que su locura es la manía por querer hablar por teléfono. 

Casi no me acuerdo de la película (era muy niña cuando la vi), sólo de la última escena: comienza a jugar a la pelota con los otros pacientes. Y le pregunté a mi mamá que porqué y ella dijo que porque al fin se había rendido y había aceptado que jamás iba a salir de ahí. 

Me queda claro de que tengo taras sociales. En la primaria sufrí lo que ahora se llama pomposamente bullying... pero no odiaba la escuela en absoluto. No era una alumna destacada pero tampoco tan mediocre: así que tampoco gozaba de un reconocimiento especial de mis maestros. Simplemente me gustaba la escuela. 

El trabajo se parece mucho a la escuela. Es un trabajo bien pagado y flexible con mi tiempo. No es desagradable lo que hago ni especialmente cansado. Simplemente no me emociona. En el fondo, supongo que a mis compañeros les pasa lo mismo que a la gran mayoría de quienes van a la escuela y la detestan. Y entonces se inventan cosas que les haga atractivo ir, como los amigos, la camaradería y... un concurso de disfraces. 

Y todos los días que llego al trabajo, pienso: sólo vine a hablar por teléfono

1 comentario:

luciana Rubio dijo...

Tu sabes cual es la llave para salir.