18 octubre 2013

El chistorete de la memoria

Se me olvida la palabra clave, decía mi abuelita. Y luego nos explicaba que era clave porque, sin ella, era imposible darse a entender. A todos nos pasa y nos ha pasado, pero cuando ya no puedes escribir a la misma velocidad que antes porque, de pronto, sabes exactamente qué tipo de palabra va ahí, pero eres incapaz de dar con ella... intentas poniendo sinónimos, pero más bien bastante lejanos... te cansas. Dos horas después, la palabra aparece con dificultad. Siempre te ha pasado, pero el proceso duraba dos o tres minutos. Ahora pasan quantos de cuatro o cinco horas para completar el proceso. 

La otra consecuencia del debilitamiento de la memoria a corto plazo, es la incapacidad de poner atención. Siempre me ha costado un huevo poner atención escuchando. Siempre. Por eso un día descubrí que mi nivel de inglés no estaba tan pior como yo creía, sino que, para agarrarle la onda a largos discursos hablados, tengo que entrar como en un estado zen. El tema tiene que engancharme, pero aunque es más frecuente que pase con temas que me interesan, esa no es la causa. Digamos que tengo que vencer una cierta inercia de dispersión. Y es muy difícil. Entonces, al escuchar en inglés, como el esfuerzo es un poco mayor, vale madres. 

No soy escucha, soy visual. Si puedo leer mejor. Y mejor porque puedo regresarme varias veces hasta agarrar el hilo. Y claro, antes podía y ahora no puedo estructurar tan fácil en la cabeza. Es triste, muy triste. También dejé de fumar cuando me di cuenta de que con o sin cigarro ya no había diferencia: los problemas persistían y, de paso, me jodía los pulmones. La relación costo-beneficio se vino abajo. 

Tengo la esperanza de que se componga la cabeza un poco. Que sea como el ejercicio. ¡Vamos! que a mi fe le sirva ser materialista. Si es verdad que haciendo diario ejercicio y tomando el Vartalón para recuperar la rodilla (que ya no truena, ya no se inflama), y alimentándome, religiosamente, tres veces al día, y tomando mucha agua... si es verdad que eso se refleja en el cuerpo, y una se siente más ligera y más sexy (más sexy, es importante: no sé si me vea más sexy, pero me siento más chachondeable, y menos como un hipopótamo avergonzado de la edad + los pocos logros y todo lo demás... y los lentes de pasta pero ¿qué hago? a ver... ese trauma no va aquí, por favor ¡concentración, esponja!... les decía). Más sexy... eso les decía. Si es verdad todo lo anterior, quizás dormir de noche, quizás hacer pequeños esfuerzos de concentración hagan que mejore todo lo demás. Quizás se trata de aprender a sobrevivir sin el cigarro. Quizás. 

No sé. Tengo que poner atención, atención. 

Salir de una depresión no es regresar mágicamente a un estado de gloria en el que uno estaba antes. Porque uno nunca estuvo en su estado de gloria. Es regresar a ser quien era uno y afrontar tan espantosa cosa. Soy alguien disperso, que funciona más eficientemente desde la estimativa que desde el intelecto. Soy alguien que actúa haciéndose mensa. Luego: el intelecto tiene que ingeniárselas para manipular así a la estimativa ¿no? 

Bueno, casi todo, de casi todo, conozco ya el método o estoy en proceso de armarlo. De casi todo salvo de una cosa: cómo relacionarse con él. Yo de él deseo algo que no me puede dar, pero él de mi desea algo que le doy gratuitamente a todos y a él, no puedo. Pero si quiero ¿oítes? Sí quiero. 

Esponjis en proceso de ordenar su desorden.
(suena menos ridículo que... que lo ridículo).

No hay comentarios.: