20 mayo 2013

Fénix

Fueron mis mejores amigos durante un buen tiempo. Desde que comenzó la huelga hasta el último semestre de la licenciatura. Y a la distancia, me pregunto ¿cómo carajos fue que sucedió?.

Me aceptaban. Era todo. Pero no es que los demás no lo hicieran. Es difícil de explicar. Comenzó la huelga y yo recién había terminado con mi novio, y estaba harta de la carrera. No le entendía un pito. No era ni de lejos lo que yo esperaba. Y, por alguna razón me daba mucho miedo mandarla al carajo y empezar otra cosa (y tampoco "sabía" yo que mis "maestros" en aquél momento eran la peor cosa del universo ¿asunto de mala suerte? ¿acaso no sabía yo para qué servían las bibliotecas?. Tampoco tuve la prudencia de Edgar. No). 

Y los conocí a ellos. Más perdidos en el espacio que yo. Dos de ellos iban a Derecho pero los mandaron a su "segunda opción". El otro –que durante algún breve tiempo sería mi mejor amigo– iba a artes plásticas... y cayó ahí también. Y... ¿y ella? Ella sí iba a filosofía. Estudió en área 5 y toda la cosa. Pero una vez ahí, todos caímos en algo así como una trampa de la que no podíamos salir. 

La casa de ella se volvió nuestro centro de reunión, porque a ella jamás la dejaban dormir fuera de su casa, pero su tía y tutora no tenía ningún problema en recibirnos a todos. Nos veía feo si íbamos tomados, pero eso también ocurría muy poco. Llegamos a hacer pasteles en su casa, o a planear grandes eventos artísticos, o a salir de ahí, en bola, al tianguis del Chopo. O simplemente a pasar noches enteras hablando. 

Y en una de esas, yo estaba ya casi dormida en el sillón de su salita, cuando ella dijo algo así de que la astrología tenía que ser verdadera, porque ya lo había dicho Julieta Fierro: "Estamos hechos de polvo de estrellas". Y yo brinqué como resorte y les expliqué el significado de aquellas palabras: sí, literalmente de polvo de estrellas: de hidrógeno, carbono, oxígeno y nitrógeno y ¿en qué momento me hice amiga de aquellos hacedores de débiles analogías?

Aquí, sentada, tratando de explicarle a alguien lo que pretendía decir en un abstract que, amable (generosa, y demás adverbialmentes) me corrigió y criticó y desbarató... me pregunto porqué no salí huyendo de filosofía. Porque, efectivamente, mis amigos representaban muy bien lo que, de pronto, resultó la filosofía para mi: una manera patética de justificar cualquier creencia irracional... como el zodiaco. 

A veces me pregunto si la falta de energía de veras proviene de la depresión, o es simple falta de inteligencia, o falta de vocación, o si estas tres categorías pertenecen a géneros que simplemente no son intercambiables. O a veces me pregunto si mi "verdadera vocación" era la historia. O la analogía fácil, como me dijera en el "crudo" correo mi "crudo" asesor (cuya crudeza, en realidad, vino en disculparse por ser crudo... WTF?! Y descubro que necesito, no un abogado, sino un psiquiatra para contestar a cualquier cosa). 

A veces, simplemente, me pregunto si ellos eran mis amigos porque me prometían una "identidad". Así fue como me puse a escuchar toda su música. Y aguantaba las burlas contra "mis gustos". Y así fue como, al final, caí con Daniel. Porque sí, al final él me demostró que la filosofía no era aquella cosa irracional que yo temía. Pero también lo tomé (sin que el pobre, de eso, tenga culpa alguna), de nuevo donador de identidad... lo que implica, claro está, decir que todo lo anterior está todo mal. 



Y al final, me pregunto, si acaso no todo está absolutamente mal...



...o será que ya me hartó esta vocación de Fénix.

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