26 enero 2013

Validez

No les quiero contar mi sueño. Porque es un sueño triste y que se repite. ¿Qué tiene la fiebre qué ver, la tos, los mocos, los plazos, la desesperanza?

La desesperanza debe ser producto del cálculo racional (¿la estimación? ¿estimar tal o cual cosa?) y de algún neurotransmisor que no funciona, o que se reabsorbe o que no se reabsorbe o me da flojera averiguar qué. Pero ya me dieron de alta, al fin, en el IMSS. Y lograr que me vea el ortopedista (por mi rodillita dolorosa), y el psiquiatra va a ser como los 12 trabajos de Hércules. Pero, asumo también, vencer los 12 trabajos hercúleamente será un buen antidepresivo. 

La gripa y las clases han alentado todo proceso. Estoy redactando esa sección que iba a rehacer (que le informé al asesor que iba a rehacerla) y pos me espanto: cada línea que voy a escribir me hace sentir que no sé un pito de lo que se supone que debería saber muy bien por el simple hecho de tener una cédula de filósofa. Pero hay que vencer el miedo. Quizás, porque vale la pena. 

Y es que estoy dándoles clases de lógica. Y de pronto me doy cuenta que, para que esa clase rara les haga sentido, tienen que entender el concepto de "validez lógica". Yo apenas lo entiendo. Mientras lo explico, como Agustín, me pasa eso de si quaerenti explicare velim, nescio. De pronto yo misma les digo: ¿Y para qué nos sirve construir correctamente una verdad de perogrullo como que "Todos los hombres son mortales, Sócrates es hombre, Sócrates es mortal"? Porque hay cosas que no son tan obvias, tan transparentes, y gracias a la deducción podemos ir de lo conocido a lo desconocido. Ese es el poder de la deducción. Y para saber si un argumento es válido, no basta darnos cuenta de ello intuitivamente, porque hay argumentos tan, tan grandes, que la intuición no basta. Entonces necesitamos pruebas de validez.

Agarré el curso a la mitad. Descubro que el profe anterior, al ver silogismos, les enseñó cómo representar proposiciones con Diagramas de Venn, pero no cómo usar los diagramas de Venn para probar la validez lógica de los silogismos. Consecuencia: tampoco tenían el concepto de "distribución del término medio". Las "reglas" del silogismo que se saben, las aprendieron de memoria: si les mueven tantito las cosas, son capaces de ir contra la intuición. Aquí el tremendo ejemplo: 

Todos los canes son perros
Todos los perros son azules
¡Todas las cosas azules son canes!

¿Pero su intuición no les hace sentir que hay algo raro ahí? Horas después, al discutir con el profe el asunto, me dice "pero la intuición no debe interferir con las reglas". Entonces comprendo la sabia advertencia del Simpson (el célebre manual de lógica) de que es una estupidez justificar la enseñanza de la lógica como algo que nos enseña a pensar correctamente: esa falsa idea estaba provocando que los chicos afirmaran, contra "su sano entendimiento" que la conclusión debería ser esa por cómo vienen las reglas en el libro. 

Finalmente un alumno está de acuerdo conmigo: algo no funciona ahí, la respuesta correcta es "Todos los canes son azules". Una alumna al fin detecta que una regla está mal aplicada. Me cuestiono si debo enseñarles a demostrar la validez lógica de un silogismo usando diagramas de Venn... quizás eso me acerque más a que entiendan el concepto de "prueba de validez lógica". 

***
Regreso a casa, al sábado y a la tesis. Es verdad, todo eso lo tengo claro gracias a mi pequeño affaire con Abelardo. No, acá todavía no hablamos de argumentos, sólo de la naturaleza de las proposiciones y sus conectivos. ¿Qué tenía que ver eso con Alberto? Me dispongo a escribir: Los sensibles comunes (magnitud, figura, movimiento, reposo y número) son, para Alberto, los equivalentes de conectivas lógicas. Una equivalencia, tan bien hecha, que permite explicar cómo se estructura la experiencia. Y a ese nivel, sin ser todavía significativa, es al menos estructurada. Es una alternativa, quizás, a Kant. 

Ciaus...


***
¡Ah sí! Todo esto era para contar que había soñado contigo. Y que eran puras pesadillas.





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