14 noviembre 2013

Poetuit pneumático

Escribí esto en el tuiters para el chico sin tuiters, así que mejor lo traigo acá. Lo edité un poco. Quizás, si fuera más pulcra, lo trabajaría un poco más. Tampoco entiendo mi manía por enseñarles los borradores de lo que hago. Quizás sea para quitarles la curiosidad reallity-showiesca de buscar los bocetos, la servilleta donde se inspiró uno... en fin: facilitar el trabajo de editor. Quizás al 99% de mis lectores todo ese proceso creativo les sea indiferente (a menos, obvio, que consiga volverme un personaje lo suficientemente interesante como para que quieran saber cómo es que creé a mis criaturas, no porque ellas sean bellas, sino porque la historia del torturado amor de mi personaje les arruga a ustedes sus corazoncitos. No yo –la pobre referencia–, sino el esponjoso personaje enamorado del sutil y rarificado elemento, de andar grácil, como gacela, y cuyos cabellos son como cabritas bajando por el monte de Galaad.) En fin. Acá está. No resiste, además de uno poético, un mínimo análisis psicológico. Lo único que en verdad me gustó mucho fue la imagen final. Me voy, que tengo que poner las últimas cerezas y retoques de crema chantillí a una tesis para un santo mata dragones... 

esponjita pneumática. 


Lo amo. 
Con mi cuerpo. 
Con cada cabello, 
uña, 
vello, 
escama,
gota aperlada que brota del poro. 
Con mi espíritu. 
Y todo es distensión y
tensión gozosa 
porque su piel jamás me ha rozado. 

Todo es en potencia, 
platónico e imaginado; 
No hay llaga de ausencia, 
no hay celos asesinos... 
Su amor es caparazón,
concha nácar donde me oculto. 
Y él, poderoso torreón, me protege. 

Es mi torre, mi dragón. 
Y yo su doncella. 
Es mi sangre toda su tibio y sutil pneuma.

No hay comentarios.: