31 julio 2011

Receso again

Quedan muy pocos días para todo. Para el seminario de asociados, para mandarle al asesor el capítulo, para explicarle a la coordinación por qué me tardé tanto en acabar la tesis, para redactar en inglés una ponencia sobre el sentido común en Alberto, para redactar en español una ponencia sobre los espejos animados en Alberto.
Así que este blog aburrido, dejará de aburrirlos hasta que acabe con lo más urgente de todo: el capítulo (del cual saldrá la ponencia).

Nos vemos pronto.
Gracias por venir, fielmente, de visita tan seguidamente.

Saludos (y abrazos a quienes los merecen).

La esponjis.

30 julio 2011

Descubrimientos

Hay que distinguir entre sensación y percepción. Mi capítulo III (que quizás se vuelva el dos) trata de la percepción. Mi capítulo II (que quizás se haga el tres) trata sobre la sensación. El sujeto siente. ¿Qué sujeto? Pues ¡ése! ¡ése misterioso sujeto cuyo substrato –subiectum–) es capaz de sentir.
El meollo de la naturalización de la intencionalidad no tiene tanto que ver con la naturalización del procesamiento de las sensaciones (lo que sería la percepción) sino de dar cuenta, en términos 'científicos', i.e. naturales, de ese extraño sujeto que puede sentir. Eso que sería un epifenómeno, o eso que supervendría, o eso que se pegaría con la vil y burda materia mediante la glándula pineal (¿o cuál era?) –el vermis de los escolásticos– es... ¡el sujeto cognoscente!. Un subiectum tal que, a diferencia de la cera o la plastilina, siente.
Pero hay un gran asunto... ¿por qué la sensación en Alberto lleva junto-con-pegadas propiedades semánticas? Searle, con su experimento mental del cuarto chino, lo que quiere demostrar es que las propiedades semánticas son algo que se siente... y que por eso sólo el mágico subiectum cognoscente es capaz de sentir el significado de las palabras. Con Alberto, si bien las propiedades semánticas (por llamarlas de algún modo) de las species que representan individuos ya son algo que procesó el alma, las propiedades semánticas de los colores (sentir el 'rojo' como 'rojo') es algo producido por la naturaleza misteriosa de la species del rojo (que existe fuera del alma) y del sujeto sensible capaz de recibirla. Eso... eso es lo super interesante de mi capítulo: la 'materialidad' semántica de las species.
Sí, suena raro. Todavía o hallo exactamente cómo explicarlo. Pero al menos haber dado con la distinción básica (¡ay la baba de la esponja!) entre sensación y percepción me permite postular algo fundamental:
Aristóteles en el De anima lo que hace es describir el proceso de la percepción. Ok. Pero la sensación es un presupuesto no explicado. La diferencia específica del alma sensible es eso: la capacidad de 'sentir'. Lo que ocurre es que en el "recibir la forma sin la materia" se está presuponiendo que el alma sensible, por el tipo de sujeto que es, la recibe de modo 'sensible'. Lo que hace Alberto es dar cuenta del proceso 'natural' que explicaría por qué hay unos sujetos 'sensibles' y otros sujetos, como las piedras, que no lo son.
Ahí opera una intuición maravillosa: aquella que hace que Kripke termine 'Naming and Necessity' hablando de que Dios se tomó más trabajo para pegar cerebro con Qualias.... aquella que hace a Chalmers construir una disertación bizantina (asesor llamola así) sobre cómo Dios se tomó todo ese trabajo... aquella que rechaza Dennett y aquella que hace del 'cuarto chino' de Searle tan convincente. Aquella, creo yo, que está detrás de la búsqueda de la distinción entre la inerte cera que no se 'percata' (no tiene awarness) de la forma que recibe, y del alma, sujeto cognoscente, que sí.
Luego de leer a Dennett me quedó la sensación (¿la intuición?) de que quizás tal intuición está tan equivocada como aquella que insiste en que el Sol es el que le da vueltas a la tierra. ¡Quién iba a decir que Alberto Magno me iba a llevar hacia los Churchland!... o a devolverme al monismo de Plotino que, a fin de cuentas, hace de la intuición de la sensibilidad el pináculo, materia y substancia de toda la realidad... ζῶη

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Hoy en terapia salió mi super yo. Y ¿qué creen? Quedó representado como una madrastra malvada que vuelve noche la mañana, que lleva una capa negra y le quita lo placentero a la vida. Luego les cuento: ese descubrimiento también fue grandioso. Hoy fue un día muy productivo...

29 julio 2011

De la ilusión


Bueno. Por ahora lo único que sé, es que la ilusión viaja en tranvía...

¿Alguien ha visto alguno últimamente en la Ciudad de México?

Esponja

27 julio 2011

Cosas de la tesis y un keyboard bluetooth

Estoy aquí para contarles alguna cosas. La primera es que estoy escribiendo este post desde el teléfono reteinteligente. Ustedes se preguntarán si no estoy ya bizca y con los dedos contracturados por el tecladito. Bueno, eso es lo que iba a presumir: el tecladito. Conseguí un teclado bluetooth y, sobre todo, averigué dónde se hallan ocultos los acentos y las 'ñ'... todo un reto. Supongo que el siguiente paso será aprender programación, cositas básica de Java, Linux, averiguar que es el tal Root de los androids... claro, cuando acabe la tesis... Y es que, a buenas horas, comprendo el espíritu Geek...

Afortunadamente el espíritu Nerd no necesita de computadoras. Y ahí me tienen, tratando de redactar aquello de la tesis... ¡sí! ¡en el teléfono! Ya llevo algo. A ver si el formato no se pone sus moños a la hora de la hora, y termino copiando del teléfono a la mac a mano... lo que no estaría tan mal.

Por ahora redacto la parte que más me interesa del capítulo, porque es lo que leeré ante los asociados: cómo plantea Alberto la diferencia en el modo de ser del color, en cuanto pecibido, y de color en cuanto se da en el mundo. Hay tres cosas que quiero subrayar y es lo que me está costando trabajo.

1) La naturaleza no-física del color (el equivalente a nuestros criticados Qualia) no es algo privativo de un 'sujeto' inefable o de primera persona. Es algo que existe en el mundo 'objetivo' (y recuerden la etimología de Ob Iectivum: que se opone a...). Es algo que está 'afuera'. Ello debido, en primer lugar a que, a pesar del agustinismo estoico y todo ese rollo, en Alberto (al menos) no existe afuera-adentro, y esa categoría no es suficiente para explicar lo propio de la 'experiencia' (en los términos de Chalmers, por ejemplo).

2) Que en Alberto existe la intuición de que las característica del mundo físico no corresponden literalmente a las percibidas, aunque exista entre ellas cieto isomorfismo. Ahora no abundaré en ello, pero la capacidad representante que tienen las percibida (las species, llamémoslas por su nombre) de algún modo exige cierta diferencia estructural. Ahora bien, esta idea proviene no sólo de la cetidumbre lógica de que el signo no puede ser idéntico a lo representado, sino a algunos decubrimientos empíricos (¡¡!!), especialmente a la óptica.
3) Un concepto genial que introduce Anzulewicz en su exégesis del 'De sensibus in communi': konkrete Ding (cosa concreta). El objeto intencional en el alma tiene una cierta existencia espiritual. Qué significa eso? No creo que sea del todo claro (porque no es el espíritu Agustiniano i.e. cartesiano, pero tampoco parece ser solamente el espíritu corpóreo galénico, aunque eso es lo que defiende Alberto: posee solo la información, la cual es llamada species o intentio). Pero más allá de todo eso, resulta que si el ppo. de individuación de la substancia compuesta es la materia, y la species o intentio no tiene materia, pues resulta que sí tiene su propio ppo. de individuación: los apéndices naturales. Y dice Anzulewicz que gracias a ellos el alma abstrae no de la materia sino de la cosa concreta. Noten un detalle: la cosa concreta ya es algo conceptualoide: ya es un montón de predicados con complejas relaciones lógicas entre sí. Y por ello dice correctamente Anzulewicz que, en ese sentido, la percepción sirve de intermediario entre el intelecto y el mundo. Yo no hablaría de intermediarios... pero por ahora o digamos más...


Pues sí. Son esas tres cosas. Ojalá salga. Deseénme suerte a mi, mi tecladito y mi teléfono inteligentudo.

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De los patanes
Iba a hablar de ellos pero no lo voy a hacer. Sólo diré que me gustó conocerlos ante de volverse patanes...

26 julio 2011

Del corralón

Suele ocurrir que cuando un tránsito se fija en una infracción recién cometida, es porque parte de la pena consiste en llevar el carro al corralón. Y ello porque la gente le tiene mucho miedo al corralón. Para empezar uno nunca está seguro de la documentación que hay que llevar, así que es lo primero que uno tiene que preguntarle al tránsito. Segundo, porque uno sabe que va a perder varias horas ahí y por lo regular uno tiene prisa; pero no le tengan miedo al corralón: si uno carga con los documentos que se requieren sale en menos de una hora, por lo cual es muy recomendable traer en la guantera del carro al menos dos fotocopias y el original de la tenencia, la última verificación, la tarjeta de circulación, la licencia y el IFE. Además, por lo regular hay un changarro de fotocopias fuera de los corralones. Tercero: no lo pueden llevar a un corralón muy lejano y no tiene por qué esperar a ninguna grúa. El tránsito tiene que conducirlo hasta el corralón que corresponde a la zona donde fue cometida la infracción.

Si le da codo, recuerde que usted cometió una falta. Y sobre todo, si tiene un compromiso muy urgente, recuerde que exigirle al Tránsito que lo lleve al corralón (es decir, no caer en la tentación de dar una mordida) es el precio que hay que pagar por no ser parte de la cadena de corrupción. Como buen mexicano, si está harto de la corrupción, de la inseguridad y de la impunidad, haga un esfuerzo virtuoso por no ser parte del sistema corrupto. Cuesta trabajo, lo sé. Pero sólo esa disciplina ayudará a su país. Es una manera muy fácil de ayudar a su país y de cooperar con el sistema de justicia. Piense en el esfuerzo de Sicilia por luchar contra la impunidad. Apoya más tragándose la molestia de ir al corralón que mentándole la madre a Felipe Calderón. Ponga su granito de arena, pues como dice la Biblia: así como juzga será juzgado. Haga el esfuerzo. La nación dolorida se lo agradecerá.

Y sobre todo: no tenga miedo al castigo: no es desproporcionado. Y aproveche que ahora la ley lo protege del abuso de la autoridad.

Pero sobre todo, recuerde la siguiente lección práctica. Por alguna razón que desconozco, el tránsito no gana nada si logra conducirlo al corralón. Cuando vea que usted está determinado a que se lo lleven, el Tránsito reculará en el último momento (pura probabilidad).

Dios vomitará a los tibios de su boca. Si ha elegido creer en Dios (o si cree en él por default), recuérdelo.

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Link útil: prepárese para cuando usted, en un acto de debilidad, cometa una falta. Y en un acto desafortunado, además lo vea un tránsito. Tenga a la mano el reglamento de tránsito del DF:
En esta página (píquele en página) encontrará información útil para estar siempre preparado. Fíjese qué documentos vale la pena tener en la guantera y en número de fotocopias. De los trámites que hay que hacer en esta vida (como sacarle a la abuelita de 84 años el acta de nacimiento –pues nació en plena cristiada y no la tiene– o sacar la cédula profesional), es uno de los más sencillos. Agradezca a Dios, la Fortuna o el Azar –según sea su Dios– que vive en la época de Internet y las Líneas de Captura.

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Lo dejo con una reflexión de autoayuda: no hay manera más fácil de vencer la tentación que caer en ella. Quizás descubra que lo que deseaba sólo era un fantasma. Y que el real es demasiada poca cosa y no justifica sus lágrimas y desvelos. Y quédese mejor esperando a su marinero holandés, que esa espera –descubrirá usted, en verdad vale la pena.

Esperando al marinero:
Esponjita

25 julio 2011

Los elefantes que hacen llorar.

Bueno, este es el cuento de los elefantes que hacen llorar.

Érase una vez una elefanta que se asustó y salió huyendo. Invisible para ella, una carretera transitada se atravesó en su huída. Un conductor, Tomás López Durán, para quienes los elefantes no son invisibles pero sí inesperados, tras de sí llevaba la responsabilidad de un autobús lleno de pasajeros. Supo frenar de tal manera que las únicas víctimas fueron él y la elefanta. Fue un héroe. Salvó a todos los pasajeros porque supo manipular correctamente el autobús.
La noticia, por inusitada, llenó todos los medios de comunicación. Muchos lloraron al conductor, pero hubo quienes lloraron a la elefanta. Ese es el cuento, que fue real y trágico.

Los años han pasado y la gente ha cambiado. Pero sé que todavía alguien recuerda a la elefanta, cuyo nombre era Indra. Y soy yo la que la recuerda porque aprendí que hay alguien capaz de llorar a los elefantes.


24 julio 2011

Funeral Fashion





I
Pronto nos recuperaremos. Es cosa de unas pastillitas (el psicoanalista fue el que me mandó a un nuevo psiquiatra. Así de jodida me ha de haber visto).

II
Es gracioso. Me preguntó si tenía ideas suicidas. Pero no me preguntó si las tenía, sino que sin burocracia alguna preguntócómo eran. Daba por sentado que las tenía. Y, bueno, no se equivocó. Supongo que suena raro que cuente acá en público esas cosas. Pero en realidad no es tan grave ni tan preocupante. Ni tan suicida.

III
Cuando le dije que tuve ideas suicidas tuve que explicarle que tenía 'impulsos'. No fantasías suicidas. Esas las he tenidos millones de veces sin ningún impulso que las acompañe.
Cuando digo 'impulso' en realidad de lo que tenía ganas era de meterme en un huequito muuuy profundo. Hondo, hondo para poder escapar lejos, lejos. De la tesis, de la soledad, de un gato con TDA H, una gata con tos de perro (paradojas de la vida). Y, de algún modo 'suicidarse' es la manera perfecta de hacerlo: ni siquiera los remordimientos te pueden dar alcance hasta allá, donde vas. Es un impulso porque no es la conclusión de ningún silogismo práctico.
Es un vil impulso. Como cuando uno tiene ganas de un helado, de un chocolate o de meterse a bañar. Unas 'ganas'. Así. Un mood. No puedo explicarlo mejor. No creo que se me vaya a resolver nada. Uno cuando come un helado de vainilla, se lo come porque es fin en sí mismo. Así con el suicidio. Lo más complicado es imaginar cómo hacerlo.




IV
Quizás los impulsos y las fantasías estén relacionadas porque así se rasca uno las ganas (salvo la comezón ¿quién ha logrado quitarse la comezón imaginando?). Quizás. Pero si así fuera, entones uno se imaginaría viajando lejos lejos. Eso sí me ha pasado. Pero es distinto con las fantasías de los autofunerales. Esas no son para rascarse las ganas de morirse, sino de joder al prójimo por no haberte jodido convenientemente en vida (¡y que se retuerza de arrepentimiento!).
Clásico: todos los que me trataron a patadas estarán deshaciéndose en lágrimas. Mis amores descubrirán que estaban enamorados de mi. Llorarán hasta deshacerse frente a mi ataúd. (Ni les cuento el grado de patetismo de mis fantasías... ¡n'ombre! que de que tienen su componente sexi, lo tienen).


(accesorios)


V
En fin. Pero de lo que nunca me había dado cuenta es cómo me imagino mi funeral. Digo, mi abuelita se quejaba de que para qué hace uno planes. Sólo a Aunt Jemima le salieron bien las cosas. Si uno ni siquiera consigue que lo entierren, incineren o whatever tal como uno quería ¡ya voy a ponerme a imaginar que me entierran vestida convenientemente! (es que morirse es algo tan accidental y molesto... que pues con lo que uno trae y se acabó... y aunque uno tenga la precaución de enfermarse con meses de anticipación, pues nada, le ponen un vestido comprado en Walmart... así son, así son).
Así que mis fantasías de cómo va a ser mi funeral son absolutamente "emo". Para empezar todo mundo va a estar ataviado de riguroso negro (que no me merezco: yo ni loca voy a un funeral vestida de negro. Con todo y que la mitad de mi ropa es negra. En fin). Y las mujeres con sombreros de encaje negro y... y de preferencia voy a morirme a Alemania, porque, como podrán haberlo adivinado, la mitad de mis fantasías están construídas bajo el modelo de ese video de Rammnstein... Aunque la versión de Amy Winehouse (R.I.P.) es una buena alternativa.

Quiero un funeral Fashion.


(Ideas para que asistan bien vestidos)


VI
Nahhh... no es cierto...
Hace muchos años que no me imagino nada. Quizás dejé de hacerlo cuando comprendí que, en esas fantasías, el único que no está muerto es uno mismo. Además son cuentos de imaginar muy incómodos: justo cuando se está poniendo buena la cosa, uno ya se murió. O quizás en el fondo sabes que todo era un teatro para espiar a los demás. Y así, muerta, te enteras de lo que en verdad sentían por tí. Pero madurar ha de querer decir tener la certeza de que, detrás de las máscaras (de las personae) uno no va a encontrar nada. O ultimadamente no importa qué pueda encontrar uno. Quizás los otros sean unos pobres zombies (¿les conté que estoy enamorada de David Chalmers, que tuve un pecesito llamado Mr. Chalmers –que murió de frío– y que aprendería ese extraño dialecto llamado australiano sólo por amor? Pero no, no creo en los zombies). Decía: unos jodidos pobres zombies estúpidos. Babosos. Descerebrados. Idiotas.

Que para lo único que sirven es para verse muy monos en mi funeral Fashion.

¡Eso!

(El gemelo zombie de Chalmers haciendo casting para mi funeral imaginario. Al original no lo conseguí: le deprimían esas cosas. Por alguna razón que todavía no comprendo, al gemelo parecía entusiasmarle el asunto... a mi se me hace que algo en la fórmula de contrapartes le falló a David)


Si alguien quiere ir a mi funeral imaginario tiene que estar bien bueno. Para empezar medir circa de 1.80. Y no tener panza (comiencen a hacer ejercicio. Tienen tiempo). Y... tienen que verse excesivamente bien de negro. Y todas las mujeres (ahí pueden ir cuantas feas quieran) necesitan llevar su gorrito con encaje y toda la cosa.

Aunque ahora que lo pienso ya no se me antojó morirme yo.

A ver a quién de ustedes mato en mi próximo cuento. Y, digo... yo que ustedes comenzaba a verme en el espejo: si les va un ataúd, comiéncense a preocupar.

Esponja.


21 julio 2011

Blogui-Medievalia

Bueno, acabo de encontrar el Du Cange on line:


Y lo encontré en este utilísimo blog:


Ok. Entonces me di cuenta de que utitadixerim.blogspot.com ya no puede dar asilo a todo lo que me pasa por la cabeza. Si se fijan del lado izquierdo hay un montón de links: cosas medievalistas, cosas de fotografía, una interminable lista de blogs... y con tanta cosa de pronto se vuelve inútil esa información.
¿Qué hacer?
En Wordpress estoy creando un blog exclusivamente medievalista (o filosófico, para que quepan otro tipo de cosas, como asuntos de filosofía de la mente, etc). Su creación será lenta, porque tengo que acabar mi capítulo sobre el esse formale del color en Albertote. Pero pronto tendremos más noticias. Estén al pendiente.
Les recomiendo ampliamente el blog de Francisco O'Reilly. Y espero pronto poderles pasar la página del asesor que también tiene una muy buena colección de ligas utilísimas para la filosofía medieval. Si alguien tiene más ligas, serán bienvenidas para el nuevo proyecto bloguístico.

Abur, gente, que tengo que terminar mi super capítulo.

PD: Alberto tiene un uso extrañísimo de la palabra "imitatio": Dice que la estimativa determina la "imitatio vel fuga", de donde parece que 'imitatio' lo usa como antónimo de huída. Yo creí que ese uso vendría consignado en el Du Cange pero ¡no! Asumo que Alberto utiliza así el término por una extraña analogía con 'sectatores'. Los 'sectatores' de Platón son sus seguidores. Pero para referirse a lo mismo uno puede decir (tal como lo consigna Alberto) los 'imitatores' de Platón. Es gracioso ¿no?

UAM-I


Se acabó mi clase en la UAM-I. Eso me deja ligeramente triste porque fue un gran trimestre (bueno, mi único trimestre). Para empezar conocí a mi @PanitaMimit (¡para eso sirve Twitter, gente!) y platicamos largo rato. Luego tuve mi primer clase seria sobre Filosofía de la Mente. Conocí al Samuel que, quizás es un poco atrabancado, pero es fanático de Kripke y Davison y me enseñó muchas cosas. También a los demás chavos del grupo. Y obviamente tomar clase con el asesor siempre es un placer mayúsculo. Eso fue lindo porque conocí su lado 'mentalista'.

Además me reconcilié con la vieja religión de mis padres: el materialismo monista. Sí, al final me quedo con Dennett, aunque en el fondo creo que hay dos o tres confusiones ahí. Pero ¡ese es el sino de esta época!. Creo que sí, que nuestra época se parece mucho al siglo XIII y XIV: por un lado hay una lógica muy sofisticada con una poderosa teoría semántica. Por el otro lado la psicología reafirma lo que tiene de empírica y tiende lazos muy fuertes con la fisiología (o sea, la física). Y por otro los descubrimientos anatómicos y fisiológicos (hablemos de spiritus animales o de neurotransmisores) avanzan a pasos agigantados. Pero las tres partes de la historia han avanzado, cada una, por su lado. Tratar de reunirlas en un quebradero de cabeza... en el s. XIII o en el XXI.

Se acabó mi clase y eso me deja un poquitín melancólica. Pero a cambio tengo la camarita del teléfono y me la paso sacando fotos. Unas de la UAM-I, otras de mis gatos, otras de lo que se deje. La única foto que no tengo aquí (y me arrepiento) es la del grupo. Hubiera estado linda. Fue una experiencia muy hermosa y feliz.

Esponja cursi.

Vista del Edificio F(ilósofo) con Sombrilla de Metal y estudiante estudiando. Los murales al fondo. Charcos propios de la época (¡tan deseada lluvia que al fin llegó!)

Lluvia enfocada

Flor UAMita después de retocarla con el 'fotoshó' del teléfono.


Sombrillita de Metal. UAM I


Edificio F(ilósofo) UAM-I


Qualia interrogante


Bióloga Cuñada y Clericot

Accidente equivalente a cuando yo le piso la cola y llevo botas (no calculó el brinco)


Sombra negativa. Pero si las sombras son privación ¿ésta es hábito?


Calle Normandía, Col. Zacahuitzco


No soy la única paloma en la UAM... ella también andaba de visita.


Flor UAMita. Muy Iztapalapeña


Chupacabras dejándose fotografiar

20 julio 2011

De la muerte

"L’esprit humain serait comparable à un magicien qui touche certains objets avec son bâton magique et qui établit ainsi une relation stupéfiante avec le monde"


Los otros. Se mueren los otros. Si muriéramos nosotros entonces el mundo se acabaría para siempre. ¿Qué otra cosa es la propia muerte sino el cataclismo final?

Pero en los otros hay pequeñas similitudines nuestras. Son lo único visible, para nosotros, de nosotros mismos. Son ellos en quienes somos. Y siempre somos según un punto de vista. Un único nosotros no existe, porque nosotros somos capas y capas de cebolla, donde cada una de ellas es la imagen que de nosotros existe en la fantasía de los otros.

Así que a veces se mueren los otros...

Unos, cuando mueren, nos dejan un vacío desgarrador. Porque nosotros somos también las imágenes que tenemos de los otros. Ellos son la estructura de nuestro universo, los postes de la cúpula celeste. Y a veces, cuando se mueren, el cielo cae al suelo, y andamos viviendo entre fragmentos de cielo roto, estrellas descompuestas, soles que iluminan oblicuamente.
Así se me murió Aurora, mi hermana.

Otros, cuando mueren, dejan una herencia enorme y un silencio que se transforma en ecos de por vida. Y andamos por el mundo repitiendo sus palabras porque pueblan sus oídos. Y los sentimos al hablar, al oírnos a nosotros mismos, al pensar y al amar. Y amamos como ellos nos forjaron el corazón, y cuando vemos una silueta similar a ellos nos embarga la melancolía de que estuvieron. Y corren por nuestras venas, y cada gota de sangre que sale a la superficie lleva sus rostros multiplicados e infinitos.
Así se me murió mi abuelita Aurora.

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Así que a veces morimos nosotros. Y eso ocurre cuando morimos en algún otro. Cuando ya no somos más lo que éramos para él (pues somos según un punto de vista).
Construimos lo que somos, nuestra propia imago, con aquello que fuimos para ellos. Y de pronto un día se acaba el amor y quedamos muertos, mudos, maniatados en el otro.
Porque seguimos buscando su rostro, sus ojos, los pequeños espejitos animados, para ver si aún estamos ahí, eso que somos, esa piel de cebolla que era nuestra propia carne y pellejo. Y al no encontrarnos, quedamos desollados viendo nervios, carne y hueso pelones, desangrando.

Más grave es cuando perdemos su piel. Cuando aquella era la piel tierna que cubría nuestros secos pellejos. Y al arrebatarnos el abrigo, quedamos vueltos ceniza (pues nos quema el más leve aliento que ya no es nuestro).

¿Cómo no sentir rencor cuando, al dejar de vivir en el otro, nos han matado un poco?
La fría mano del asesino cerró de una vez y para siempre sus ojos que ya no nos miran más. Y peor aún si adivinamos que donde estábamos antes, ahora se halla otra figurilla animada, viva, dueña de nuestra piel dentro de aquella retina, dueña de la piel que cubría nuestros enfriados pellejos.

Nos han matado, sentimos. Nos han matado, gritamos. Nos han matado, denunciamos.

Porque el error, quizás, fue creer que esa visión de nosotros era nuestra. El "de" aquí era "acerca de", "about". Pero equivocamos el genitivo y nos sentimos desposeídos.

Y aún si entendemos que las cosas son como son, que no hay dolo ni injusticia ninguna... el frío quema los huesos y los va transformando en cenizas. Porque lo que éramos ya no es, y nuestros propios ojos buscan desesperados en los muertos espejos una imagen que nos devuelva la vida. Pero no se ve nada... ¿y cómo habría algo de verse si, al poner dos espejos uno en frente del otro se ve... nada?

Nos han dejado solos. En un hueco profundo e infinito donde, como Alicia, caemos sin tocar fondo. Nos dejaron cayendo para siempre. Nos dejaron... ¿ingrávidos?

Y uno se pregunta ¿qué hice mal? o quizás no sea un error secundum fieri sino secundum esse. Y uno se pregunta ¿soy mal? y uno se pregunta si merece amor. Y uno quisiera arrancarse las uñas a mordidas porque ya no sabe cómo seguir haciéndose las preguntas... porque el estado en el que uno queda es el de pregunta.

Y uno se harta de uno mismo.

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Amanece. Hay muchos duelos que procesar. Porque, con todo, la vida se desborda a tanta muerte. Porque, con todo, uno tiene que aprender a dejar de verse a si mismo. En los ojos de los otros, en los espejos, con los propios ojos. Uno tiene que aprender a ver hacia afuera, hacia las creaciones y las obras y lo que está ahí vivo, rutilando. Uno tiene que aprender... ¡¡¡por qué uno tiene que aprender!!!

Ahí está la vida. Y uno tiene que hacerse lo más humilde del mundo, la pieza más pequeña, el vidrio más insignificante de un vitral hermoso y enorme. ¡Qué más da todo esto! Otro vidrio puede ocupar nuestro lugar, pero nos ha sido concedida la gracia de ser nosotros ese pequeño trozo de cristal. Y no sabemos si seremos la pupila azul del Cristo en un vitral de iglesia, o simplemente una pequeña piedrita bajo los pies de Satanás. No es nuestro tamaño el que determina nuestra condición. Lo que tenemos que "aprender" es que somos sólo eso: un pedazo de vidrio. Nada más.

Y hay que hacerse humilde, humillarse... hacerse humus. Vaciarse de todas las miradas, las propias y las ajenas. Y entonces ¿quedará algo?

Acaso un corazón y un cerebro.

Acaso la capacidad de recibir la luz. Y verla.

(con eso basta)

19 julio 2011

¡A la Chingada!

(¡Miren qué monísima letra tenía mi Alberto!)

¡Snif! Anzulewicz sí me entiende (claro, a mi me ha costado un ovo y la mitad del otro entenderle... pero eso es secundario) (iba a poner su foto... ¡la encontré!... pero no vaya a ser que cuando se busque en internet dé con mi horripilantísimo blog... y que le entienda... no... horror... pero está guapo)


De la incomunicabilidad y la individualidad de las intenciones según Alberto Magno

No voy a poder acabar el capítulo para mañana.
Ya veremos qué hacemos.

Lo bueno, encontré el asunto de la incommunicabilitas. Es un asunto importante: ¿cómo es que, siendo "formal" el ser de las cosas percibidas, es, sin embargo, individual? No es una pregunta tonta. Aristóteles había dado por supuesto que en el alma sensible las cosas se encuentran de un modo "particular" porque, como repetidamente dice el asesor pensando en Boecio, la cosa es según el modo del que recibe. Y si la facultad sensible es "material" (pues necesita de órganos materiales) entonces lo que recibe, las especies sensibles, han de ser materiales y, por ende, particulares.

Pero ¡qué creen! muajajajaja... el alma sensible recibe las cosas según su ser intencional, que, ya dijo en De Visu, es su "esse formale". ¡Aja! ¡Aquí se complica la cosa!

Si lo que se recibe es la forma sin la materia al momento de percibir ¿cómo es que percibimos individuos si recibimos puras formas? Un aristotélico ingenuo (que para estos de los realismos hay de ingenuidades a ingenuidades) diría que el sustrato material del órgano es el que dota de individualidad a lo percibido. Pero el ojo no se pone rojo, ni en la imaginación (el corazón aristotélico) al imaginar una silla se hace una sillita (el corazón/cerebro de un carpintero tendría ¡pequeñas sierras y serruchos!). Y bueno... de hecho si fuera pequeñita para caber en el corazón/cerebro habría mayúsculos problemas, pues imaginamos el cielo y toda la cosa y comparamos tamaños, y no nos engañamos respecto a ello: pensar en que las imágenes tienen "tamaños" ya nos mete en muchos predicamentos (problemas, pues).

Entonces: para resolver el asunto de la silla en el cerebro Alberto explica que percibimos e imaginamos "sin magnitud" pues lo que está en nuestro órgano imaginativo es la "especie de la magnitud". Gran tema. Pero a lo que quiero ir es que ser especie es ser formal... ¡ooOOOoo!. Y si es así, puesto que no altera ni transforma de ningún modo la materia del órgano que recibe ¿De dónde le viene la individualidad?

De los apéndices materiales...

No voy a acabar el capítulo para mañana, porque una de las propiedades que los apéndices confieren a la imagen (su ser intencional/formal/espiritual) es individualidad, es decir INCOMUNICABILIDAD.

(Y Don Henryk Anzulewicz le pone un mote muy correcto: el intelecto no abstrae de la materia, sino de la cosa concreta (von konkreten Ding). Cualquier ligero tufo a neoplatonismo-hegeliano NO es mera coincidencia... oops! Porque... ¡fíjense ustedes! el individuo es un algo formal... ¡Ese es el quid de la cuestión!)

Y usando el genial sitio web de la universidad de Waterloo (que pueden encontrar del lado derecho del blog, hasta arriba), al fin encontré todos los lugares donde Alberto define incomunicabilidad y lo relaciona con la individualidad.

Tengo que poner todo eso en nota. Tengo que estructurar el capítulo. Tengo que encontrar un buen speech para que el asesor no se enoje mañana. Así es.

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De otras incomunicabilidades.

(aquí había un texto azotado que ha sido borrado porque la depresión al fin remetió, y porque estoy muy contenta leyendo a H. Anzulewicz... Ja! sehr gut!)

esponjita

18 julio 2011

Tercero del día

Y al final...

vino la fortuna y me dio tremenda azotada.

veamos cómo carajos me va hoy...

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Le dije... ¡qué día!

1.- Asesor me manda concentrarme (cosa que evidentemente me está costando uno y la mitad del otro –ovario).

2.- Dennett me hace entrar en crisis. De pronto ya no sé por qué Searle me parecía tan convincente. No. La habitación del cuarto chino apela a intuiciones que bien podrían ser tan ingenuas como la infalibilidad de la percepción. No sé qué pensar. Sobre todo porque el capítulo de Alberto cada vez parece demostrar que esa intuición comenzó a mover las respuestas de Alberto... esa intuición... los Qualia... entonces entendí a J.M. cuando finalmente renegó de Searle. Y yo, sin querer y después de 12 años de dualismo (y mi solipsismo innato) comencé a reconciliarme con la vieja religión de mis padres: el materialismo monista.

3.- Sabiendo que voy a ver a mi amigo Cristiano-Pentecostés-Homeópata, toda la clase versa sobre el fraude que es el cristianismo y la homeopatía... yo siento como si algún genio maligno se estuviera burlando de mi. Pero la clase se pone más "haevy". Samuel (un compañero) pone dos ejemplos de posibles Qualia: a todos los colombianos les debe gustar el café y a ningún alemán le gusta el chile (ají). Yo ya no supe si se llevan así de pesadito o de veras hoy Samuel andaba de profético.

4.- Quiero decirle dosmil trescientas cosas al asesor... no sólo sobre el "habitus" sino sobre los colores en Alberto, sobre los apéndices materiales, sobre... y lo veo y enmudezco. Estuve a punto de pensar en la canción de Shakira ("se me acaba el argumento y la metodología...") pero no creo que vaya el asunto por ahí. No sé de dónde le agarré el pánico que le tengo, si él es la persona más cariñosa del mundo. Eso me lleva al punto 5.

5.- Vi a Bernardo, contra todo buen consejo de todo mundo. Bueno, 3 horas. Tal como lo planee. ¡Carajo! ¡Me cayeron tantos veintes! Lean el post de abajo. Ahí narro la historia de lo que me "pareció" ver. Pues no fue un mero qualia aparente: Bernardo me confirmó toda la historia. Y yo, 16 años después traté de confesarle que en aquél tiempo enloquecí por él. Y algo dije y de algo se dio cuenta y se hizo pato. Supongo que dentro de 16 años lo volveré a intentar y volveré a fracasar... jajaja. Pero entonces pensé en que mi "amor platónico" se quedó en el plano de lo imposible (bueno, acababa de ver cómo se le rompía el corazón por otra chica). Y aunque ni yo me di cuenta cómo, dejé pasar aquello y continué con mi vida. Y así conocí a mi Arcángel y lo amé enloquecidamente. Y fui feliz.
Sí, me preocupan las figuraciones que me hago sobre mis "amores platónicos". Sí, me preocupa la sensación de que justo me enamoro de los hombres que jamás se enamorarán de mi. Pero luego reflexiono y me doy cuenta de que algún espíritu vital en mi me protege (¿Cautelas naturales?) y si las cosas se muestran como sin salida, algo en mi sigue viviendo.
Le conté a Bernardo cómo me sorprendo ahora, a penas 6 meses después de la ruptura con Daniel (o de que me dí cuenta de la verdadera ruptura), ya estoy casi como si nada. O como si nada. Me doy cuenta de que me recuperé sorprendentemente rápido: es que me dolió tanto el madrazo, que de veras creí que jamás de los jamases se me iba a quitar el dolor. Pero no... no.
Eso sí. Traigo una angustia de la chingada por el futuro. Y en eso estamos igual Bernardo y yo. Como que de repente abrimos los ojos y vemos a los compañeros de generación con grandes trabajos, doctorados y familia e hijos. Y ¿nosotros? Nosotros estamos pagando la factura de una puta depresión que nos dio al final de la licenciatura (a cada uno).

¡¡¡Pero lo de Daniel no me tumbó!!! Con todo, llevo media tesis (¡sí, debería haberla acabado ya!). No... pasé una crisis muy cabrona... pero no dejé de trabajar. Ahora que estoy paniqueada por el dead line me doy cuenta que en esos meses culeros trabajé mucho: no sólo saqué jugo a Dennett y Searle, sino que traduje la mitad de Anzulewicz (¡y mierda que me falta la otra mitad!) me eché a Nuchelmans, redacté el borrador del primer capítulo de tres, y por fin entendí muchas cosas de Alberto. Y eso lo hacía mientras me emborrachaba públicamente en Facebook, mientras no comía y le mentaba la madre a la novia de Daniel (ardida al fin)... seguía... algo seguía en mí. NO... no me deprimí. Nomás estaba que me llevaba la chingada.

Y ahora al fin estoy en paz con Daniel. Pero no sólo eso. Logré entrar en paz con mi papá. Ahora que mi abuelita necesita que la cuiden porque mi tío, el que la cuidaba, está enfermo, logré hacer equipo con mi papá para cuidarla. Y el siempre fiel y muy leal Paco, el mejor amigo del planeta tierra, está conmigo en todo esto. Y le dije a mi papá algo que me nació en ese momento: "quiero que vengas no para hacerte cargo de mi abuelita sino porque te extraño. Y me gusta mucho poder hacer esto junto contigo"

Bueno ¿y el asesor qué tiene qué ver con todo esto? Pues no sé. Pero algo me queda muy claro. Sea lo que sea que me apanica de estar con él, es algo que forma parte de mi constitución; que está relacionado con no poderle decir ni una palabra a Michael Chase cuando vino a México a pesar de ser mi ídolo número uno en el mundo, que tiene que ver con mi incapacidad de contestarle los correos al Piu, y que se relaciona íntimamente con mi incapacidad, a los 13 años, de pedir una pizza por teléfono. ¿Qué es? ¡Quién sabe! ¡Hasta mi Tío Horacio me ponía en ese estado! Ni idea... pero así soy. Me apanico.
Y no, no es ni enamoramiento, ni transferencia paternal, ni maternal. Es simplemente que así me pongo yo con los "adultos", y en este momento él es la única figura de autoridad que tengo, y le debo el jodido capítulo.

6.- Soy trasparente. Pero si ni yo me puedo interpretar ¿podrán los demás? Por eso mejor les digo mejor lo que siento. Porque no es nada del otro mundo... y es, con todo, hermoso. Mi viejo amor por Bernardo, que extraño a mi querido Arcángel, que quiero entrañablemente a Daniel y que sí, la relación ya me estaba jodiendo a mi también. Y todo lo demás...

7.- y último. Hago lo que me gusta. Estoy en el camino. Y el camino es lo que ha de disfrutarse. Y vivir es bueno y con eso basta. (Y si me muero pues ya que. Estoy entera y contenta)

El viernes cumplo 32 años. Y estarán bien cumplidos.

Esponjita.

Prolífica

Suele ocurrir cuando tengo dead line.

Cuando estaba en la prepa me enamoré como loca enloquecida de un chico que tocaba la guitarra. Fue eso, nada más. Es que tocaba flamenco. Y todavía recuerdo el preciso momento en que me enamoré. Exacto. La imagen de sus manos tocando la guitarra, mientras estábamos sentados fuera del salón de Francés. Ninguno de los dos tomábamos francés. El estudiaba inglés y yo italiano. Él estaba esperando a Pío Irán y yo a Joanna. Y entonces comenzó a tocar (y se ha de haber percatado como me quedé babeando, porque siguió tocando...)(y he llegado a la conclusión de lo transparente que soy, y de como los hombres de los que me enamoro se dan cuenta de ello, y cómo lo disfrutan... ¡mugres! disfrutan ver cómo la semilla luminosa entra en mi corazón, y luego no pueden hacerse responsables del Baobab que reventará mis pellejos).

Recuerdo sus manos tocando. Largos dedos, larguísimos en los finos trastes de su guitarra, de cuerdas rojas –pues eran de flamenco, me explicaría después– La caja de la guitarra breve, y él sentado ahí, tocando. Es de todo lo que me acuerdo: yo enfrente de él, ambos en el piso, y él tocando...

Yo tenía 16 años.

*****************************
Traté de declarármele varias veces. Nunca de frente. No pude. Traté de cantarle una canción de Silvio Rodríguez. Pero yo misma sabía que aquella lucha estaba perdida. Días antes había visto con mis propios ojos cómo le acababa de romper el corazón la chica que bailaba flamenco. Cuando ella flamante llegó a contarnos que era novia del chico que tocaba guitarra clásica él desapareció todo el día. No volvió todo ese día. Lo supe con certeza. Que yo le gustara o no era secundario: él estaba enamorado de ella del mismo modo en que yo de él. Conocía la mordida que lo había tirado al piso. No había, pues, nada que perder.

Luego tuve novio yo. No, él no tocaba flamenco, pero tenía (y tiene) una voz extraordinaria. Entonces yo me enamoraba por los oídos, por la música. Y tiempo después, vino mi ex-amor platónico a reclamarme el que yo tuviera novio.

¡Me dio tanto coraje! ¿qué se creía? Yo había reventado desde dentro al ver aquello imposible y luego él, cínico, venía a reclamarme que yo tuviera dos rostros: el que lo amaba y el que vivía...

****************
Viví cuatro años de cuento de hadas con mi Arcángel. Luego aquello terminó (aunque jamás del todo), y me encontré al profeta aquél. Y, en aquél tiempo, reencontré a mi amor de la prepa. ¡no lo podía creer! ¡no podía creer no desmayarme ahí, frente a él!

pero...

pero tampoco podía creer que al verlo no muriera de nuevo de amor por él. Habían pasado ya ocho años sin saber de su existencia. Y eso había apagado aquella llama que llegó a consumirme tantas veces como renací de ella.

Fue cuando comprendí la bestial diferencia entre los amores platónicos y los amores carnales. El tamaño y la profundidad de las heridas. La diferencia entre el árbol de luz y el árbol de raíz y madera...

fue entonces que dejé de tener 16 años...

**************************

Hoy iré a tomar un café con él. Está loco, loco, loco... creo que yo también. Él está enfermo de fe, yo enferma de escepticismo. Ambos perdimos el ritmo, el camino, y andamos tratando de recuperarlo. Ambos rozamos los 32. A ambos se nos murieron algunos sueños, pero no queremos dejar morir otros.

Y yo lo miro. Y sigo sin poder creer lo intenso de aquella llama... y sigo sin poder creer la fe con la que abrazamos la verdad del Flogisto, antes de que la luz nos golpeara con toda su realidad de partícula y onda...


Introducción a "Dresde Carta Cerrada"

Introducción:
Ok, Felicidad me ha dado ánimos. Les explico.
Tengo un cuento, y quienes ya conocen el blog, saben que lo pueden encontrar en la parte derecha del blog. Se llama "Valerio". El nombre del capítulo va entre paréntesis. Ese cuento está muy loco, pero a veces me inspiro y le agrego otro capítulo.
Bueno. Con este post inauguro otro cuento. Se llama "Dresde". El procedimiento es igual, el nombre del capítulo va en paréntesis y pronto aparecerá en la barra derecha igual que "Valerio".

Sobre este capítulo:
No van a entender gran cosa pero no desesperen, la siguiente entrega les aclarará muchas cosas. Sí. Como dije en el post pasado, quienes me conocen ya saben OBVIAMENTE a quién me agarré de protagonisto. (lo siento: era el único alemán que tenía a la mano). Pero bueno, c'est la vie!
Además, mientras el referente real de Valerio siga en los Unites, a mí no me queda otra que buscar modelos cuentísticos por otro lado. Por eso esperamos ansiosamente a Valerio, porque su cuento ya está demasiado surrealista.

Por si a alguien le interesa, la protagonista de este cuento se llama Otilia. Y sí, estudia Filosofía, y sí... ejem... y más ejem... pero ya abandoné a Åssa Larsson.
Ah... otra cosa. Obviamente Alberto Magno y la maldita óptica de Alhazen y el Pseudo Euclides y el hereje de David de Dinato (y Umberto Eco) no me han dejado acabar de leer la pequeña biblioteca sobre la Segunda Guerra Mundial que me agencié en una locura libresca que me dio cuando tenía todavía beca. Así que cualquier consejo o corrección se recibe con gusto.
Ahí se los dejo. Yo me regreso con la Catóptrica y la lux-lumen... y le mando un gran abrazo a Felicidad.

Ah!, lo olvidaba: nos vemos en una semana. Martes de publicación. Lo siento: de veras el Alberto de Lauingen me trae cortitita y a un día se restringen las publicaciones. Ciaus...

Cuento Inaugurado... (*acá se corta un listón rojo con unas tijerotas y se oyen aplausos*)

Sicut In Speculo Animato (los colores y Alberto Magno)

No sé si ahora sí pueda. Lo volveré a intentar.

Dice Alberto que los colores tienen un ser material y otro ser formal. Luego habla del ser espiritual. Pero aclara en repetidas ocasiones que se refiere al sutilísimo cuerpo llamado "spiritus" (pneuma) por los galénicos (o sea, el viejo pneuma estoico, aunque asegún dicen, Aristóteles ya había hablado de él). Es decir, por espiritual no se refiere a algo incorpóreo.

Bueno. Pero justo lo que le interesa a Alberto es explicar por qué en el ojo y la imaginación no tenemos las imagenes "determinadas bajo la cantidad", es decir, las imágenes tanto en el ojo como en la imaginación, no miden. Además poseen ciertas características que yo me atrevería a llamar lógicas: predicados. La abstracción sólo es posible si se pueden extraer (¿abstraer?) predicados individuadores a aquello que se va a abstraer. ¿Qué queda entonces de material, es decir, qué queda de corpóreo en las facultades sensitivas?

Alberto toma el caso de los espejos para fundamentar su postura. ¿Por qué? Porque según entiende él la teoría geométrica, toda la imagen, en un espejo (al menos el cóncavo) se reúne en un sólo punto. La existencia del punto es todo un debate medieval y parece que Alberto estuvo muy al pendiente de ese asunto (¡Por Dios! ¡Acabo de encontrar un comentario de Alberto al libro I de los elementos de Geometría de Euclides! aunque debatido, Anzulewicz lo da por bueno). Así que el punto posee existencia "corpórea" (ok, con sus asegunes... dejémoslo en existencia física). Y por ello la imagen toda se da en el espejo como un sólo punto. ¿Qué se da en el espejo? No la imagen bajo la determinación de figura y cantidad, sino de species figurarum, species quantitatum. Si en los espejos ocurre eso, ocurre también en el medio, el ojos y la imaginación.

La species tiene la facultad de representar aquello de lo que es species. Por ello puede representar la cantidad sin ser cantidad. ¡Ese es el asunto! ¡Eso es lo que no entiendo! ¿Cómo es? ¿de qué se compone? ¿en qué recaen sus capacidades representativas?

Bueno, pero dirán ustedes, este post se llama "Alberto y los Colores". Y los colores ¿dónde están? Bueno... pues resulta que, a diferencia de la cantidad (las figuras, pues) el ser "formal" de los colores es su único verdadero modo de ser. ¿Por qué?

Alberto confronta la teoría aristotélica de los colores. Según el Estagirita (dice Alberto) son generados por las cualidades primarias. Las cualidades primarias son "calor, frío, húmedo y seco". Y, dice el Aristóteles de Alberto, que el calor genera el blanco y el frío el negro. Pero Alberto dice inmediatamente ¿y la nieve?

(sí, ya les había comentado algo en otro post).

Bueno, la cosa es así. Alberto enfrenta varias teorías sobre la luz. La de Euclides (los que dicen que la luz son rayos emanados de los ojos), la de Alhazen y Alkindi (aunque todavía no me queda claro a quién sí leyó y a quién no), la de David de Dinato a quien llama aspectivista, y la Aristotélica. Eso lo deja con el siguiente problema: acepta la teoría del medio alterado de Aristóteles, pero entonces necesita desarrollar una teoría bastante compleja para explicar por qué la luz se comporta como su fueran rayos.

Total, para no entrar en intrínguilis, el meollo de esa multiplicidad de teorías desemboca en la necesidad de distinguir colores, luz y medio transparente. Y un modo es demostrar que los colores ya están en acto en la cosa coloreada. Pero ¿qué quiere decir "acto" si no se ve?

Es aquí donde entra el quid de la cuestión. El calor y el frío "generan" los colores por la capacidad que tienen, según se combinan, de reflejar mayor o menor cantidad de luz. La nieve, dice Alberto, absorbe mucha luz porque está compuesta de frío->agua. El frío también ahuyenta la luz (no recuerdo ahora cómo) y por eso produce negro también. Pero noten cómo las combinaciones calor-frío, húmedo-seco no son propiamente el blanco y el negro, sino las condiciones de cantidad de luz que generan blanco-negro.

Blanco y negro son, para Alberto, "habito" de la luz. La luz, a su vez, es hábito del medio transparente. Y eso es lo que voy a hacer esta noche: entender cómo puede haber tantos hábitos juntos.

¿Qué tienen que ver los espejos con los colores?

Bueno: el "color" es un accidente. Si es un accidente requiere de un sujeto. Y si requiere un sujeto, este debe ser corpóreo, es decir, estar determinado bajo la cantidad. Pero ya vimos que en el espejo y el ojo las figuras no están determinadas bajo la cantidad sino que son especies de la cantidad (representantes de la cantidad sin serlo). La naturaleza última de la figura según su ser formal es la luz (son los rayos luminosos que se encuentran en un punto indivisible en el espejo). Luego, parecería ser que sólo la species sensibilis posee, estrictamente hablando, color...

¡¡¿¿Se fijan??!!
Si bien establecer la exacta naturaleza de la especie representante de la cantidad parece ser un problemón (que se hará más grande cuando Alberto diga que son "herramientas" del sentido común), la naturaleza de la especie del color no está en la cosa... ¡¡!!

No por ello es algo "subjetivo": posee existencia objetiva ya fuera del alma: en el medio transparente y en el espejo. Y el secreto de esa existencia radica en lo que Alberto entiende por "hábito". Pero no es algo en la cosa coloreada, sino en la luz.

Eso, creo, ya apunta directamente a la modernidad. Y, si nos ponemos un poco laxos, en algo se parece a la teoría de los colores contemporánea: ellos son la luz y su especie colorida algo que sólo es capaz de recibir la imaginación, el ojo... y los espejos.

Una teoría fisicalista (externalista, digamos), donde los qualia andan pululando en la luz...

16 julio 2011

Angustia


De casa de mi mamá extraño que todo esté alfombrado. Que nunca haga ni frío ni calor. Que las repisas siempre estén llenas de dulces y el refrigerador con salchichas y huevo y carne... Que haya sillones grandes y espaciosos.

Y, con todo, cuando ronronean mis gatos y en la mañana los dos están dormidos sobre mi, reconozco lo que de hogar tiene mi casa.

Y con todo, cuando todo lo hago sola, desde levantarme hasta acostarme, y comer siempre fuera (o ya sin darme cuenta de que al comer siempre la nariz del gato está en mi nariz ¿quién se fija? ¿a quién le molesta? Sólo cuando con la punta de su pata trata de robarme un trozo, lo he de bajar de la mesa)

Y ¿quién se da cuenta? ¿a quién le afecta nada? ¿qué más da que comamos gatos y humana en la mesa, todos juntos, si somos los únicos ahí.

Mi gata ronca. En la noche se oye el masquido de las croquetas. El silencio es mortal. Y a veces Qualia deja la silla del escritorio (el lugar predilecto) y se acuesta cerca de mi nariz. Y sube su pata sobre mi mano y ronronea.

Y yo me pregunto ¿en qué momento lo eché a perder todo? En qué momento me quedé sola, aferrada a mis gatos (para quienes lo soy todo, y por más que intento no puedo hacerlos todo para mi). ¿En qué momento cometí tantas estupideces que se fue una madrugada de mi casa?

********
Es difícil aceptar que se acerque de nuevo a mi vida. Pero andar con las ganas a medias y con rencores y reclamos no era algo que se me antojara en la vida.

Todo esto es como un estado de humillación constante, donde, por más que quiera, soy siempre la que quiere buscarlo, desearlo, ir tras él. Y entonces lo único que puedo hacer es arrancarme el deseo y quemarlo en la estufa y oler la carne quemada, y ver la sangre manar desde el muñón de deseo que me queda.

Tragarme el orgullo. Pero el orgullo es tragarme el deseo. Y todo esto termina en vivir atragantada. Y temer que, para siempre, viva con una fuga, una hemorragia eterna porque me lo voy a volver a encontrar (pulula, siempre pulula y anda por ahí). Y pensar "bueno, ya me enamoré dos veces, ya tuve dos largas relaciones. Ya las eché a perder cada una. Ya. Tuve más de lo que muchos...
¡Pero entonces no puedo evitar morderme el puño y gritar un autoconmiserativo ¡no es justo! ¡porque hay quienes tienen familias, hijos, pareja para toda la vida!

Y mejor me callo la boca porque estoy deprimida, y sólo en estos momentos entiendo por qué me cuesta tanto trabajo hacer las cosas, cumplir los plazos, concentrarme en lo que debo. Siento como si tuviera adentro un árbol enorme de puras espinas. Que me penetrara la piel desde dentro, por todos lados. Que si me trato de mover se me entierra una nueva espina y me sale por el cuello otra. Siento como si al caminar fuera echando chorritos de sangre.

********

Me vine a casa de mamá. Porque hay mazapanes cubiertos de chocolate y tostadas con queso. Y sillones enormes y en toda la casa hay alfombras. Y no hace frío ni calor, y el agua caliente nunca se acaba. Y se oye su respiración en la recámara.

(Y me hubiera gustado invitar a Qualia y a Chupacabras a descansar acá, también, un rato).

15 julio 2011

Historia de los colores

No sólo no puedo redactar el capítulo, ni un post al respecto puedo hacer.

Tendré que dormir unas horas y luego volver a la batalla. Ni modo. Pero algo les diré...

Historia del rojo.

El rojo vivía muy feliz en las manzanas, en los tomates y en la sangre. Pero luego un día alguien se preguntó si para el tomate ser rojo era lo mismo que para el ojo ver rojo. O si ser rojo para el ojo era lo mismo que ver el rojo en el tomate.

El rojo tuvo que agarrar sus chivas y mudarse. Ya no podía vivir así nomás en el tomate. Decidió vivir en la luz. Era un lugar cómodo, y un tal Alberto Magno halló el modo de explicar cómo el tomate era de cierto modo material su casa, pero no totalmente. Al rojo no le importó vivir en la luz. Pero lo que el pobre rojo no sabía es que, al firmar el contrato con el Obispo de Ratisbona, estaba firmando su expulsión del mundo "objetivo".

Pues alguien descubrió que la luz no es "roja", sino que excita a unas células en el ojos. No terminaba el ojo de establecerse en la retina, cuando un médico español descubrió cómo funcionaban las dendritas y las neuronas. El rojo tuvo que irse a vivir al cerebro. Era un lugar pastoso y húmedo, pero, con todo, un hogar. A penas se había establecido ahí el rojo, cuando un montón de filósofos reduccionistas y materialistas decidieron que él era menos que una interpretación de la realidad...

El rojo está a punto de se expulsado de la realidad. Y con desdeño mira al tomate, su antiguo hogar...

12 julio 2011

Disciplia-Melancolía

Prescindamos de la copa de vino. Pero tomemos un buen baño y veamos muchos colores...

A Danilo, desde aquí, un fuerte abrazo solidario!



Cantique de David. L'Eternel est mon berger: je ne manquerai de rien.
Il me fait reposer dans de verts pâturages, Il me dirige près des eaux paisibles.

Il restaure mon âme, Il me conduit dans les sentiers de la justice, A cause de son nom.

Quand je marche dans la vallée de l'ombre de la mort, Je ne crains aucun mal, car tu es avec moi: Ta houlette et ton bâton me rassurent.

Tu dresses devant moi une table, En face de mes adversaires; Tu oins d'huile ma tête, Et ma coupe déborde.

Oui, le bonheur et la grâce m'accompagneront Tous les jours de ma vie, Et j'habiterai dans la maison de l'Eternel Jusqu'à la fin de mes jours.

Disciplia-Melancolía

Prescindamos de la copa de vino. Pero tomemos un buen baño y veamos muchos colores...

A Danilo, desde aquí, un fuerte abrazo solidario!

Valerio de las Alamedas (similitudo)


I

¡Pero ése no es Julio!

Gritó Valerio mientras veía a un muchacho moreno y alto acercarse hacia él. El hombrecillo lo jaló del hombro y le dijo:

¡No importa! ¡hágale las preguntas, no lo vaya a espantar!

A Valerio se le quebró la voz. Evidentemente estaba ante una similitudo: tenía los ojos fijos, como perdidos... Valerio sintió terror...

¿Qui... qui... quién eres?

Julio

Y...

Valerio no sabía preguntar. Obviamente preguntarle por qué no era lo que él esperaba ver no iba a dar resultado... ¡latín! ¡esa era la clave!

¿Dónde aprendiste Latín?

En la Facultad.

Y... ¿eres sacerdote?

No.

Bueno, evidentemente no era la similitudo de Julio... pero ¿por qué había aparecido cuando pensó en Julio? ¿o qué estaba mal? Porque Valerio dijo latín, no Julio... de pronto Valerio entendió que al decir latín pensó en su amigo Julio. Y al ver aparecer a aquél fantasma él estaba esperando a Julio. Después de todo, él poseía algún poder sobre las palabras mágicas. Para él, Julio era sinónimo de latín ¿a quién más conocía que supiera latín?

¿Por qué estudias latín?

Estoy interesado en la teología.

Pero no eres sacerdote... ¿por qué la teología te hizo estudiar latín?

Porque quise ser sacerdote al principio. Ahora ya no. Pero me gusta el latín.

Poco a poco Valerio comenzó a comprender. Si él pensaba en una característica de su amigo Julio y nombraba esa característica, lo que iba a aparecer era la similitudo en la que se basaba ésa característica... el sacerdocio y el latín tenían que ver con ésta similitudo... pero ¿y el físico de su amigo Julio? ¿Y el nombre de...?

¿Cómo te llamas?

Julio, ya me lo habías preguntado.

Pero tu nombre completo, ¿cuál es?

No sé...

¡¡Cómo podía no saberlo!!

Seguramente la autora no se acuerda...

...dijo el hombrecillo. Valerio se le quedó mirando fijamente; comenzó a sospechar que el hombrecillo no era un simple personaje sin similitudo. Antes de agarrarlo de los hombros para hacerlo confesar, Valerio sintió el terror que le provocó la inferencia que hizo en ese momento: quizás él mismo, es decir, la similitudo que lo ligaba al mundo real... no se llamaba Valerio...


II

Julio, es decir, su amigo Julio, apareció horas más tarde. Encontró a Valerio sentado junco a su cubículo enfurecido porque la tinta de la pluma que le había prestado el hombrecillo se había terminado.

No... esto no tiene sentido Julio. Dije latín y apareció un tipo que no es sacerdote, que no se parece a tí, pero resulta que es tu similitudo. Pero creo que ya estoy comprendiendo. Quiere decir que tú estás construido con más de una similitudo... pero ¿qué son esas cosas? ¿los recuerdos que tiene la autora de la gente real?

No sigas Valerio. Date cuenta de lo que estás diciendo. Soy un montón de características dispersas... no soy... no soy nada...

¡Claro que eres algo! ¡Por lo menos puedo hablar contigo! Tienes... tienes...

¿Personalidad? ¡jajajaja! pero ¿qué la personalidad no es una característica que uno recuerda de las personas?

Bueno, sí... pero es muy complicada... quizás las similitudos son... digamos... esquemáticas...

No, no creo que sea tan sencillo. Creo más bien que tenemos personalidad porque somos los únicos vivos aquí adentro. La autora puede saber muchas sobre la gente que conoce en el mundo exterior. Pero siempre se le va a escapar algo. No puede pensar por ellos...

¿Y por nosotros sí?

Por eso estamos vivos, Valerio, porque la materia de nuestra vida es su pensamiento...

Valerio se le quedó mirando. Ciertamente Julio no era siempre muy rápido, pero francamente era muy profundo. Voltéo a ver su cuadernillo: veía cómo la tinta había comenzado a terminarse y, al final, contempló el agujero que dejó en la hoja cuando al terminarse la tinta, rasgó el papel...

Julio... la vida de nuestra "personalidad" puede depender de la mente de la autora... pero los rasgos de nuestra personalidad están también inspirados en las similitu... simili... ¿cómo era?

Similitudines.

¡¿Quién carajos es mi ayudante?! ¿Por qué sabe cosas y a la vez no sabe nada? ¿De dónde saca los materiales que le pido?

Julio no contestó. Levantó los hombros y sonrió. Entonces Valerio tuvo la certeza de que de que la palabra mágica que 'jalaría' a la similitudo física de Julio tendría que ver con la sonrisa. Estuvo a punto de pronunciarla pero temió asustar a su único amigo ahí. Siguió mirándolo: lo que tenía Julio era el ser entrañable. Pero "entrañable" no es una palabra precisa... sonrisa sí... y sus ojos... Julio tenía unos grandes ojos verdes... pero "ojos verdes" no eran una palabra simple, ni lo primero que le venía a la mente a Valerio al pensar en Julio... ¿qué era?

Sonrisa

¡No lo hagas Valerio! ¡Por qué!

Un hombre alto, grande y de ojos verdes se presentó ante ellos. Ésa era la similitudo de Julio. El Julio real palideció y miró a Valerio con resentimiento. Luego suplicante:

¡No Valerio! ¡No le hagas preguntas! ¡¡No quiero saber!! ¡¡Valerio!!

Valerio se debatió durante un segundo entre la lealtad a su amigo y la investigación que llevaba a cabo, no podía perder la oportunidad... además, tener al Julio real junto a sí le daba valor... Pero en ese momento la autora comenzó a "despertar". Ambos sintieron cómo eran arrastrados a sus cubículos. La similitudo desapareció y Valerio sólo alcanzó a decirle a Julio:

¿Te fijas? jajajaja ¿Te fijas, Julio? ¡En el mundo real eres un hombre casado!

porque la característica más llamativa de ese Julio similitudo era una enorme alianza matrimonial...

III

Fueron noches de árduo trabajo, pero después de todo aquello, Valerio por fin entendió qué eran las similitudines: las memorias que tenía la autora de la gente "del mundo exterior". Le daba risa pensar en esos términos, pero no tenía de otra: se sentía encerrado en los palacios de la memoria.
No había ninguna razón para pensar que las únicas creaciones de la autora fueran Julio, Leonor, su gato y sus amigos. Seguro habría... ¿otros cuentos? ¡Eso eran ellos! ¡Personajes de un cuento!. Y seguramente habría más. Y probablemente ellos también estarían inspirados en las mismas similitudines que sus amigos. Es decir: cada uno de los personajes eran "creaciones" de la autora. Pero ser "creación" era ser cierta mezcla de similitudines. Quizás su amigo Julio era la mezcla de la similitudo "Julio" y la similitudo aquella de la alianza de matrimonio. Y por lo que percibió Valerio, aquella nueva similitudo conformaba mucho más de la "naturaleza" de Julio que la otra. De la otra había tomado solamente datos de su vida.
Eso quería decir que quizás habría otros "Julios" con otros nombres... y recordó al "astronauta" ¿Recuerdan queridos lectores?

El primer día que Valerio "despertó" se encontró con otro personaje. No se enteró de su nombre, pero era idéntico a Julio. Lo único que ese "Julio" sabía de sí mismo es que había sido astronauta. A los personajes no se los podía llamar con palabras mágicas...

¡momento! la primer palabra mágica que descubrió fue hegemonikón... Valerio tomó valor: la usaría. Presentía que esa palabra tenía que ver íntimamente con él. Quizás descubriría a una de sus similitudines... y esa sería distinta a la del "Valerio" similitudo que ya se había encontrado... ¡demonios! ¡quizás descubriría su nombre en el mundo real...

¡Hegemonikón!

Entonces aparecieron varios "Valerios". Muchos. Eran como veinte o treinta...