01 enero 2014

1º de enero de 2014

El 2013 terminó espectacular:
Luego de escribir el obligado post anual sobre el año que se va, fui a hacerme cargo de los pacos de Gato, y de ahí E. y yo fuimos a desayunar. He aquí, entonces, una de las novedades del año: dejamos el Skype para vernos en persona, lo cual resulta más caro porque, ya saben, tenemos gustos restaurantosos. Más tarde mi mamá vino a casa, y de aquí nos fuimos a la cenita que celebró mi hermano en su casa. Segunda novedad del año ¡mi hermanito, chiquito, pequeño y al cual arrullé, ya vive solo y organiza reuniones en SU casa! Pero luego tuvimos que disculparnos mi mamá y yo con la nueva familia de Ray (suegros, cuñada y novia) porque teníamos que ir a LA CENA de año nuevo, en un Sanborn's (lo cual ha sido así durante los últimos 3 años), pero no fuimos tres tristes tigres, sino SEIS, SEIS tristas tigras, que no nos habíamos visto nunca en persona todas a una, y era esta la primera vez. Esa es la tercer novedad del año: un año nuevo no-familiar, fiestero y muy dicharachero...

Y así terminó 2013: un minuto entero gritando, tirando serpentinas y cometiendo lo que quizás fue un error de proporciones cósmicas: usando indiscriminadamente espantasuegras, lo cual reduce mucho la posibilidad de encontrar hombres jóvenes, pero a E. y a mi ya no nos molestan tanto las canitas, bueno, las canas en sí mismas no son molestas porque, vaya, ustedes saben, el diente miente, la cana engaña y... y esto nos lleva al anunciado propósito de este post: los propósitos de año nuevo. 

Bueno: no saqué a pasear a las maletas, ni usé calzones ni amarillos ni rojos (¡¿Cómo?! ¡¿Porqué?!) pero sí usé calzones, qué conste (pero... ¡¿y de menos eran nuevos?!), ni puse un corderito detrás de la puerta, aunque tengo uno de hace muchos años y no sé cómo medir la caducidad de los artilugios mágicos... y tampoco hice todo lo que se supone que se tiene qué hacer para que la voluntad se desembarace un poco de las responsabilidades que le tocan durante los próximos 365 días. Pero, de menos –y en lo que empiezan las cabañuelas– procuraré escribir una mezcla de propósitos, buenos deseos, suspiros y planes de año nuevo. Vienen sin orden alguno ni prioridad (lo que no quiere decir que no la tengan):

1.- El issue de la superación programática y necesaria del monoglotismo congénito. Es decir, alcanzar un puntaje alto del inglés y, mucho más importante, aprender a escribir en tan barbárica y pirática lengua. Y que, antes de que termine el año, alcance un nivel de alemán suficiente como para que el DAAD me quiera dar mi becota sandwich a algún lugar de Barbariland. 

2.- Los πράγματτα de la lengua de la chamba. Poder leer latín clásico y que deje de parecerme alemán... y que el griego deje de parecerme griego y se ponga más fluido. Y entrar a árabe: algo aprenderé y ahí está el CELE. 

3.- Entrar al doctorado. ¿Dónde? Todo apunta a la UAM-I, pero aún no se descarta ninguna posibilidad. Lo cual implica hacer el proyecto y eso lo tengo más claro: dar cuenta del cambio doctrinal entre el De homine y el De anima y los Parva Naturalia de Alberto. El De memoria et reminiscentia está siendo editado en Bonn, und ich muss Deutsch lernen wie Herr Anzulewicz spricht nicht Englisch (Warum!), nur spricht Latinisch... ¿qué? ¿no se escribe "latinisch"? Bueno, pues eso. 

4.- APRENDER A CUIDARME A MI MISMA, lo que implica una visita al dentista ¿mañana? Dejémoslo el 2 de enero. Con todo, mi valiente muela cruzó la barrera del 2014. Y conseguir entradas económicas de aquí a que la situación académica se aclare. 

5.- Leer más. Este año sólo leí DOS LIBROS (soy una vergüenza monumental) ... (claro: me titulé. Quizás por eso). Leí Kitchen de Banana Yoshimoto y El nombre de la rosa. Y amé a Eco una y otra y muchas veces. Y la mitad de Madame Bovary que espero terminar entre hoy y mañana. 

6.- Bajar MUCHOS kilogramos. Lo que exige resolver el asunto de la rodilla... lo cuál sólo se resuelve bajando de peso. Y así de dialéctica está mi situación. 

7.- Dejar algún número indeterminado de vicios, pero en especial los relacionados con la pantalla ésta en la que escribo. Y no caer en nuevos vicios. Y... pos temperancia, en pocas palabras. 

8.- No hacer enojar, ni desesperar, ni sacarle nuevas canas (porque serían meta-canas ya) al asesor. Ser buena alumna y muy cumplida y quiero ser la consentida y así... jajajaja... igual lo de consentida no, pero todo lo demás pos así será. 

9, 10, 11 y 12 los iré pensando en estos días. Ya tengo sueño. 

Y también me estoy dando cuenta que es el primer año nuevo en mucho tiempo que, ni estoy cayéndome de borracha, ni estoy deprimidísima queriéndome cortar las venas y amargándome y demás cosas. Ando muy pasiflorínica disfrutando de no sé qué ensalmo mágico que recorre mis venitas llenas de más café que cerveza. 

Y mucho, muchos minutitos de mi pensamiento se los dedico a... a... pos a él. Y cargo en mi pescuecito un guardapelo por si alguna vez se deja agarrar y se deja tuzar un chino para guardarlo ahí, cual reliquia maravillosa. Pero tengo otros chinos (o no tan chinos, más bien ondulados) bajo la vista. En fin. Ya veremos qué acontece. Mientras tanto no traigo prisa... 

Y esta noche vi estrellas. Eso fue lindo.

Y, bueno... ya me iré acordando de más pendientes. Mientras tanto, dedicaré el 1º de enero a terminar de leer Madame Bovary antes de continuar con el asunto de la reseña (cof, cof... ya, entrando la entrego), el proyectito de doctorado y lo del Liber de causis... y el curso... o sea, tengo chamba, queda claro y de eso no hay duda. 

Me despido no sin antes dejarles recuerdos de mi muela, por si no los vuelve a ver. Una muela fiel hasta el último agujero. 

Se despide con cariño y buenos y grandes deseos para todos ustedes: 

La esponjis-esponjita.

¡¡¡FELIZ AÑO NUEEEVOOOO!!!

1 comentario:

Claudia Isabel Palacios Trejo dijo...

Ey feliz año nuevo tmb para ti esponjis.. Que cada uno de tus propósitos y cometidos se cumplan.